El artículo que Abdón no concluyó

miércoles 04 de noviembre de 2020 | 5:01hs.

El 2 de noviembre es el día de todos los muertos, fecha de recordación de nuestros deudos y también de fantasmas, duendes y aparecidos. Al respecto, contaba Abdón Fernández en uno de sus relatos en el diario El Territorio, que sobre la ruta 12 antes de llegar a Candelaria y a la altura del establecimiento Santa Cecilia, propiedad de la familia de Carlos Navajas, hombre de campo que un buen día del año 74 se mandó un remate-feria-ganadera como nunca hubo en la provincia bajo el feliz eslogan “Misiones es ganadera”, y precisamente frente a la capilla del predio -escribía- solía cruzarse un individuo que aparecía de la nada y se perdía en lontananza como si nada. Se hablaba de un “aparecido” y tuvo vigencia por varias lunas, pues al presente es solo recuerdo de pocos vecinos, aunque algunos aseguran haberlo visto y por vergüenza callan.  

Carlos Navaja reía cuando le evocaban al “aparecido” de su campo. A él, se lo recuerda como un entusiasta emprendedor agropecuario lleno de ideas que integraba la Comisión Provincial de Sanidad Animal, como representante de los ruralistas en la época en que Argentina luchaba contra la aftosa. Enfermedad que discriminaba el precio de la carne argentina considerada la mejor del mundo, cuyo valor en los mercados internacionales era la mitad del que percibían otros países por su carne de inferior calidad, resultado de haberla eliminado. Pues bien, Carlos, desde su lugar gremial fue puntal y uno de los iniciadores de la lucha anti aftosa en la provincia, por cuanto de su propio peculio adquirió las primeras dosis de vacunas para su aplicación. No solo eso, bregó por la inexistente Ley de Marcas y Señales en recordada jornada cuando en el recinto de la Cámara de Diputados, sentado en el lugar de invitados, asistía al diputado del PJ Carlos Freaza que, en ida y vuelta, venía a consultarlo para que la ley saliera sin tapujos. Estaba a su lado en época del que pensaba distinto era adversario político, no enemigo. Y bien vale el recuerdo de un tipo que se fue joven de esta vida, con la actitud propia del hombre de bien y buena voluntad.  

¿Y los fantasmas?  son aparecidos de supuestos espíritus de almas errantes de seres muertos que se manifiestan entre los vivos en forma visual. También a través de sonidos o movimientos de objetos en lugares que solían frecuentar en vida. La biblia habla de la relación de los mortales con los ángeles, pero no con las animas, pues se trataría del demonio. Otros juran que son almas errantes que no pueden entrar al cielo debido a que murieron sin pecado, pero sin creer en Dios. Una especie de limbo, espacio que en la vida real suelen estar muchos políticos.

El temor por los fantasmas se remonta a tiempos inmemoriales y fue compartido por todas las civilizaciones debido al temor pagano por las desconocidas sombras salidas de ultratumba.  Ya los egipcios tenían tratos preferenciales con los muertos a quienes embalsamaban y construían tumbas especiales. Las pirámides son ejemplos, fueron construidas para depósitos de faraones destinados a alcanzar la eternidad.

En Misiones se cuentan por docenas imágenes de aparecidos. En Apóstoles hay personas que aseguran la existencia de sombras oscuras en cercanías del cementerio del pueblo. Lo mismo existen versiones en otros lugares del interior provincial.  En Posadas se recuerda a la dama que bailó toda la noche en el Parque Japonés con un joven militar. Al terminar el baile le acompañó a la muchacha hasta su casa cediéndole la chaqueta por el fresco de la madrugada. Al otro día regresó en busca de la prenda y le dijeron que ella falleció hacía varios años. Intrigado fue al cementerio y sobre la tumba de la dama se encontraba la chaqueta. La celebración de la fiesta dedicada a los difuntos viene de la época pre colombina. En la mayoría de las culturas persigue el objetivo de apaciguar a los muertos que vagan por la tierra sin encontrar el lugar de reposo. La iglesia católica estableció la fecha para recordar a los difuntos fieles, basado en la doctrina de que las almas al morir no son libres de pecados menores y no pueden alcanzar la vida eterna. Se les ayuda mediante rezos y el sacrificio de la misa. Otro santón venerado es San La Muerte, santo pagano no canonizado y repudiado por la Iglesia Católica. Se trata de un esqueleto cubierto por una túnica negra y, en su mano derecha, una guadaña que señala que a cada uno le llegará “su hora”. Sus seguidores recurren a él para que interceda ante Dios frente a una situación adversa, y también para que haga un mal a otro, generalmente rival o enemigo. La leyenda se originó en tierra guaraní, cuando un monje jesuita fue acusado falsamente de actos de brujería por la autoridad local. Encarcelado por largo período y sin asistencia, sus carceleros al ir a liberarlo se encuentran con el esqueleto del pobre monje con el brazo levantado como acusando. Termina la versión, con la muerte misteriosa de los que habían participado de su encarcelamiento.

Horrible es lo que ocurrió en Santa Fe el 13 de octubre pasado. Encontraron un cadáver decapitado y con signos de canibalismo enterrado bajo un altar de San La Muerte. Cosa de sus fanáticos adoradores.

El artículo que Abdón no contó, fue cuando visitó Asunción invitado por un diario local. Y caminando en noche calurosa, frente al Panteón de los Héroes, vio pasar a una figura que salió de la nada vistiendo un viejo uniforme de la Guerra Guazú diciendo *no soy quien soy*. 

Intrigado consultó a colegas del diario. Éstos, evitando caer en el debate entre el lopizmo y del antilopizmo que dividió -y sigue dividiendo- a la sociedad paraguaya, comentaron que, según opiniones, los pocos huesos desenterrados que encontraron después de 60 años a orillas del río Aquidabán, y que descansan en el Panteón, no son del Mariscal. No obstante, serán de heroicos paraguayos muertos en la contienda, expresó Abdón cuando preparaba el artículo. No concluyó, falleció días antes, el 26/06/2004.

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