Aterrizó entre dos plantas de naranja

Domingo 20 de octubre de 2013
Uno de los iniciadores de la aviación en esta zona fue el vecino Rogelio Gabriel Ramírez.
Un personaje multifacético si los hubo, este costado es uno de los menos conocidos del referido.
“Estábamos promocionando una fiesta popular para recaudar fondos para comprar el primer biplaza de nuestro Aeroclub. Ramírez era un avezado piloto que venía de una interesante experiencia como aviador en Entre Ríos. Y en esa época resultaba muy llamativo y efectivo propalar los eventos colocando una bocina -parlante- en el avión orientando la boca hacia abajo para parlantear”, se recordó.
“En esa novedosa actividad estaba Rogelio cuando se le ocurrió invitar para la última vuelta de propaganda a don Hugo Basile, vecino e inquieto colaborador”, evocó el doctor Juan, contemporáneo de aquellos intrépidos hombres.

Carreteo
“Cargaron también una batería para alimentar el equipo de sonido, subió don Basile y carretearon en la pista que, por entonces, estaba en lo que hoy es la cancha de fútbol de Atlético Aristóbulo”, según las palabras de Yaluk.
“Despegaron lentamente pero, por el excesivo peso, no pudieron tomar altura. En las cercanías, justo en dirección al eje de la pista, había una hilera de altos eucaliptos ubicados a unos 500 metros, bordeando terrenos de la familia Pretto. Ante le impotencia de la máquina, Ramírez creyó que no iba a superar los árboles, los desvió inclinándose pero así perdió estabilidad. No pudo enderezar”.  
Nos contó Ramírez que le dijo a Basile “nos caemos don Basile” y que éste contestó tranquilamente: “y, qué le vamos a hacer”.
Se vinieron abajo, con tanta buena suerte que aterrizaron entre dos plantas de naranja, pero ilesos ambos.
“Los tripulantes sin un sólo rasguño pero la máquina quedó maltrecha”, siguió relatando Yaluk.
El tremendo susto fue comentado en la región por mucho tiempo. Aconteció en la década de los años 70.
“El dueño de la máquina era un ingeniero que trabajaba en una empresa de Paraíso, San Pedro, que se apiadó de nosotros y cobró muy poco de lo que necesitó para restaurar el aparato”.
Yaluk recordó que Ramírez era, entonces, a la vez presidente del Aeroclub aristobuleño.
La entidad atravesó varias etapas críticas y de esplendor. “Llegamos a contar con una Escuela de Vuelo avalada por la Fuerza Aérea. Entre los egresados estuvieron Chacho Koch, el doctor Jorge Sartori y su esposa Miriam, de Campo Grande, entre otros”, contó.

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