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Las Malvinas y el doble discurso

miércoles 28 de junio de 2023 | 6:00hs.

Por hábito tengo la costumbre de archivar artículos que me interesan y de los que considero de interés.  Busqué uno en especial porque se refiere a temas de actualidad referente al Sur argentino. Los medios escritos de la época dieron esta noticia:  ‘Las Malvinas Territorio Británico’. Explicaba que había entrado en vigencia el “Tratado de Lisboa incorporando, al Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea, las islas Malvinas y otros territorios del sur argentino al imperio británico”.

Recuerdo que en ese momento al leer la noticia sentí, como les habrá ocurrido a otros tantos argentinos, dolor rábico. Definición, esta, como mezcla de impotencia y desazón. Y es así nomás porque la actual situación de retroceso por alcanzar la recuperación del archipiélago es producto de nuestra paupérrima política exterior.

Nuestros diplomáticos se conformaron con la adhesión de algunos países europeos y de organizaciones supranacionales como la UN que, con palmaditas en la espalda, respaldaban nuestro pedido de potestad sobre las islas.

Mientras, en el mientras tanto, Gran Bretaña incluía el anexo dos al Tratado de Lisboa con el registro de la propiedad británica de las islas que ya no es solo de ellos, pertenece al gran unicato de los 28 países que conforman el gran país de la Unión Europea.

No se crea que la incorporación es por las bellezas naturales y el amor a los Kelper. Lo hacen por la riqueza del mar, el posible petróleo, el gran pedazo de la Antártida que piensan rapiñar y por la estratégica ubicación geo-política de la región. Necesitan espacio y luchan por conseguirlo.

En tal sentido se suma China, el gigante asiático que se rige en forma autocrática con mano férrea, tiene gran interés por nuestros recursos naturales. Analistas plantean que, si la inversión China significa sustentabilidad, bienvenido sea. Pero sería tremendamente negativa si encarna un nuevo endeudamiento en medio de la crisis con una inflación galopante.

La Argentina internacionalmente recibió la bofetada del doble discurso, cuando entre susurros y peroratas nos decían que las islas eran nuestras. Pero en el cruel papel de los documentos reales está escrito que son de ellos.

Y si no tenemos cañón ni diplomacia para recuperarlas, ¿de qué forma lo haremos? Pues, mientras otros países siguen avanzando, por ejemplo, nuestros vecinos uruguayos, chilenos y brasileros, nosotros, en el bicentenario de nuestra independencia seguimos peleando como perros y gatos por definir qué país queremos, profundizamos la grieta que nos desune al considerar enemigo al adversario político, y nos enredamos sin consensuar políticas de Estado, entre ellas la política exterior. Así nos va.

Si bien la confirmación usurpadora de la tierra irredenta tomó de sorpresa a la mayoría de los argentinos, no fue así para los que manejan el país, quienes utilizan la retórica del doble discurso*, método de práctica habitual en muchos funcionarios y políticos de moda.

Recordemos que el 3 de enero de 1833, las Islas Malvinas fueron ilegalmente ocupadas por fuerzas británicas que desalojaron a la población y a las autoridades argentinas allí establecidas legítimamente, reemplazándolas por súbditos británicos que instauraron desde entonces medidas restrictivas para evitar el reasentamiento del pueblo.

En abril del año 1982 se intentó recuperar por medio de las armas. La invasión resultó un fracaso cobrando la vida de 649 soldados argentinos, entre ellos los oficiales misioneros Roberto Estévez del Ejército Argentino y el capitán de la Fuerza Aérea Carlos Eduardo Krause. De ese número de muertos, 323 corresponden al hundimiento del crucero ARA General Belgrano por un submarino británico.

Aclaración: La retórica del doble discurso es el arte supremo de mezclar verdades con premisas falsas. Sirve tanto para inculpar, justificar actitudes, explicar lo inexplicable y cualquier tipo de talante insondable.

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