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Quién es François Dubet

jueves 21 de septiembre de 2023 | 6:00hs.

Este autor es un sociólogo francés, de 77 años ‒con un Doctorado honoris causa de la universidad canadiense de Montreal‒ que se ha dedicado a una particular temática de mucha vigencia actual: la inequidad social, sobre la cual ha escrito ocho libros en español. Además, en Francia, es asesor en educación, ya que es autor de estudios dedicados a la marginación juvenil en escuelas e instituciones francesas.

Hojeando sus libros se nota que junto con la cuestión de la inequidad aborda otros relevantes aspectos entrelazados con aquella: solidaridad, justicia social, igualdad, desigualdad, oportunidades, meritocracia, individualismo, modernidad, con todos los cuales Dubet juega conceptualmente, pero que hoy estimo que están vigentes en el debate sociocultural de nuestro país.

Uno de los primeros medios para comprender la persistencia de las desigualdades, de acuerdo con Dubet, es la existencia de una especie de trampa que conduce a sostener que hay desigualdades justas y desigualdades injustas, hecho que haría preguntarnos, entonces ¿en dónde radica la igualdad? La trampa estriba en que la desigualdad es una elección racional que impone un pequeño grupo que controla la mayor parte de la riqueza en detrimento de las mayorías. Es decir, son las élites políticas y económicas las que deciden qué tan igual o desigual se puede o se debe ser en la sociedad.

Dubet, que ha sido educador, propone que otro campo social para debatir la igualdad es la escuela; por años ésta se ha considerado como el espacio mediante el cual todos los niños y jóvenes que asistieron, alcanzarían el mismo nivel para acceder y poder competir por las mismas oportunidades que los otros. Pero… ¿quiénes son los otros si se supone que todos recibimos la misma calidad de educación?

Afirma que la escuela ha sido ‒y sigue siendo en muchos lugares‒ un mecanismo para el ejercicio de la democratización dividida puesto que la educación que reciben ricos y pobres es radicalmente diferenciada, es decir, desigual.

Las redes sociales, los medios de comunicación, o la difusión del conocimiento o transmisión también hacen su parte para la conformación de estereotipos e ideologías, que de acuerdo con Dubet, se transforman en prácticas que legitiman creencias.

Sagazmente, Dubet también incursiona en qué consiste el sentido de la solidaridad, que no es una donación de tiempo o dinero que hacen las personas a otras o por una causa determinada, pero tampoco es generosidad. En su juicio, la solidaridad consiste en compartir lo cotidiano, esto es, las alegrías y las preocupaciones que afectan al colectivo y a la sociedad. Dubet plantea tres pilares en los que se asienta la solidaridad. El primero sería la interdependencia de las actividades económicas; el segundo, la existencia de un contrato, y el tercero, la fraternidad.

Por ejemplo, pareciera que construir este tercer pilar daría sitio a una sociedad multicultural como la argentina, aunque aquí hay sectores sociales que exacerban cada vez más el nacionalismo. En este caso, la solidaridad sería más un ejercicio de inmediatez frente a un fenómeno determinado ya que, en efecto, ella se desplaza hacia los individuos y sus necesidades y las políticas de discriminación positiva que terminan generando exclusión, en lugar de desplazarse entre las instituciones y la política, lo que generaría bienestar para la colectividad y no sólo para algunos grupos de la sociedad.

Por otra parte, Dubet afirma que la cohesión social sólo se logra con el ejercicio de la justicia. Esta, al menos como la concibe John Rawls en su Teoría de la justicia, que consiste ante todo en reducir las desigualdades entre grupos sociales, redistribuir de los ricos hacia los pobres y en buscar el equilibrio del sistema social (más o menos la conducta que debería tener nuestra justicia nacional).

En cuanto a los mecanismos políticos que Dubet propone para reducir las desigualdades, identifica cuatro: la igualdad de oportunidades; el reconocimiento; la construcción de capacidades y el capital social. Todos estos se parecen a los postulados sobre el desarrollo social que no han tenido los efectos positivos esperados, por lo que, a decir verdad, podrían considerarse como casi utópicos, dado que si bien muchos agentes se ocupan en ayudar a disminuir los efectos de la pobreza construyendo las capacidades de las personas, resulta contradictorio que haya individuos con excelentes habilidades y capacidades de autovaloración, pero que se topan con un muro diseñado justamente para que aquellos que provienen de la pobreza continúen inmersos en ella.

Así, el punto crítico del argumento de Dubet sobre las solidaridades apunta a que la justicia debe estar en el centro de las instituciones Por otra parte, la fraternidad como libertad y diversidad significa el replanteamiento del imaginario de las sociedades como un desafío para inclinar la balanza y hacerla menos desigual, pero representa por igual el riesgo y la tentación para que mediante expresiones como la xenofobia y el racismo se excluya y se culpe de todos los males que impiden la integración de la nación a todo aquel que económica, social, racial o étnicamente, sea calificado por una élite como diferente.

Dubet, irónicamente, ha escrito un libro titulado ‘¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario)’, en el que apunta con claridad que la intensificación de las desigualdades procede de una profunda crisis de las solidaridades. Afirma que, desde la Revolución Francesa, la igualdad, en pocas palabras, es uno de los valores que ha constituido la nación francesa y que ha permeado ampliamente a Occidente, al menos como ideal o un “deber ser”.

Los argumentos de Dubet son pertinentes para analizar la desigualdad en otras latitudes del globo, como las sociedades latinoamericanas donde, si bien es cierto que el individualismo está cada vez más presente como clave para el éxito, las personas siguen mostrando que conservan una solidaridad arraigada que se activa frente a catástrofes naturales o cualquier incidente que irrita, ofende y lastima, pero que finalmente moviliza al colectivo social.

Por Jorge Ferrari
jyferrari39@gmail.com

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