Lucas Wasyluk: “Tenía 10 años cuando la Policía mató a mi papá y eso me afectó”

lunes 27 de abril de 2020 | 3:00hs.
Lucas Wasyluk: “Tenía 10 años cuando la Policía mató a mi papá y eso me afectó”
Lucas Wasyluk: “Tenía 10 años cuando la Policía mató a mi papá y eso me afectó”
Por Daniel Villamea

Por Daniel Villamea Corresponsalía Oberá

“Yo compartía mucho con él, era muy bueno conmigo, muy cariñoso. Lo extraño, me hace mucha falta. Yo tenía 10 años cuando la Policía mató a mi papá y eso me afectó mucho, no entendía por qué hicieron eso, si están para cuidarnos. Ahora entiendo un poco más las cosas y quiero justicia para mi papá. Que los culpables paguen”, reflexionó Lucas Wasyluk (19), hijo de Hugo Miguel Wasyluk (38), asesinado a golpes por efectivos de la Policía de Misiones.

El cadáver de la víctima fue hallado el 26 de abril del 2011 en una celda de la Seccional Primera de Oberá. La autopsia determinó que la víctima falleció por un “shock hipovolémico y asfixia por aspiración de líquido intestinal”.

Wasyluk sufrió una hemorragia masiva que impidió que su corazón pueda bombear suficiente sangre al cuerpo y sus órganos dejaron de funcionar. A consecuencia de ello, aspiró su propia materia fecal.

El cadáver presentaba “múltiples lesiones traumáticas a nivel torácico de tipo compresivas, producidas con gran peso”, se cita en el expediente, como también que uno o más uniformaron lo atacaron a rodillazos estando tendido.

En tanto, las marcas que se observaron en sus muñecas explicitaron que fue agredido estando esposado, por lo que tampoco tuvo la mínima posibilidad de defensa, lo que desactivó el argumento policial de que el detenido opuso resistencia a la autoridad.

Ayer se cumplieron nueve años del asesinato y aún no se fijó fecha para juzgar a los trece policías imputados, la mayoría de los cuales siguen trabajando bajo la órbita de la Unidad Regional II de Oberá, varios con altos cargos.

“Me sacaron a mi papá de la peor forma y lo único que quiero es que los culpable paguen. No quiero venganza, quiero justicia”, remarcó el hijo de la víctima. 

Atesora una foto

Por primera vez en nueve años, Lucas Wasyluk accedió a una entrevista periodística y charló con El Territorio sobre sus recuerdos, dolores y anhelos en torno al homicidio de su papá.

El año pasado terminó la secundaria, pretende estudiar la carrera de Educación Física y tiene pasión por el fútbol, donde se destaca por su potencia en ofensiva. 
“Jugué tres años en River de Villa Bonita y ahora juego en la liga libre de Los Helechos y en Villa Bonita. El fútbol me ayudó mucho a canalizar mi tristeza, me ayudó a creer que podía lograr mis metas. Una de las cosas que más me hubiera gustado es que mi papá viera mis goles”, afirmó emocionado.

Y recordó como si fuera hoy el momento en que se enteró del homicidio de su padre. “Estaba en la escuela y mi mamá me fue a buscar más temprano, entonces le pregunté por qué y ella me contó lo que la Policía le hizo a mi papá. Me acuerdo que me largué a llorar. Después la gente comentaba cómo le pegaron y eso me afectó mucho. Por eso me tuvieron que llevar a un psicólogo”, recordó.

Al momento del hecho, sus padres estaban separados, pero el joven aseguró que tenía una relación fluida con su papá, quien vivía en la casa paterna. 
También mencionó que atesora una foto con su papá y su abuelo, un recuerdo que lleva consigo a todos lados y sintetiza el amor que perdura. 
Contó que durante años tuvo temor a la Policía, aunque lo fue superando con terapia.

“Un par de veces, ya siendo más grande, algunos policías me decían cosas y me amenazaban porque soy hijo de Hugo, como buscando que reaccione, pero yo estoy tranquilo y espero que se haga justicia, aunque pasen los años. No voy a recuperar a mi papá, pero quiero que los asesinos paguen”, remarcó. 

Los implicados

El expediente N° 61.428/2015 está caratulado como “tortura seguida de muerte, omisión de denuncia e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. 
Si bien son trece los efectivos imputados, incluido un médico policial, desde un primer momento los más comprometidos fueron el sargento Pedro De Mattos, el cabo Carlos Antonio Gómez y el agente Ricardo Javier Rodríguez, sobre quienes pesa la carátula de “tortura seguida de muerte” y podrían ser condenados a prisión perpetua. 

Los tres citados cumplían funciones en la comisaría de Villa Bonita y fueron quienes redujeron y detuvieron a la víctima, la noche del 25 de abril del 2011. 
Para la Justicia, De Mattos, Gómez y Rodríguez fueron los responsables de propinarle el mayor castigo a Wasyluk, por lo que permanecieron más de tres años detenidos. Fueron liberados en mayo del 2015 tras pagar una caución de 50.000 pesos cada uno, por lo que esperan el juicio en libertad, como los otros diez implicados.

