Paladares de lujo, almorzar en Bvlgari, cenar en Chanel

sábado 15 de abril de 2017 | 14:00hs.
El lujo y la moda se han metido hasta la cocina.
El lujo y la moda se han metido hasta la cocina.
Comprar ya no es suficiente. Los consumideros de alta gama ahora buscan experiencias, y nada mejor para satisfacerles que apostar por la gastronomía.

El lujo y la moda se han metido hasta la cocina.

Si no le alcanza para un bolso de 2.000 euros o un vestido de alta costura de 5.000, el premio de consolación siempre puede ser un bombolone italiano –deliciosa masa frita con relleno– firmado por Giorgio Armani. La tendencia ha logrado que el lujo también se coma en casi todos los países, aunque el verdadero paraíso de los gourmets se halla, ya le avisamos, en el Lejano Oriente, léase Shanghái y Tokio.

Es allí donde las principales marcas del gremio reservaron en sus flagships un espacio para que el cliente repusiera fuerzas tras una dura jornada de shopping. En Europa, la ciudad estrella es Milán, donde crecen los restaurantes y cafés ligados a las marcas.

En un momento en el que el consumidor de lujo se muestra ávido de experiencias que van más allá del mero acto de la compra, y con la desaceleración de la economía china y, por lo tanto, de las ventas de productos de alta gama; los centros comerciales del lujo están empleando todo su arsenal para entretener a sus clientes. Todo vale: desde exposiciones de arte a actividades para niños y gastronomía.

“Los cafés y restaurantes son un destino después de un día de compras, pero pueden ser lugares por derecho propio, donde ir a degustar platos exclusivos y la experiencia de un servicio impecable, todo en un ambiente único y sofisticado”, dijo tiempo atrás Giorgio Armani.