Sólo el 14% de los niños en estado de adoptabilidad
Los tiempos son clave al momento de garantizar derechos, sobre todo de niños y adolescentes. La ley establece que el plazo máximo para permanecer en los hogares convivenciales es de 270 días, es decir, nueve meses. Lo cierto es que, en Misiones, sólo el 11 % cumple lo estipulado y el 85 % excede ese tiempo. Incluso hay situaciones en que un niño transcurre tantos años en el hogar que termina su paso cuando cumple la mayoría de edad, sin haber tenido la oportunidad de crecer en familia.
Los datos se desprenden del Registro Único de Niños, Niñas y Adolescentes Institucionalizados (Runnai) y corresponden a 2020. El Runnai se encuentra en funcionamiento en la Defensoría de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, dependiente de Vicegobernación.
Según el informe estadístico “del total de niños, niñas y adolescentes institucionalizados, sólo el 14% se encuentra declarado en situación de adoptabilidad, en términos absolutos esto representa a 31 niños”.
“En Misiones, durante el segundo semestre de 2020, había 221 niños, niñas y adolescentes institucionalizados. De ese total se sabe que 55 de ellos tienen hasta 6 años de edad, lo que representa el 26%, de los cuales 25 tienen hasta 3 años, es decir, es el 11 %.
“Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a vivir en familia, a una familia; así como a su protección especial e integral.
Las medidas excepcionales de protección en instituciones residenciales de acogimiento alternativo deben prolongarse el menor tiempo posible y ser la última opción para el cuidado alternativo, debido a que la institucionalización que perdura en el tiempo generan secuelas en el desarrollo integral, afectando sus capacidades vinculatorias con la comunidad, no permitiéndoles establecer redes de contención distintas a las que encuentran en la institución”, sostuvo en diálogo con El Territorio, Marcelo Sussini, abogado de la Defensoría del Niño, y agregó, “además de no poder desenvolverse libremente fuera de esos espacios”.
“Los especialistas hablan de un síndrome de institucionalización que, implica no desarrollar habilidades para ver un futuro fuera de las mismas y les dificulta encontrar oportunidades para una vida plena. Debemos avanzar en políticas públicas, que permitan contener, asistir y que faciliten el egreso de los niños, niñas y adolescentes lo más pronto posible de las instituciones residenciales de acogimiento, conocidos como hogares”, destacó.
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