La Piedad y los NN: “Los cuerpos estaban acribillados”

El Cementerio La Piedad, de Posadas, representa uno de los escenarios testigo del horror, entre los años 1976 y 1983. Un relato es clave para graficar la logística de los crímenes.

Ramón L. empleado del cementerio con 32 años de antigüedad, durante la etapa de la dictadura cívico militar cumplía funciones de sepulturero. En una entrevista con la historiadora Yolanda Urquiza, quien además es miembro de la Junta de Estudios Históricos y colaboradora de la Conadep, el testigo contó que era habitual enterrar cuerpos sin identificar o NN.

El material al que accedió El Territorio data del 25 de abril de 2006. ¿Qué recuerda de su trabajo en la época de la dictadura?, pregunta Urquiza, que se acercó a La Piedad acompañada por María Graciela Franzen como observadora.

Ramón, con 65 años de edad en aquel entonces, responde: “No sé qué le puedo contar; que sepultamos muchos NN, que nunca supimos de dónde y quiénes fueron, y no sabemos si está todavía esa gente (...)”.

Urquiza arremete con otra pregunta: ¿A qué hora traían los cuerpos en general? ¿y cómo venían?

“Por lo general venían a la madrugada y los dejaban ahí en el depósito y al otro día, nosotros traíamos con un carrito. Un carrito que ya no existe, se pudrió todo”, cuenta.

 “Y los traíamos y los largamos así, sin ataúd ni nada de eso. Era cosa común, de todos los días en esa época. Los sepultureros nos decían ‘el que trajo la Policía, el que trajo el Ejército’ y así. Dice que les comentaban que eran personas que no eran de acá, que eran extremistas, que estaban en el montes y que de los montes ellos los cazaron”, dice el testigo.

Al momento de describir el estado de los cuerpos, comenta: “Marcas de proyectiles, la mayoría estaban acribillados, eso lo recuerdo. Por lo general venían muertos, recién muertos. No eran muertos que mataron y a la semana los traían; se los traía en el momento, era cuestión de horas. Esas gentes nunca llegaron en estado de descomposición, o sea, que se los mataba y se los traía”.

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