La labor de la Policía de Misiones para monitorear los dispositivos antipánico

El Centro Integral de Operaciones (CIO-911) de la Policía de Misiones es lo que uno se imagina podría ser el centro de controles de la casa de Gran Hermano. Una pared llena de pantallas con imágenes en tiempo real de las cámaras de seguridad de Posadas y otras localidades. Un panóptico de estos tiempos en pos de la seguridad.

Esta estación de monitoreo se encuentra en el microcentro de Posadas y allí se recepcionan los llamados de emergencia de toda la provincia. En este sentido, también funciona el Departamento de Monitoreo de Dispositivos Judiciales para Protección de Víctimas, es decir,  los diferentes dispositivos antipánico otorgados por la Justicia.

En la actualidad, según explicó su directora, la comisario María Eugenia Acuña, se hace un seguimiento de más de 500 dispositivos en todo el territorio provincial. Todos ellos se implementan por orden de la Justicia y tienen una fecha de inicio y de caducidad, por lo que los programas se van terminando y los dispositivos pasan a otras víctimas.

De todas formas, expresó, nunca se quedan sin stock y el pedido de nuevos aparatos es constante.

La mayoría son mujeres víctimas de violencia de género, pero también hay hombres que forman parte de este programa. Hay tres tipos de dispositivos, uno que es el botón antipánico propiamente dicho (una especie de celular sin pantalla y con un botón de emergencia), una aplicación que se instala en el teléfono celular de la víctima y un sistema dual, en el que además del aparato para la víctima, el agresor tiene una tobillera.

Los diferentes dispositivos utilizados: a la izquierda, el sistema dual; a la derecha, el botón antipánico.

El primero se implementó en la provincia en 2014, la aplicación en el 2015 y el dispositivo dual en 2019.

“Cuando nos genera una alerta, el operador llama a la víctima que accionó el dispositivo para saber cuál es el inconveniente que tuvo y a su vez se comisiona un móvil para que vaya al lugar  y vea que esté en perfectas condiciones”, expresó Acuña en una diálogo a El Territorio.

Los casos de violencia de género, familiares o intrafamiliares son código rojo, es decir que la patrulla más cercana debe dejar lo que está haciendo y dirigirse al lugar.

Orden de la Justicia

“Todos los dispositivos con los cuales nosotros trabajamos son por disposición judicial”, aclaró Acuña. Y explicó cómo es el proceso: “La víctima hace la denuncia de que está sufriendo de violencia de género, hostigamiento,  amenazas de tentativa de homicidio,  de lesiones y ahí el juzgado tanto ordena que se le entregue un dispositivo de botón de pánico policial y le instala en el dispositivo móvil”.

La viabilidad de la aplicación de casa sistema, en tanto, debe ser analizada y aprobada por la Dirección de Asuntos de Familia y de Género de la Policía de Misiones, presidida por la general Alicia Romero.

Como se dijo, fuentes judiciales expresaron que desde el juzgado se hace una evaluación de cada situación - las denuncias son muchísimas - y allí se determina qué medida utilizar. Muchas veces solamente se le informa al agresor que no puede acercarse, sin asignar dispositivos a la denunciante,  pero con la debida advertencia de que será detenido nuevamente si incumple con esa orden. 

“El botón antipánico es el que nosotros le entregamos a la víctima, se presiona y se activa la alarma. Entonces podemos geolocalizarle, ver dónde está o ver hacia dónde se dirige una vez que presiona el dispositivo”, detalló Acuña. Expresó que el dispositivo necesita estar cargado y con un mantenimiento.

“Estamos haciendo que las víctimas vengan una vez por mes para hacer un reseteo, porque no podemos permitir que la víctima apague este dispositivo. No sabemos qué le puede pasar. Acá lo reiniciamos, volvemos a hacer la prueba de que esté en perfecto funcionamiento y se lo entregamos nuevamente”, puntualizó.

