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Actitud de ganador que le permitió triunfar

Peter Dinklage supo desde chico que quería ser actor. Se formó, estudió para ello y sacrificó cientos de ofertas que lo encasillaran por su enanismo. Finalmente su trabajo en Game of Thrones le permitió saltar definitivamente a la fama
domingo 20 de junio de 2021 | 6:00hs.
Actitud de ganador que le permitió triunfar
Actitud de ganador que le permitió triunfar

A Peter Dinklage nada lo detuvo para cumplir su sueño de ser actor. Con sus 1,35 centímetros de altura, conoció de primera mano la discriminación. Pero su temperamento le permitió superar las burlas por su estatura, para convertirse en uno de los actores mejor pagos en la actualidad e incluso ser considerado un sex symbol por su personalidad arrolladora y carismática. Su seductora voz y su talento lo hacen irresistible al público.

Desde pequeño supo que padecía acondroplasia, una condición que afectaba el crecimiento de sus extremidades y la columna vertebral, su familia siempre le inculcó la confianza necesaria para lograr lo que se propusiera.

Pese al dificil panorama que enfrentaba en una industria compleja y estereotipada como la de Hollywood, rechazó muchos trabajos cuando era un absoluto desconocido. Se negó a toda costa a ser encasillado por su estatura. Perdió la cuenta de las cantidad de veces que le ofrecieron trabajos como duende. Sabía que estaba para más. La carrera que hoy tiene lo construyó diciendo que no.

En un discurso ante los graduados de Bennington College en 2012, donde estudió arte dramático de joven, el neoyorquino les anticipó un futuro duro, pero los instó a que nada los detuviera. “Esperé mucho tiempo en el mundo antes de darme permiso para fallar. Por favor, no se molesten en decirle al mundo que están listos. Enséñalo. Hazlo“, dijo y concluyó con una cita de Beckett: “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.

Muy reservado y discreto sobre su vida personal se rehusa a tener redes sociales. Defensor de los derechos de los animales y vegetariano desde los 16 años, en todas las películas o series que se lo puede ver comiendo carne, pero en realidad es tofu que él mismo provee a las grabaciones. Hoy, a sus 52 años, disfruta de su estatus de estrella.

Uno más
Nacido en una familia de clase baja en Morristown, Nueva Jersey, desde chico desarrolló una personalidad extrovertida gracias al apoyo de sus padres. “Nunca hablé de mi estatura con mi familia. No había nada que explicar. Es como tener que explicar tus manos. Creces con ello, es parte de ti, no es algo que aparece de repente una noche, como por ejemplo, una enfermedad”, declaró a Rolling Stone en 2012.

Sin embargo, reconoció que enfrentarse a sus circunstancias fue doloroso y le afectó, sobre todo en su infancia. Su adolescencia transcurrió, según él, como la de cualquier adolescente.

“Cuando era más joven, definitivamente, dejé que me afectara. Estaba amargado y enojado. Pero al crecer, te das cuenta de que solo debes tener sentido del humor. Sabes que no es tu problema, es de ellos”.

Peter descubrió su vocación artística siendo un niño gracias a su hermano mayor, Jonathan. A los seis años y junto a Jonathan, tocaban el disco Quadrophenia de The Who con instrumentos que construían.“Hacíamos todo el disco y vendíamos entradas. Poníamos los altavoces bocabajo en el suelo de arriba para que la música sonara a través del techo”, contó.

Cuando terminó la secundaria fue por su gran sueño. Con dieciocho años, se graduó en la escuela Delbarton, en su ciudad natal y cuatro años después se graduó de la Bennington College, en Vermont. Después se mudó a Nueva York.

Según contó a The New York Times, al principio apenas conseguía trabajo como actor porque se negaba a interpretar personajes estereotipados que ofrecían a las personas con enanismo. Fue parte de proyectos independientes tanto en cine como en teatro que le permitieron formarse como actor pero que no pagaban las cuentas. “Quería estar orgulloso de lo que hacía. Tenía otros trabajos. De oficinista, de limpiador… Cualquier cosa. Y así iba tirando. Pero era una cuestión de dignidad”.

Pero su suerte cambió en 1995. A los 26 años, Dinklage debutó en el cine con Vivir rodando, una comedia negra protagonizada por Steve Buscemi. Pero no fue hasta 2003 y la película The Station Agent que logró hacerse un nombre en la industria.

Su consagración definitiva llegó con Game of Thrones. Al principio, el actor dudó porque le dijeron que la trama tendría mucha fantasía y temió caer en lugares comunes. Afortunadamente, lo convencieron y el resto es historia. Gracias a su actuación aclamada por la crítica, no solo ganó un Globo de Oro y tres premios Emmy, sino también una legión de fanáticos devotos.

Ni modelo ni burla
A pesar de que en un discurso en los Globos de Oro, mencionó a Martin Henderson, un actor que murió al ser golpeado por ser enano, nunca se involucró en las causas por discriminación. “He dicho lo que quería decir. No creo que haga bien a la salud pensar en lo que habríamos querido siempre ser y que sin embargo no somos”, reflexionó. “Es algo que distrae y hace perder el tiempo. Cada uno en la vida tiene sus penas y sus desafíos”.

Dinklage tiene una personalidad arrolladora. Aunque dice que ‘‘lo de sexy no me lo creo ni por un minuto”, reconoce que la seguridad le juega a favor e incluso sus compañeros aseguran que es un auténtico seductor. Dinklage se casó con Schmidt en secreto en Las Vegas en 2005, antes de que el éxito de GOT se instalara en su vida. “Tuve que ir a la ciudad para participar en un evento benéfico y, ya que estábamos ahí, decidimos hacerlo. Fue un poco solitario. Tenemos un video en VHS de la boda que nadie verá nunca porque lo enterramos dentro de una caja”, confesó.

La pareja tiene dos hijos (nunca revelaron sus nombres públicamente) y vive en una zona rural a las afueras de Nueva York. Sobre la fama, bromea: “Me encantaría pasar inadvertido, pero mido 1,35. Si un fan lo reconoce por la calle, prefiere hablar y no una foto sacada sin permiso. “¿Acaso no es mejor presentarse y conocer a la persona que robar una foto borrosa?”, se pregunta. Y cuando le preguntan que quiere inculcarles a sus hijos es muy claro: “A que luchen por sus convicciones. Yo soy un luchador. No estaría aquí, si no lo fuera”.

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