Argentina amor y odio

miércoles 14 de septiembre de 2022 | 6:00hs.

¿Qué es el amor?, ¿qué es el odio? -preguntó el chamán de Concepción, el pueblo jesuita de la Nación Misionera cercano al río Uruguay, el río de los pájaros. Y sin esperar respuesta alguna prosiguió como era su costumbre:

-El amor y el odio son dos fuerzas antagónicas del espíritu de las personas que la incitan a obrar bien o mal. Si triunfa el odio habrá desunión, discordia, odios, rencores y venganzas que llevarán a la disgregación y al caos volviendo inviable la vida de relación. Es lo que quiere Añá, el maldito diablo, jefe supremo del odio. Por el contrario, si vence el amor, que es el bien más preciado de Tupá, nuestro Dios, habrá paz, armonía, justicia, perdón y unidad, sobre todo unidad. Porque con ella se une, se crea y se da continuidad a las cosas, y los seres que pueblan la tierra se procrean. He ahí la diferencia fundamental entre el amor y el odio: la unión por un lado y la disgregación por otro.

-¿Y la brujería? -preguntaron los asistentes de la tribu.

El chamán oteo el horizonte plagado de infinitas estrellas, bajó la vista enfocando a los hermanos que esperaban respuesta y contestó:

-La brujería en la selva como en la ciudad tiene los mismos designios, utilizar ritos ocultos para causar males a una persona. Es un acto ruin, aunque distinto al payé y muy contrario a la magia. La magia es el arte y la técnica de encontrar fluidos fuera de las leyes de la naturaleza con fines de producir sorpresas, alegrías, bondades y felicidades. La magia produce todos los actos donde la naturaleza se manifiesta en todo su esplendor; el canto de las aves, el nacimiento de las flores, el arco iris después del vendaval, la salida del sol, la luna en plenilunio, la paz, la hermandad, la buena amistad y el amor. ¡Oh el amor! es la máxima expresión de la magia. ¿Qué hay más mágico que el amor? El amor une; es el encuentro, y los hijos son obras mágicas producto del amor, y representan el presente y el futuro. Es mágica la continuidad de la especie, la hermandad entre los hombres, la buena amistad y hacer el bien.

Hizo una pausa e iba a proseguir con su explicación cuando observó que uno de los curas de la Misión lo escuchaba atentamente; al punto le preguntó:

-¿Y el significado del amor para usted?

Sin hesitarse el cura contestó escuetamente:

-Yo llegué a la selva por amor a Dios, y en la selva encontré la magia de mi propia felicidad sirviendo a mis semejantes, y con esa felicidad me iré de este mundo. Porque, en definitiva, todos los actos en la vida realizados con amor, expresan el final sublime de la magia.

Sin embargo, en nuestra Argentina de hoy reina el mal de la grieta, donde campea el odio y no el amor en uno y otro lado. Es un zanjón imaginario en el cual no hay adversarios, hay enemigos.

Si hacemos un poco de historia veremos que tres generaciones de argentinos hemos crecido con el eslogan “liberación o dependencia”. Perón mismo señaló que en 2000 a los hijos de este suelo nos encontrarían unidos o dominados. Cuánta razón tenía, porque estamos dominados y divididos, no por los imperialismos en pugna -Estados Unidos, Unión Europea, Rusia, China-, sino por nuestras emociones- que les ganan por varios cuerpos a la razón y al sentido común. Porque en verdad, ahora se carece del razonamiento surgido de un pensamiento coherentemente crítico y ecuánime, y tampoco hay diálogo. Nefastamente a esta herramienta fundamental del entendimiento y la comprensión la convirtieron en arma de agresión apuntando al enemigo. ¿Y el enemigo quién es? Es el exadversario de uno y otro bando, porque en nuestra Argentina no existen más adversarios; es una entelequia, pues se los ha eliminado como se elimina a las infestaciones. Asimismo, las acciones que surgen y, por lógica consecuencia crean reacciones contestarías que deberían ser razonables, aquí generan cadenas de petardos que les estallan a quienes se animen a opinar. Y si opinan, los opinadores devuelven bazucas y granadas verbales.

En el mientras tanto de nuestros petardos internos el mundo sigue andando, imponiéndose el pensamiento hegemónico moderno de los viejos y nuevos imperios en pugna: “Dividirlos para penetrarlos sin tiros”. Modelo impuesto en Occidente por los poderosos del planeta, desde la caída del muro de Berlín. Práctica inaugurada primigeniamente por los yanquis, aplicada después por la Comunidad Económica Europea; luego por los rusos, aunque siguen empleando el garrote, y ahora los chinos de la mixtura pragmática de capitalismo-comunismo. Ellos conforman la exclusiva mesa de poker para cuatro que se va instalando con miras al futuro. ¿Y el futuro? Dio comienzo a mediados del siglo pasado, cuando los rusos mandaron al espacio a la perra Laika en 1957. Y la misión Apolo Xlll con los tres hombres a la Luna indicaba el portentoso comienzo de la era espacial con todas las consecuencias inimaginables. Lo más espeluznante es que técnicos del espacio, especialmente de la Nasa, esperan construir para antes de fin de siglo satélites gigantes de varios kilómetros de diámetro que albergarán científicos, técnicos y obreros. Cómo estos satélites están liberados de la gravedad, la industria podrá elaborar productos pesados y más barato que en la tierra. Se prevé que en estas superestaciones orbitales, parejas de astronautas den nacimientos a niños del espacio, es decir a “niños del futuro”. Y, volviendo a la liberación o dependencia de un país donde la grieta entre argentinos se agranda, debemos colegir que Perón se equivocó, de lo contrario hubiera dicho “El 3000 nos encontrará unidos o dominados”.

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