“Se me abrieron los ojos para ver de otra forma la vida”

miércoles 05 de febrero de 2020 | 3:00hs.
“Se me abrieron los ojos para ver de otra forma la vida”
“Se me abrieron los ojos para ver de otra forma la vida”
María Elena Hipólito

Por María Elena Hipólito sociedad@elterritorio.com.ar

La fibrosis quística está dentro de las llamadas enfermedades poco frecuentes. Es hereditaria y causada por un gen defectuoso que lleva al cuerpo a producir una acumulación de de moco espeso y pegajoso  en los pulmones y en el páncreas. Se trata de uno de los tipos de enfermedad pulmonar crónica más frecuente en niños y adultos jóvenes; puede llegar a ser mortal porque causa obstrucciones en los pulmones.
 Esta es la afección con la que vive desde muy pequeño Alberto Godoy (22), un joven posadeño al que además de ello le tocó atravesar una vida llena de ausencias. Se encuentra internado hace seis días en el Hospital Madariaga y allí afronta su enfermedad, acompañado de las mamás de la Asociación Misionera para la Lucha contra la Fibrosis Quística Esperanza, que une a familias que tienen hijos esa dolencia.
Alberto se crió con un abuelo porque su madre lo abandonó cuando era pequeño. Las distintas situaciones de la vida lo obligaron también a tener que irse de allí para vivir con un tío que se hizo cargo de él por poco tiempo.
“Mi mamá me maltrataba mucho pero siempre me llevaba al hospital. No sé por qué lo hacía, cosas de la vida, quizás no le gustaba que esté enfermo. A mi papá nunca lo conocí. Ella me abandona sin papeles a los 11 años. Por eso me costó un montón que me vuelvan a atender en el Pediátrico porque no tenía ni historia clínica”, contó el joven a El Territorio.
Fue en ese contexto de vulnerabilidad que conoció a las mamás que integran la asociación y ellas  lo ayudaron con la atención con los médicos y lograron hablar con la doctora que lo atendía para conseguir su historia clínica.
Alberto siempre intentó valerse por sí mismo y trabajó -hasta que volvió a descompensarse- haciendo cortes de pelo a domicilio en la localidad correntina de Ituzaingó para poder alquilarse un lugar donde vivir y dejar de depender de las familias que amablemente lo albergaban.
“La verdad que fue una lucha tremenda. Mi mamá me había hecho la pensión, el carnet de discapacidad y tenía todo en Buenos Aires pero nunca me pasaba nada. En ese tiempo perdí el tratamiento, me había deteriorado y siempre las mamás de la asociación me ayudaron porque no tenía un paradero fijo”, compartió Alberto que actualmente depende del oxígeno para poder respirar.
El chico está la mayor parte del tiempo solo en la sala de internación porque no tiene ningún familiar que responda por él, por lo que las mamás de la asociación se van turnando para hacerle compañía y llevarle todo lo que necesita. Fueron ellas también las que activaron toda una red de solidaridad para conseguirle muebles, cama, entre otras cosas para que pueda estar más cómodo cuando salga del hospital.
“Ahora no me puedo despegar del oxígeno ni para ir al baño porque vuelvo agitado y cansado. Esta enfermedad no tiene retroceso; ojalá algún día pueda volver a tener la vida que tenía antes y por lo menos poder trabajar”, añoró.

Apoyo en la adversidad 
Viviana Núñez es la presidenta de la asociación. Es madre de una adolescente con fibrosis quística y perdió a otro hijo a causa de la misma enfermedad. Conformó la asociación en 2003 junto a otras tres madres impulsada por la necesidad de contar con información certera y un lugar de apoyo para familias con hijos enfermos.
“Él siempre fue el hijo postizo de todas. Se crió con su abuelo porque su mamá lo había abandonado cuando era chiquito. Nosotros no podemos tenerlo en nuestras casas porque nuestros hijos no se pueden juntar pero siempre tuvo un ángel aparte porque consiguió que otras familias solidarias le dieran hogar”, compartió Viviana, que es a la primera persona a la que Alberto llama cuando se siente mal.
Por la solidaridad y cadena de oración que se desencadenaron por su causa, Alberto se siente muy agradecido porque son muchos los mensajes que llegan a su celular ofreciéndole ayuda o brindándole ánimos con un mensaje de WhatsApp. “Me llegó mucho porque cambié de sentirme solo a sentirme acompañado, la voy luchando con gente que no conozco pero que me ayuda”, sostuvo.
En esta última descompensación, Alberto pensó que se moría; ninguna de las veces anteriores se había sentido así y eso lo movilizó. “En la última recaída sentí la muerte re cerca, pasé un momento feo que hasta ahora no se me olvida la sensación y estaba solo otra vez. Entonces se me abrieron los ojos para ver de otra forma la vida, siempre la quise luchar, por más diagnóstico que me dieran los médicos igual le metía ficha y trataba de salir adelante. Pienso seguir haciendo lo mismo”, aseguró con una sonrisa. 

Cómo sumarse para colaborar

La Asociación Misionera para la Lucha contra la Fibrosis Quística Esperanza tiene su sede en Félix Bogado 1521 y tienen sus reuniones todos los miércoles a las 17. Para obtener información, solicitar ayuda o colaborar con la casita se pueden dirigir a esa dirección o al celular de su presidenta, Viviana Núñez, al 3764-679141.