Llegó en 2019 y aún no pudo regresar a su país
Meiby del Valle, una venezolana que se reinventa en Posadas
Desde 2016 hasta la fecha Argentina ha sido uno de los países donde más se ha incrementado el ingreso al país de migrantes venezolanos.
En un contexto de una Venezuela en profunda crisis política tras las cuestionadas elecciones del 28 de julio, cuyos reclamos internacionales al gobierno de Nicolás Maduro han derivado en la suspensión de las relaciones diplomáticas y consulares entre aquella nación y siete países de Latinoamérica y el Caribe, el número de venezolanos que llegan a nuestro país crece progresivamente.
Muchas de estas personas -por no decir casi todas- abandonaron su país de origen en condiciones de extrema vulnerabilidad y decididos a rehacer su vida a miles de kilómetros de sus hogares.
Es el caso de Meiby del Valle Pirela Espinoza, quien tras verse imposibilitada de trabajar en su país por la dura crisis económica, emprendió un nuevo desafío en la tierra colorada.
“Yo sabía de Argentina y sus costumbres, conocí mucho a través de las redes sociales, pero nunca había viajado tan lejos. La crisis económica en Venezuela me fue llevando a tomar decisiones inesperadas y tuve que asumir los riesgos. Yo trabajé durante siete años en Radio Caracas Televisión, el segundo canal más importante del país, pero luego el gobierno cerró el canal y hubo un quiebre; entonces empecé a trabajar de manera virtual, que no era un espacio tan explotado todavía. Pero la crisis en Venezuela se agudizaba, robaban hasta los cables de la telefonía para vender el cobre, el Estado y las empresas no se hacían cargo de los arreglos, después se sumó el descalabro de la electricidad, a veces con cortes de hasta una semana, y así se hacía cada día más difícil poder sobrellevar la situación”, sintetizó Meiby, quien llegó a Misiones en los primeros días de 2019.
¿Cómo fue el momento de tomar la decisión de salir del país?
Yo nunca me planteé salir de Venezuela, pero tenía que pagar deudas, tenía un divorcio, un hijo con el síndrome de Asperger, y así me fui planteando la salida del país. En ese tiempo yo hacía trabajos virtuales para Ecuamedios, una empresa ecuatoriana de medios. Una persona me ofreció ayuda, me dio dinero para el pasaje y tomé la decisión de venir a Argentina, pero con la posibilidad de seguir trabajando para esa empresa. Y bueno, al final de enero de 2019, antes de la pandemia, llegué a Misiones. A mí me dio una gran mano la familia Aquino, que es de Misiones, que ya son parte de mi familia. Yo le había ayudado a Susana Aquino con su trabajo en las redes y después ella me ayudó en mi llegada a Misiones, sobre todo en mis momentos críticos, como la muerte de mi madre, ya que no pude viajar a Venezuela a despedirla.
¿Viniste a probar suerte o con algo más o menos estable?
Yo vine teniendo algo más o menos sólido, no vine así como dicen a tirar flechas a la Luna, a ver qué agarro, ya tenía como un plan específico. Cuando llegué fui tendiendo redes y así conocí a la gente de la Fundación Arepa viva, un grupo de venezolanos apoyados por la Iglesia Luterana; ellos ya están instalados aquí y me ayudaron, me dieron asesoría para los papeles y esas cuestiones que resultan tan complicadas para los extranjeros. Ya asentada en Posadas busqué trabajar en lo que es mi área, el periodismo, sea radio, televisión, pero no tuve éxito. Seguí un tiempo trabajando con esta empresa ecuatoriana, pero después de un tiempo dejó de ser redituable, la mano de obra venezolana se volvió muy barata y ya éramos tantísimos trabajadores dentro de un computador que llegó un momento que ya dije basta, que era una etapa cerrada. Al dejar de trabajar en la empresa tuve que empezar a buscar opciones aquí en Misiones para llevar la situación económica.
¿Se puede hacer periodismo en Venezuela?
