Vínculos tóxicos: más allá de una relación laboral

domingo 21 de mayo de 2023 | 6:00hs.

Por Marulina White (María Álvarez)
Realizadora audiovisual y diseñadora

Entre el amor propio y el respeto. La valorización externa y la individual. Personal, como seres individuales que somos. ¿Somos felices o creemos que lo somos al cumplir las expectativas de un otro? ¿Perseguimos nuestros sueños realmente o las expectativas de los demás?

Continuando con el tema de mi nota anterior -’Vínculos tóxicos: más allá de una relación de pareja’- hagamos foco en las relaciones laborales.

Las relaciones laborales son parte trascendental en nuestra vida diaria, en el día a día. Si tuviste un “mal día de trabajo” quizás este “mal día” haga que se extienda a las demás áreas o vínculos que formen parte de tu día. Quiero decir, si tuviste un mal día de trabajo quizás estés irritado y pensando en las consecuencias de ese mal día: ¿Y si me echan? ¿De qué vivo? ¿De qué viven mis hijos? ¿Cómo mantengo mi “nivel de vida” sin un trabajo?, etcétera.

Bajo este problema, o bajo este mal día en el trabajo, también se esconden muchos deseos, sueños y anhelos de la persona que tuvo un mal día en el trabajo. También se esconden miedos, fracasos, necesidades, traumas.

¿Hasta dónde somos capaces de aguantar ciertas situaciones disfrazadas bajo la frase ‘ser un buen/a…’ empleado, pareja, jefe, amigo, etcétera?

¿Cuántos sueños dejaste de lado por impresionar al resto, creyendo que así serías feliz? Tenés comida, casa, trabajo, una familia, ¿a cambio de qué? ¿Tus sueños, tus deseos, tus auténticas ganas de ser feliz? ¿Sos feliz? ¿Tenés sueños propios? ¿Sueños que no incluyan el bienestar de otra persona que no seas vos? Todos necesitamos de esos sueños aunque nos quieran hacer creer que no.

Creo que seguimos en la lucha como sociedad entre el HACER y SER lo que ME hace feliz y QUIERO versus SER lo que el resto quiere o espere que sea.

¿Acaso vivimos alienados bajo el concepto de ser sumisos y aceptar ciertas cosas en pos de tener un supuesto beneficio?

¿Cuánto vale tu libertad? ¿Cuánto vale cada hora de tu vida? ¿Cuanto valen tus sueños?

Todas estas preguntas me las planteo hace varios años ya que siempre me sentí desvalorizada por mis pares, padres, amigos, compañeros, jefes, etcétera (sí, resumamos en ‘etcétera’ todo eso que estás pensando ahora).

Generaciones anteriores a la mía, a mis 31 años, siguen creyendo que la terapia no sirve, que ir al psicólogo es para locos, ni hablar si mencionamos un psiquiatra - automáticamente esa persona debe ser internada y exiliada de la sociedad. De esa sociedad sumisa, de esa sociedad que no se cuestiona nada y sólo vive en automático.

De esa sociedad que enseña a personas del espectro autista a “comportarse” como se debe, a vivir en sociedad, por dar un ejemplo, o que te ordena atarte el pelo y no tenerlo suelto, pero te cuestiona si te afeitás la cabeza siendo hetero sis (persona que se percibe e identifica con el sexo asignado al nacer, hombre/mujer). Una sociedad incapacitada en su mayoría para justamente socializar con un par que sea diferente. Diferente a vos, en cualquiera de los sentidos. También de esa sociedad que te quiere sumisa y comportándote; sin afrontar un cambio de paradigma inminente.

La información nos hace libres como seres pensantes, considero. A su vez dependiendo de dónde obtenemos esa información, el contexto socio económico, familiar, vincular, esa información puede ser también nuestra propia cárcel, forjar una personalidad o carácter que creemos como propio pero en realidad sólo es el anhelo de alguien, tus padres, amigos, cualquiera.

¿Somos más felices si no pensamos y hacemos las cosas en automático con tal de irnos 15 días a Camboriú? Cuando era chica íbamos todos los veranos a Brasil, ni un solo invierno al Sur. Conozco más Brasil que mi propio país y no estoy orgullosa de decirlo, pero tampoco me avergüenzo de eso, es mi historia.

Generalmente se cree que siempre lo de afuera es mejor. Lo que tiene el otro. País, dinero, posibilidades, trabajo, y de nuevo en cualquier sentido. Es mejor un diseñador gráfico de Buenos Aires que uno de Misiones, cuando acá tenemos la cuna de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Misiones, en la que no tuve oportunidad de estudiar.

¿Y si dejamos de mirar hacia afuera y empezamos a mirar hacia adentro? ¿Qué realmente nos hace feliz a nosotros?

Esa pregunta me la hizo directamente mi psicóloga, ¿sabés qué querés, qué te hace feliz, o solo vas con la corriente intentando sobrevivir y fingir que tenes la vida que siempre soñaste? ¿En serio la soñaste así? ¿Por qué molesta que el sueño de alguien no sea el mismo que el mio? Trabajar para un futuro mejor, propio y colectivo, pero sin perder el sentido y la empatía de ser fiel a uno mismo. Pero sobre todo sabiendo que existe gente mala en el mundo, que todos somos el malo en la historia de alguien, pero que lo único que debe importarnos es ser LEALES a nosotros mismos. En definitiva no podemos conformar a todo el mundo y los únicos que vivimos con nosotros mismos somos nosotros. Quiero decir, ese momento en el que estás solo con tus pensamientos, sólo vos sabes qué querés o cómo, no siempre sabés, a veces estás buscando saber, qué querés o cómo lo querés o quizás lo más importante; ¿para qué lo querés?

Como dijo Martin Fierro, “Ave de pico encorvado,/le tiene al robo afición;/pero el hombre de razón/no roba jamás un cobre,/pues no es vergüenza ser pobre/ y es vergüenza ser ladrón”.

¿Tenemos vínculos tóxicos en el ambiente laboral con el afán de creer que seremos felices algún día o que algún día tendremos el trato, el salario, los derechos que la mayoría promueve pero puertas adentro pocos lo cumplen?

Tener acceso a cierta información es un privilegio, ni hablar de saber interpretarla, comprenderla o leerla y asimilarla. Todavía hoy hay quienes cuestionan al plomero que en 5 minutos te arregló el problema que tenías pero te cobró muy caro. Qué atrevido ese plomero, cómo se va a atrever a ponerle tanto valor a su trabajo y conocimiento. Qué atrevido usted en cuestionar la valorización del trabajo, las aptitudes y dedicación del de al lado por conseguir una rebaja o mayor dedicación (ponerse la camiseta de la empresa), cuando a fin de mes no cuestiona pagar miles de pesos por un pésimo servicio de internet, ¿o por esa mínima diferencia de precio a usted le mejora su calidad de vida? Quizás a usted no, y crea que sí. Quizás al plomero sí y crea que no.

Aprender a poner límites. Que ese día sea hoy. Hablemos de la salud mental tan importante como quebrarte una mano.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?