Si se detecta una falla o anomalía en el funcionamiento, el aparato es cambiado. De todas formas, también se hace una ficha con los datos más relevantes de la usuaria o usuario, como los lugares que frecuenta, sus personas cercanas y números alternativos. A esto se le llama información de respaldo.

Lo que se aclaró es que este sistema se les da a las personas que no tienen un sistema operativo Android en el teléfono celular, como por ejemplo aquellas personas que tienen un Iphone. Si bien son los menos, Acuña reveló que hay un crecimiento notable de usuarios de esta marca con sistema operativo iOS, con un porcentaje del 30 por ciento de los usuarios.

A los demás, como se dijo, se les instala una aplicación en el teléfono celular. El sistema es el mismo, ya que si la víctima presiona el botón en la pantalla, suena una alarma en el centro de monitoreo y se activan los protocolos. Sin embargo, en este caso la víctima necesita que el teléfono tenga datos (internet móvil) o esté conectado a una red inalámbrica (wifi), una necesidad que muchas personas vulnerables no tienen cubierta. 

“Cuando se le instala el teléfono, se le explica a la persona que tiene que tener datos, pero de igual manera se le explica que ante cualquier emergencia llame al 911.  Si llama en San Javier le derivan a la Comisaría o en Puerto Iguazú a la dependencia más cercana”, ejemplificó la entrevistada. Aquí nuevamente es importante la información de respaldo.

Respecto a los dispositivos duales, forman parte de un programa del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación,  organismo que manda los aparatos. Desde la Justicia señalaron que son los menos y que para su aplicación se debe contar con el consentimiento del agresor, que no está obligado a usar un dispositivo si no está privado de su libertad.

De todas formas, justamente muchas veces la libertad es una carta de negociación. “Serás libre, pero debés usar la tobillera”.

“Lo que nosotros hacemos en este sistema, es monitorear constantemente a las dos personas porque necesitamos que el agresor no se acerque ni siquiera al domicilio de la víctima por cualquier eventualidad. Por más que la víctima no esté en el domicilio, generalmente los oficios dicen qué lugares tienen prohibido el agresor”.

En el caso de las tobilleras, hay siete en Posadas y se tienen que atender cuestiones puntuales, como por ejemplo, si el colectivo del agresor pasa cerca de la casa de la víctima cuando va al trabajo. En esos casos, quien tiene la tobillera debe avisar al 911 cada vez que está por tomar la unidad y desde el centro de monitoreo le informan a la víctima que su alarma va a sonar, pero que no se preocupe, que están haciendo el seguimiento.

Acuña expresó que para cada situación hay un protocolo establecido. Otro caso testigo es cuando la víctima es quien por diferentes motivos se va a hacer compras, a un evento o una reunión a un lugar cercano a donde está el agresor, por ejemplo, trabajando dentro del perímetro establecido por la Justicia. Entonces se comunica con la mujer, se le consulta el motivo y cuánto tiempo estará ahí y si en necesario se le envía un patrullero o efectivo para que la custodie.

Como otros actores que abordan la problemática de violencia de género o familiar, Acuña expresó que hay un gran cambió en la sociedad a la hora de involucrarse y tomar medidas ante situaciones que no los involucran directamente. El “no te metas”, “es problema de ellos” o “eso lo tienen que resolver puertas adentro” no se repite como antes y los vecinos llaman, se involucran, intervienen.

“Esto no va a cambiar sin un trabajo de todos. Todos tenemos que denunciar ante un hecho que vemos, por más pequeño que uno piense. Tenemos que llamar,  denunciar porque no sabemos si esto le puede estar pasando a algún familiar nuestro o alguna persona querida. La gente se dio cuenta de la importancia de llamar a la Policía para darle intervención al organismo que sea necesario para evacuar esa emergencia”, concluyó.

Informe de domingo

Las respuestas a la violencia de género

Especialistas en violencia de género advierten que lo que falla es el control

Amenazas, denuncias y perimetral vigente

La labor de la Policía de Misiones para monitorear los dispositivos antipánico

La Línea 137 tuvo 47 llegadas a tiempo que evitaron tragedias