Recibió educación y encontró refugio en la capital de Misiones

Domingo 13 de agosto de 2017
Durante sus años de gobierno tuvo fuertes vínculos con todos los militares, como sucedió con Jorge Videla.
Alfredo Stroessner cursó parte de sus estudios secundarios en Posadas.
Siendo militar, volvería por segunda vez a la ciudad, pero en 1953; un año antes de tomar el poder.
El ex mandatario paraguayo vivió por esos años un corto tiempo en la provincia de Buenos Aires para luego trasladarse a la ciudad de Posadas, donde familiares y amigos le brindaron asilo durante su estadía en la capital provincial, recordó en entrevista con El Territorio, Bernardo Farina.
Este escritor sostuvo que diversos fueron los motivos que tuvo para asentarse en la capital provincial.
Uno de ellos fue que su padre Hugo Wilheim Stroessner había residido en la provincia en su juventud y luego se desempeñó como contador generando muchos vínculos en la ciudad misionera.
Durante su segunda estadía, fue su amigo Domingo Robledo, que residía en Encarnación, quien más se ocupó de ayudarlo durante su exilio.
Domingo cruzaba el río Paraná asiduamente para proveerlo de víveres, dinero y también información sobre su país. Solo él y su entorno más íntimo conocían dónde se refugiaba y las actividades que realizaba.
Robledo sería asesinado años más tarde en la ciudad de Encarnación, muriendo con él, casi todo registro de los años de Stroessner durante su exilio.
La poca documentación oficial sobre la estadía de Stroessner en la Argentina la recopiló y publicó justamente el historiador paraguayo Bernardo Neri Farina en su libro El último Supremo, publicado en el 2003.
El autor comentó a este matutino las dificultades que tuvo a la hora de recolectar información de esa época.
“Mucha documentación se encuentra extraviada y oculta, no sé por qué”, dijo Farina a El Territorio.
Refiriéndose a la infancia del ex presidente paraguayo, Farina aclara: “Todo lo que estaba documentado de su primera juventud, se perdió durante el tornado que sufrió Encarnación en el año 1926”, haciendo referencia a la catástrofe que azotó la ciudad guaraní, dejando centenares de víctimas y daños materiales a principio del siglo XX.

La niñez y su entorno

“En una humilde vivienda de tabla y techo de zinc, situada en la actualidad en la calle Carlos Antonio López y Sargento Reverchon, vivió Alfredo Stroessner Matiauda”, resumió el historiador paraguayo Julio Sotelo.
Relata que el niño Alfredo creció con sus hermanos Hugo y Heriberta. “Desde muy chico era retraído y siempre gustaba estar solo”.
Por ser el pahahué (el último de la familia), su madre le tenía especial cuidado.
Cuando llegó la edad de asistir a la escuela, su madre lo anotó en la Escuela Alemana, muy cerca de su casa.
Desde el primer día de clase, el niño Alfredo llegaba a la escuela con el pelo bien recortado y bien aseado, su guardapolvo impecable, zapatos bien ilustrados y puntualidad propia del europeo que le inculcó su padre.
Larguirucho, rubio, de poco hablar y una conducta excelente. Muy disciplinado. No tenía mala nota o descalificaciones por ausencia o agresión a sus compañeros.
Heriberta -relata Julio Sotelo- a pesar de la precariedad económica que vivía, brindó a su hijo lo mejor, dentro de sus posibilidades.
La presencia de Alfredo Stroessner en la Villa Baja era permanente. En Encarnación había una Escuela Normal Superior que formaba maestros y maestras de enseñanza primaria (allí estudio su hermana Heriberta), pero ningún colegio secundario. Los hijos de quienes componía la sociedad acomodada enviaban a sus hijos a los colegios secundarios de la capital (Asunción), a los que los padres de Alfredo Stroessner no tenían acceso por su precaria posición económica.
“Fue así como se presentó en un colegio público de Posadas para proseguir sus estudios secundarios. De modo que doña Heriberta tuvo que hacer el esfuerzo y mandar a su hijo a vivir en la otra costa. Cada tanto cruzaba el río de retorno para visitar a la familia o la madre iba a verlo. Nunca hubo queja o asignatura reprobada”.
Los primeros inmigrantes alemanes que llegaron al Paraguay se ubicaron inicialmente en colonias semicerradas de ambos lados de la frontera, no lejos del río Paraná.
Fue el caso de Hugo Wilhelm Stroessner; en principio, se instaló en Posadas, luego se trasladó a Encarnación en busca de mejorar sus condiciones de vida.
Allí conoció a Vicente Antonio Matiauda, su futuro cuñado y a Gregorio Matiauda, más tarde el suegro de Hugo Wilheim Stroessner.
Esta relación hizo que conociera a su futura esposa Heriberta.


Fuertes vínculos con los golpistas Stroessner a lo largo de su Gobierno, tuvo fuertes vínculos con Estados Unidos y con los principales presidentes de facto, como ocurrió con Jorge Rafael Videla de Argentina.
Según cifras de la Comisión de Verdad y Justicia, durante los 35 años de la dictadura de Stroessner fueron detenidos 19.862 ciudadanos, se registraron 18.772 torturadas, 236 menores privados de libertad, 17 niños nacieron en prisión y 20.814 se convirtieron en exiliados políticos.
Además, se reportaron 459 desapariciones forzadas y un total de 128.076 víctimas directas e indirectas.


Escapó a Oberá la amante y su hija enloqueció Cuentan que Karina Stroessner se volvió loca. Desandó las calles de Buenos Aires, sucia, hambrienta, tras la pista de compatriotas exiliados desde que su padre, Stroessner, usurpara el poder. Cuentan que nació de los amoríos secretos del dictador con Carmina Guyanes, una hermosa prostituta paraguaya que logró escapar a Oberá, luego de saber por boca del propio Stroessner que la criatura no debía nacer. Así escribió en un extenso artículo el escritor cubano Amir Valle.
Cuenta que Karina Stroessner vio morir a su madre de tuberculosis en Posadas, y alguien debió decirle entonces la verdad de su origen, la razón del escape de Carmina Guyanes desde el Paraguay, los motivos de aquel silencio temeroso en que la vio vivir hundida en la miseria, ocultando el pasado. “Me dijeron que mi apellido no era Guyanes”, confesó después al escritor argentino Juan José Tresols, que logró novelar aquella historia. Nadie supo cómo enloqueció. Se dice que buscaba a los paraguayos exiliados y les pedía perdón. Muchos no supieron nunca quién era, cuando apareció muerta en el Barrio de Monserrat, en Buenos Aires, una mañana de 1989.


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