En los últimos años del gobierno chavista el periodismo ha tomado dos caminos. Por un lado ser opositor y estar marginado de buenos empleos y terminar fuera del país o hacer periodismo al servicio del régimen, dando la espalda a la cruda realidad del país. Muchos compañeros han sido perseguidos, estamos en el exilio o peor aún, algunos tras las rejas acusados de traición a la patria.
¿Cómo fue tu caso particular?
Yo me gradué en Maracaibo pero fui a Caracas para tener mayores oportunidades de trabajo y las aproveché. Trabajé siete años en Radio Caracas, donde trabajaron figuras como Catherine Fulop, Édgar Ramírez, Fernando Carrillo, Grecia Colmenares, muchísima gente que está ahora en el exterior. Ahí nos obligaban a estudiar inglés, nosotros trabajábamos con agencias internacionales que mandaban noticias por satélite, y tenías que estar preparado. Trabajé de traductora en redacción y también en archivo. Pero después de asumir el poder, Hugo Chávez tomó la decisión en 2007 de cerrar el canal y no renovar la concesión.
¿Te gustaría seguir ligada al periodismo?
Por supuesto. Eso es algo que se lleva en la sangre, no lo pierdes nunca. Porque aunque uno no ejerza, aunque uno no esté en ningún medio, siempre tienes el gusanito de querer saber, de investigar, de estar informado, de saber dónde estás, de lo más cerca a lo más lejos, saber de las situaciones políticas, de los cambios, por ejemplo lo que está pasando con Kamala Harris y Trump en Estados Unidos, lo que pasa en el país con la situación de Javier Milei y los jubilados, eso no se pierde, sino que uno lo va teniendo ahí, lo tiene como ese sentimiento guardado, y cuando llegue el momento, cuando pueda darle rienda suelta al oficio y a la pasión, con gusto lo haremos. Me gustaría, obvio. No estoy cerrada a la posibilidad. Uno nunca se queda varado, sino que busca actualizarse. Siempre hay que mantenerse activo y mantener la mente en alto. Porque no puedo decir ‘bueno, no, ya tengo 58 años’. Estoy acostumbrada a los golpes y eso que nadie te prepara para los golpes de la vida. Entonces tú tampoco te puedes quedar con eso, si no que tienes que ir como diciendo ‘bueno, este es mi nueva etapa, esta soy la nueva yo y tengo que salir adelante, porque si yo salí desde allá y pude allá, puedo aquí, puedo donde me pongan. Yo lo que hago es reinventarme, hacer una reingeniería y empezar de nuevo. Ahorita no estoy trabajando en lo que quiero, pero lo peor que me puede pasar es quedarme inerte y sentada y esperar que algo pase, tengo que hacer que pase. Ahora por ejemplo estoy perfeccionando mi inglés y estudiando portugués e italiano, porque tal vez nunca lo necesite, pero si llega el momento estaré preparada.
¿Cómo se vive la crisis venezolana a la distancia?
Nosotros venimos a Argentina para escapar de la crisis de Venezuela, pero ahora estamos como golpeados por dos frentes, el de aquí y el de allá, porque te pega la crisis de aquí y te pega la de allá. En Venezuela no es que la crisis terminó, que ya no se oye nada. La crisis sigue, hoy Venezuela está dolarizada, no a modo oficial, pero todo gira en torno a precio del dólar. Hay un doble juego porque la moneda nacional es el bolívar, pero no se usa y lo que está en curso es el dólar. Entonces, claro, no es abiertamente una economía dolarizada, pero la gente se maneja con el dólar y el gobierno hace la vista gorda.
¿Qué opinión te merecen las recientes y tan polémicas elecciones en Venezuela?
Yo lo veo como una trampa. Sobre todo porque no nos permitieron votar a la mayoría de los venezolanos que hoy vivimos fuera del país. La embajada de aquí creo que permitió que sólo 20 personas estén habilitadas para votar sobre un total de 200.000 venezolanos que viven en el país. El gobierno nunca va a permitir que el que está afuera vote. Sabe que son votos en contra; cerca del 95% de los votos en el exterior son para la oposición, entonces era obvio que no nos iban a dejar votar.
