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Monólogo de la recién llegada

domingo 02 de julio de 2023 | 3:56hs.
Monólogo de la recién llegada

Yo no nací aquí. ¿Usted tampoco, señor ?  Y ¿Usted, señora?

A ver. Levanten la mano los que no son misioneros. Muchos, ¿no?

Como les decía, yo no nací aquí. Soy de la provincia de Córdoba. Córdoba Capital para ser más precisos.

Ahí me crié entre doctos universitarios y tañires de religiosas campanas.

Cumplí con todos los mandatos. Buena hija, buena alumna, buena joven blanca en un mundo occidental y cristiano.

Excelente docente, excelente psicóloga pero, faltaba algo: 27 años y todavía seguía soltera.

Tenía novio. Sí. Oriundo de Misiones. Sí. Era médico. Sí.

Yo siempre había soñado con un doctor que me atendiera a los hijos cuando se enfermaban en la noche (antiguo trauma de infancia con tos convulsa).

Era el candidato soñado por los padres de la chica pero... no se quería casar !!!!!

_ Lo que pasa es que no me querés _lloraba yo.

_ No sé que tiene que ver quererse con casarse _ respondía él.

Al final todo se pudrió. El se vino a Misiones

Yo lloré varios meses.

Hasta que, de repente, un día Lunes de Semana Santa, apareció.

_ Hola, amor_   dijo él.

_ ¿A qué mierda venís ? _ dije yo.

_ A casarme.

_ Y ¿con quién ?

_Y ¿con quien va a ser ? Con vos.

El martes sacamos turno en el Registro Civil de Saldán en las sierras. Mejor dicho él sacó porque yo estaba en shock.

El Miércoles Santo con el último turno de las 18 nos casamos.

Los testigos, mi hermana y un amigo, casi que no vienen porque creyeron que era una joda. Dos compañeras de la escuela donde trabajaba trajeron el arroz en una bolsita y así me lo dieron:

_ Por si pasás hambre _ susurraron con caras preocupadas.

A la fiesta de bodas fueron trece. Toda la familia se ofendió porque no les  avisamos con tiempo.

Mis amigas me decían que estaba loca.

En la mitad del festejo, bastante trabado por cierto, sonó el timbre de la puerta.

Mi papá salió a atender y ahí estaba mi novio. Sí. Yo estaba de novia con un muchacho que quería casarse conmigo lo antes posible.

_ No vuelvas a entrar. Vení conmigo.

Y yo ya estaba casada y no sabía qué decirle.

Y mi papá: _ Hija, entrá.

Y él lloraba. Y yo lloraba. Y al final, entré.

Y a los tres días estaba acá, en Misiones, después de pasar por San Luis a darle la noticia a mi hermano que me preguntaba con quién me había casado y por Resistencia llevando la novedad a mis cuñados.

Misiones. Interior. Leandro N. Alem. Lo más parecido al lejano Far West de las películas. Pañuelo para limpiar los asientos cubiertos de polvo rojo.

Barro pegajoso que chupaba las zapatillas.

Lluvias interminables y un humor sutil y lento que no podía entender, acostumbrada al rápido y picante humor cordobés.

_ Siempre que lluvió, paró. O _ Y yerba no hay...

Comparado con un:

_ Hola,loco, ¿cómo andai?

_Acá estoy almorzando con Mirtha Legrand. (Trepado a un poste de la luz

 de la cancha comiendo un choripán).

Y la gente que tomaba mates casi tan interminables como las lluvias. En silencio. Como mirando para adentro.

Y yo traía una platita guardada por si me iba mal y la gasté cuando nació mi hija. Le compré ropitas.

No entendía las charlas sobre recetas de cocina ni de cómo blanquear la ropa ni cómo curar con yuyos.

No entendía los hombres por un lado y las mujeres por otro. No entendía los dolores, los piques, las uras, los hueseros, las curanderas, los empachos ni las rendiduras.

No entendía nada de nada y en ese tiempo en medio de la nada llegó mi segundo hijo. Y de a poco sentí que la tierra roja se me iba metiendo por las plantas de los pies.

Empecé a trabajar como psicóloga. _ ¿Psi qué ? _ preguntaban  los vecinos desconcertados.

Desde entonces ha pasado mucho tiempo. Una vida. Por esas desparejidades del destino mi compañero de camino ha partido antes que yo y ahora estoy sola.

Y todo el mundo me pregunta:  

_ ¿ Ahora vas a volver a Córdoba ?

Y yo me sorprendo mirando el paisaje con mil verdes, el cielo transparente de cristal, el penetrante olor a tierra mojada,  Y el oxígeno puro que mantiene mi piel sin arrugas y mi cerebro activo.

Y ya no quiero regresar al smog y al consumo y al stress urbano.

Y elijo quedarme sumida en el tembloroso palpitar de las hojas cargadas de rocío, sentada en la galería tomando un mate mientras el ronco canto de los gallos me confirma la certeza de que la vida es hoy, aquí y ahora, en Misiones, mi Macondo personal.

 

(Dedicada a Oscar, coequiper de mi vida)

Norma Varela

Inédito. La autora ha publicado más de una docena de libros. Socia fundadora de la A:L:A: Asociación Literaria de Alem.

 

 

 

 

 

 

 

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