Aumentar dos grados no es una opción

martes 01 de diciembre de 2020 | 6:00hs.

La emisión de gases que genera nuestra vida diaria -principalmente del carbono- genera en la atmósfera del planeta esto que conocemos como el efecto invernadero. Una cubierta de gases alrededor de la tierra que funcionan como gran jardín de inverno, atrapando los rayos del sol y conservando el calor.

Inicialmente sabemos que esto es bueno, es lo que permite la vida en la tierra y nos abriga. En los últimos 170 años, los procesos industriales y la sociedad de consumo nos han llevado a producir demasiados gases para el efecto invernadero, entramos en una etapa de excesivo calentamiento global. Esto, sumado a la destrucción de la naturaleza, el daño que le hemos provocado sin recapacitar a nuestro ecosistema, ha acelerado todos los procesos.

La comunidad científica hoy afirma que el planeta aumentó su temperatura en 1° desde mediados del Siglo XIX, creando un cambio climático sin precedentes, costando daños irreparables, vidas humanas, extinción de especies y de la biodiversidad, y poniendo en peligro la continuidad de la vida en la tierra.

Continuar con nuestro estilo de vida contemporáneo va a provocar que lleguemos a subir en 2° la temperatura del planeta, lo que significaría el fin de las posibilidades de vida, al menos como la conocemos. En la actualidad, el cambio climático es la amenaza principal de la humanidad y aumentar dos grados no es una opción.

Frente a este problema, las naciones del mundo acordaron en el llamado Acuerdo de París de 2015, trabajar mancomunadamente y sin descanso por mantener por siempre debajo de 1,5° el aumento de la temperatura de nuestro planeta. Y para alcanzar esta meta, ya no nos queda tiempo para perder.

Según un informe de 2018 del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, sin la rápida disminución de las emisiones de carbono, enfrentaremos cada vez más graves impactos en los ecosistemas. Aunque sea díficil de imaginarlo, aumentando sólo 1,5° el 9% de las personas en la tierra estarán expuestas a olas de calor récord. Con un aumento de 2°, el 28% de los habitantes de la tierra (en 2050 serán 2.716 millones de personas) estaría expuesto a estas temperaturas récord. Mantener el calentamiento global por debajo de 1,5º es posible, necesario y urgente, concluye el informe.

Para esto debemos ocuparnos de reducir en un 45% nuestras emisiones de carbono en los próximos 10 años, hacia 2030, y haber reducido el otro 65% en el 2050.

Es imperativa la neutralidad carbono en 2050, estamos en una carrera contrareloj y para lograrlo es necesario cambiar nuestros hábitos, trabajar desde los gobiernos con una voluntad política real en la acción climática y acelerar la transición energética de todos los sectores, energía, transporte y alimentación.

Por todo esto, el 11 de diciembre próximo, cuando se cumpla el quinto aniversario del Acuerdo de París, todas las ciudades pertenecientes al C40, grupo de ciudades que aúnan esfuerzos para reducir las emisiones de carbono en la atmósfera y adaptarse al cambio climático, presentaran sus planes estratégicos hacia el 2050.

No necesitamos infraestructura para ir más lejos y más rápido, para luchar contra el cambio climático necesitamos poder acceder a los servicios esenciales para nuestra calidad de vida con transportes que tengan muy bajas emisiones de carbono, o ninguna.

Como conclusión, el Premio Nobel Muhammad Yunus propone que la hoja de ruta para el futuro sea lo que denomina triple cero: cero carbón, cero exclusión y cero pobreza.

El futuro está en manos de las ciudades, el 66% de las personas vivirán en ciudades en el 2050, por lo tanto es aquí donde deben darse los cambios más drásticos.

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