Temor por una presunta disputa narco detrás del ataque a balazos en Oberá

lunes 27 de noviembre de 2017 | 6:00hs.
El Gordo Candia se aloja en el mismo domicilio donde fue detenido.
El Gordo Candia se aloja en el mismo domicilio donde fue detenido.
La reciente detención del narcotraficante Daniel Ricardo “Chino” Dos Santos (29) por haber baleado a un hombre estando en libertad condicional, encendió la alarma entre los vecinos del barrio Cien Hectáreas que relacionaron dicho episodio con una presunta disputa territorial pero en paralelo, alertaron que sus cómplices en la venta de drogas también gozan de salidas transitorias desde hace aproximadamente dos meses, generando miedo en la zona.
Son Alex Alberto Antúnez (31) y Aldo Gustavo Candia (33), conocido como Gordo. Los dos -al igual que Chino- admitieron en un juicio abreviado realizado en diciembre de 2016 que durante un buen tiempo lideraron la “banda del Gauchito Gil” por medio de la cual vendían estupefacientes en distintos barrios, siendo condenados a cuatro años de prisión.
Pero el reconocimiento del delito no fue suficiente para que cumplan la totalidad de la condena en la Unidad Penitenciaria Federal de Candelaria. Bajo tuición personal de familiares directos y la propia palabra de honor (juraron portarse y desarrollar actividades legales) entre fines de agosto y mediados de septiembre lograron los permisos necesarios para salir de prisión.
En ese contexto la sospecha de la comunidad es que el trío persiste en el negocio que los llevó a ser condenados, lo que por estas horas se investiga. Es más, el intento de Dos Santos de asesinar a un hombre el sábado a la madrugada fue ligado con la supuesta disputa del negocio narco que quedó descubierto y tendría a otros interesados en explotarlo.
El dato es manejado con cautela por los investigadores, que por ahora no descartaron que el ataque a balazos tenga ribetes narcos. En la instancia indagatoria el acusado podrá dar su versión, pero eso ocurrirá recién a mediados de esta semana.
Si bien es una hipótesis, los testimonios de vecinos a este matutino son coincidentes que los tres sospechosos en la mira “son temidos en el barrio, siempre se manejaron con impunidad llevándose a todo el mundo por delante y haciendo desastres. Se juntaban a fumar marihuana o vender en la esquina del colegio, del club, por eso cuando los detuvieron nos quedamos tranquilos pero ahora que están sueltos andan armados y dispuestos a todo” concluyeron.
En ese sentido -sin identificarse por miedo- indicaron que hace poco el trío fue visto en la casa que Dos Santos fijó como domicilio para obtener la libertad condicional, que casualmente es la misma donde funcionaba su búnker y en la cual el sábado volvieron a incautar marihuana.

Libertad condicionada
Según las averiguaciones que hizo El Territorio a instancias del alerta vecinal, tanto Candia como Antúnez lograron a fines de septiembre el beneficio de salidas transitorias, como paso previo a su libertad absoluta prevista para mediados de 2019.
El permiso -otorgado por el mismo Tribunal Federal que los condenó por el delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización- indica que solamente dos fines de semana por mes pueden salir del penal para alojarse en los domicilios propuestos. Uno está sobre la avenida Yerbal Viejo, en Cien Hectáreas y el otra en calle Hultgren de barrio 80 Viviendas, siendo estos inmuebles los que en su momento fueron allanados porque en ellos se concretaba la venta de droga.
Según lo explicado en los fallos que decretaron el beneficio, bajo tuición personal dos familiares directos asumieron responsabilidad penal por cualquier desliz de los encartados y en paralelo, bajo palabra de honor éstos prometieron llevar adelante una vida tranquila, alejada de los excesos.
En el análisis de los magistrados se contemplaron los informes sobre sus conductas adentro de la cárcel, aportados por el Servicio Criminológico y Consejo Correccional. Dichos documentos dan cuenta que el comportamiento de éstos “es ejemplar, no fueron pasibles de sanciones disciplinarias, observaron los reglamentos carcelarios y acataron normas que regulan la convivencia y disciplina” lo que generó “un concepto positivo de reinserción” y se evaluó que “los egresos transitorios habrán de actuar favorablemente”.
Con Dos Santos se equivocaron. En cuanto a sus cómplices, sus conductas están siendo observadas y en el barrio piden a gritos que permanezcan privados de su libertad. “El mercado que explotaban es pretendido por otros y al parecer no están dispuestos a entregarlo” se sugirió en el barrio, dejando como ejemplo que el hombre baleado sería el inicio de una guerra narco.


Cabecillas, dealers y soldaditos La detención de Dos Santos se dio en paralelo con la de Candia y Antúnez, en junio de 2015, en el marco de una serie de allanamientos realizados por efectivos de Gendarmería Nacional después de las denuncias anónimas que hicieron los propios vecinos.
Uno de los operativos fue en la vivienda del primero sobre la avenida Picada Argentina, a menos de cincuenta metros del Bachillerato 10 y una cuadra de la Escuela 448. En ese lugar incautaron la mayor cantidad de evidencia que dejó al descubierto la venta al menudeo de diferentes tipos de drogas, tal cual fue denunciado: Tres kilos de picadura de marihuana acondicionada en paquetes de entre cinco y quince gramos, además de tizas de xilocaína utilizada para estirar cocaína antes de ser comercializada.
También encontraron en distintos compartimientos quince teléfonos celulares con sus tarjetas de memoria y chips de distintas empresas, que fueron peritados y se pudo conocer el entramado de la estructura narco, que incluía a dealers y soldaditos para la distribución domiciliaria.
El despliegue federal incluyó también dos propiedades ubicadas sobre la avenida Yerbal Viejo (frente a la cancha del Club Ex Alumnos 185) donde fue detenido Candia y se replicó en el barrio 80 Viviendas, donde capturaron a Antúnez.
Las intervenciones telefónicas y seguimientos encubiertos de varias semanas determinaron los roles de cada uno. Se concluyó que utilizaban una luz en el interior de una ermita del gauchito Gil para avisar cuando había marihuana. De ahí el nombre de la banda.