Según consta en el expediente, luego de varios meses detenido, el agente Rodríguez decidió romper el silencio y contó con detalles cómo golpearon a Wasyluk. Incluso, argumentó que estaba amenazado por sus propios camaradas.

Por el mismo hecho están procesados Jorge Antonio Heijo y Wilson Ricardo González, acusados del delito de “omisión de denuncia de torturas e incumplimiento de los deberes de funcionario público”.

Asimismo, Miguel Ángel Espíndola, Hugo Ariel Basaraba, Carlos Ariel Lentini, Andrea Rosana Harasimezuk, Alejandro Fabián Núñez, Luis Alberto Silva, Gustavo Javier Fontana y el médico policial José Orlando Morales fueron imputados por el delito de “incumplimiento de los deberes de funcionario público”. 

“Pedía por la mamá”

Según determinó la justicia de instrucción, Wasyluk fue reducido a golpes, detenido y trasladado a la comisaría de Villa Bonita y, ya esposado, siguió sufriendo un duro castigo.

Ante el evidente malestar que presentaba, horas después de su detención -el 25 de abril del 2011 por la noche- se decidió su traslado a la Seccional Segunda de Oberá, donde no lo recibieron porque estaba muy golpeado.

Tampoco en la Seccional Primera quisieron alojarlo, ya que al observar el estado del detenido, el responsable de la guardia solicitó que fuera revisado por el médico policial en turno, José Orlando Morales, quien rubricó que padecía lesiones “superficiales”.

Por su parte, uno de los efectivos de la Primera reconoció que al entregar la guardia dejó constancia en el libro de que “el informe médico no coincidía con lo que presentaba el detenido. Estaba muy mal, como que deliraba. Pedía por la mamá y una frazada”, declaró. 

Riesgo de prescripción

Con relación al estado del expediente elevado a juicio, como último recurso para dilatar el avance de la causa, en agosto del año pasado una de las partes solicitó que el debate se realice mediante un juicio por jurados, instancia que no rige en el ámbito provincial.

En consecuencia, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazó por improcedente dicho petitorio y remitió el expediente al Tribunal Penal Uno de Oberá. 
Así, se allanó el camino para la concreción del debate oral y público que se viene postergando por una serie de planteos defensivos. De todas formas, hasta el momento el Tribunal Uno de Oberá no fijó fecha para el juicio, aunque fuentes judiciales estimaron que podría concretarse este año.

“Si bien el delito no prescribe para los efectivos en actividad y en este caso existen diferentes grados de responsabilidad, una vez que pasan a retiro aumentan las chances de beneficiarse con la prescripción. Se cumplen años del hecho y varios pasaron a retiro, lo que pone en serio riesgo la búsqueda de justicia”, subrayó una alta fuente del caso.

En el juicio oral se pretende determinar las responsabilidades de los agresores directos, los diferentes roles en la cadena de encubrimiento y la presunta negligencia que derivó en el homicidio. 


“Vi cómo le pegaban con garrotes”

En su edición del 28 de abril del 2011, este diario publicó una entrevista exclusiva a Ana Wasyluk, hermana de la víctima, quien a las pocas horas del deceso afirmó que se trataba de un caso de violencia institucional. “A mi hermano lo mató la Policía. Salió de casa sano y lo molieron a golpes, si yo vi cuando le pegaron en la comisaría de Villa Bonita y seguro que después siguieron en la Primera. Cuando vi el cuerpo no podía creer lo golpeado que estaba, si hasta le taponaron la nariz para que no siga chorreando sangre”, aseguró la mujer. También desmintió que ella misma haya denunciado a su hermano la noche del lunes 25 de abril, tal como habían informado desde la Unidad Regional II. “A mi hermano la Policía lo tenía marcado. El lunes lo vieron caminando solo por la ruta y vieron la oportunidad de agarrarle entre cinco. Más tarde me llamaron de la comisaría de Villa Bonita y vi cómo le pegaban con garrotes, aparte los policías se pusieron guantes para pegarle. Él gritaba desesperado, pero no paraban”, citó en aquella primera entrevista.


Presuntos implicados

Según fuentes del caso, el juicio oral podría complicar a otros dos policías. Se trata del actual segundo jefe de la Unidad Regional XI de Aristóbulo del Valle, comisario inspector Marcelo Chimiski, quien el 25 de abril del 2011 estaba a cargo de la comisaría de Villa Bonita; y de la oficial principal Rosa Berley, esposa del imputado Pedro De Mattos, uno de los tres principales sospechosos del homicidio. Chimiski y Berley podrían quedar implicados si se comprueba la falsificación de la firma de Wasyluk en la notificación del motivo de detención del 25 de abril a la noche, puesto que a simple vista la rúbrica es muy diferente a la original. Con el hecho consumado, surge el interrogante de por qué alguien podría haber falsificado su rúbrica, sobre todo en una dependencia policial. “Para deslindar responsabilidades, como certificando que en Villa Bonita el detenido estaba bien, sano y salvo y que pudo notificarse correctamente del motivo de su detención. Para colmo, la firma de la notificación de Villa Bonita es una especie de B larga mayúscula, cuando Wasyluk se escribe con W. Todo muy burdo, como a las apuradas”, argumentó una fuente del caso.