Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El Parque Paraguayo

viernes 09 de julio de 2021 | 6:00hs.

La primera mensura realizada a Trinchera de San José -segundo nombre de la ciudad de Posadas- en el año 1871, por el agrimensor Francisco Lezcano, deslindó cuatro plazas dentro de aquel damero de ciento sesenta y nueve manzanas, envueltas por cuatro “calles anchas” - las que conocemos como las  “cuatro avenidas” actualmente, que determinan el casco histórico -; la plaza principal quedó establecida por las –hoy- calles Salta, General Paz, Tucumán y 25 de Mayo, razones que dan para otro viernes trasladaron ese rol a la plaza 9 de Julio; sin embargo en aquellos tiempos -período de Territorio Nacional  existió una quinta plaza: la Plaza de Armas del Cuartel, en inmediaciones de Punta Gómez, sobre la barranca, donde habían trasladado a los uniformados a finales de 1899.

Cuando el Gobernador del Territorio Rudecindo Roca transitaba el octavo año de su mandato, en junio de 1889, informó a la Municipalidad de Posadas su intención de incorporar a la traza existente, es decir al plano general del pueblo, la subdivisión de las Chacras 161 y 162 -de su propiedad- hecha por el agrimensor matriculado Máximo Arigós semanas antes, simulado como un pedido a considerar, ofreció a cambio donar los terrenos de las “calles y plazas públicas”, con una condición: se respetaran los nombres que él mismo había colocado en las arterias, a modo de homenaje por la participación en la Guerra de Triple Alianza, de oficiales a su mando - designaciones vigentes hasta la fecha en el barrio de Villa Sarita-.

De más está decir que Roca presionó la ampliación de la mensura original y la contratación de Arigós para esa tarea; la quinta plaza se popularizó como la “plaza del Cuartel”, en el “Barrio de los Cuarteles” –como dato anecdótico tiempo después, Rudecindo demando al Ejecutivo Municipal y reclamó el pago de esos terrenos– y la vida transcurrió hasta que una tarde, en vísperas de la primavera, pasó una catástrofe.

El 20 de septiembre de 1926, al anochecer, el viento se trasformó en tormenta sobre Posadas; en la orilla de enfrente se tornó en ciclón; en cuestión de minutos destruyó todo a su paso, la zona baja y la zona alta de Encarnación, miles de víctimas, daños materiales jamás vistos ni imaginados; cuando hubo algo de calma, tres personas  en una canoa cruzaron el río y pidieron ayuda, el sacerdote Kreusser, el mecánico Jorge Memmel y el marinero Daniel Rodríguez -apodado “ministro”-, uno se dirigió a la Iglesia San José y los otros dos a la Logia Roque Pérez.

Sin demora, salieron a brindar auxilio, en canoas, con los ferrys, Posadas puso a disposición todos los recursos con que contaba; casi 24 horas después desde Asunción llegó más asistencia; es difícil poner en palabras la dimensión de lo ocurrido, prácticamente todas las familias encarnacenas tuvieron pérdidas humanas, más de la mitad de la población perdió sus viviendas, sus emprendimientos, sus fuentes de trabajo. Lentamente se reconstruyó la vida…

Un año después, dice la tradición oral local, los vecinos de la ciudad de Encarnación, en agradecimiento por la ayuda y contención brindada donaron a los posadeños una pirámide de asperón rojo, para perpetuar los ancestrales lazos de hermandad; se la emplazó en la zona de Punta Gómez, en la Plaza del Cuartel, lugar visible desde la costa paraguaya; casi sin querer el nombre del lugar fue cambiando a “Parque Paraguayo”, tanto prendió la nueva designación que, en la década de 1940, el Concejo Municipal capitalino dictó el instrumento legal que asignó el nombre del Parque República del Paraguay.

El 20 de diciembre de 1940, en un gran acto popular se dejó inaugurada la “Costanera Norte” de la ciudad, con un concepto peatonal, se aprovechó el desnivel natural existente allí, con un proyecto del arquitecto Bustillo se diagramó una especie de paseo, aprovechado de inmediato por los vecinos; a un lado, el lugar bailable bautizado “Parque Japonés” inundaba con la algarabía de las cuatro pistas habilitadas -la “Cremé”, “Palmolive”, “Saldos y Retazos” y “Puloil”- colmando con música en vivo a la zona, años más tarde un voraz incendio consumió sus instalaciones para siempre.

Como toda sociedad, la dinámica no se detuvo y el “progreso” tampoco; en 1961, Posadas fue elegida como sede del Campeonato Nacional de Basquetball del año siguiente y se la debió dotar de un lugar acorde para semejante contienda, con la cancha reglamentaria; al parecer no hubo muchas discusiones al respecto, rápidamente se decidió la construcción de un anfiteatro en la Costanera existente entonces; para evitar malentendidos se plasmó lo resuelto en la Ley Provincial N° 94 de ese año

La novedad no fue no fue recibida con júbilo por el vecindario, sacrificar un paseo tradicional resultaba un costo muy alto, sin embargo, la obra se llevó a cabo; en tiempo récord, bajo la responsabilidad de profesionales del medio -Pomar, Contristano y Bertran- y la competencia fue un éxito; en noviembre de 1963 allí nació el Festival del Litoral; desde el principio el anfiteatro se denominó “Manuel Antonio Ramírez” y en 1992 se designó como “Alcibíades Alarcón” al escenario.

El Parque Paraguayo es, sin dudas, un lugar emblemático de Posadas, durante décadas fue el sitio obligado del paseo dominguero, de las rateadas escolares, de primeras citas, poco a poco se le incorporaron esculturas como la del Mariscal y el Guitarrero, el parquecito infantil con el legendario “gusano loco” … cuando se inauguró el primer tramo de la actual Avenida Costanera –en 1999-, el Parque cayó en desuso, años de olvido, de poca gente en sus veredas, varios proyectos implementados no dieron el resultado esperado.

Un día, nuevos aires soplaron, con los edificios remozados del Museo Cambas y la Cámara de Representantes provincial, la modernización del trazado y las luminarias el vecindario volvió a él, a disfrutarlo, a revivirlo, a descubrirlo en algunos casos

¡Hasta el próximo viernes!

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