¿Cómo te recibió Misiones?
Lo que más me gustó de Misiones es el carácter de su gente, su forma de ser. El misionero es muy dado, similar al perfil del venezolano. Saluda, es amable, este tipo de cosas que nosotros valoramos. Claro, hay choques culturales, obviamente que sí, nosotros por ejemplo somos muy apegados a las fiestas, a los padres y tenemos un gran respeto hacia los mayores. Pero sobre todo somos muy apegados a la familia, acá el argentino es más independiente, como que no siente la necesidad de estar siempre en familia; nosotros en cambio estamos muy atados a la familia y a las tradiciones muy arraigadas. Nosotros en Venezuela estamos muy acostumbrados a compartir tragos, intercambiar comidas, charlas, con cualquier vecino en cualquier momento, acá no se ve tanto eso. Puede ser por razones económicas, por razones de costumbre, por razones de cultura. El venezolano es como más abierto, de repente está aquí, conoce a alguien, y ‘eh amigo’ y eso no se ve aquí. El venezolano es muy sociable, afectuoso, cariñoso. Tú tienes un amigo y ese es tu hermano para toda la vida y tienes un compañero o alguien que está necesitado y esa persona va a estar contigo siempre. Otro rasgo que caracteriza al venezolano es que le gusta prepararse, estudiar. Si no sabe, investiga, averigua. De hecho, uno de cada nueve venezolanos tiene al menos un título universitario o un oficio especializado.
¿Sufren discriminación los venezolanos en el país?
Conocemos casos de discriminación, pero en general están directamente reflejados en cuestiones de trámite. Vas a Migraciones y ahí se nota discriminación. Muchos compañeros se quejaron del trato recibido. Se han quejado de ese tipo de discriminación de desplante que se le hace. Yo creo que debería ser la institución, en todo caso Migraciones, que debería rotar al personal para que no esté todo el tiempo en el mismo cargo o dar cierto curso de manejo de personal, de crisis también. A veces falta empatía en las cuestiones migratorias. Pero sí puedo decir que el argentino, en su mayoría, acepta la migración. Aquí son mucho más abiertos, no como en otros países, por ejemplo en Chile, que ellos sí tienen una marcada xenofobia. Que los venezolanos han traído la delincuencia, que si se cayó un árbol es culpa de los venezolanos, etcétera, etcétera. Aquí no existe eso gracias a Dios y hemos logrado integrarnos sin mayores problemas. Quizás también sea por el carácter del venezolano. Nosotros no somos apáticos. Nos proponemos, vamos para adelante. Nosotros queremos ser parte de la solución, ser parte de la integración, ser parte de todo. No venimos a restar, venimos a sumar, y generalmente nos abren las puertas.
¿Qué nos podés contar de la arepa?
Hace un par de semanas celebramos el Día de la Arepa, nos congregamos entre todos y repartimos 1.000 arepas, una parte en la iglesia Espíritu Santo y otra parte en la Plaza San Martín. Al principio la gente nos ve como raro, porque no es común que alguien te diga ‘te regalo esto’, pero la gente se sumó y probó la arepa, que es el ícono gastronómico por excelencia de Venezuela. Sería lo que es la chipa para el misionero. La arepa es el plato que acompaña un sinfín de comidas, se hacen arepas rellenas, fritas, para acompañar las sopas, etcétera. Hay un plato típicamente navideño que se llama hallaca, elaborado a partir de una masa de harina de maíz, sazonada con caldo de gallina o pollo, envuelta en hoja de plátano y que adentro lleva carne, pollo, aceitunas, alcaparra, pasas. Es un plato indígena y cada región del país tiene su propia hallaca.
Actualmente estás al cuidado de personas mayores, ¿es un trabajo que guarda relación con la forma de ser del venezolano, del apego personal?
Puede ser que pase por ese lado. A mí me surgió la posibilidad y no dudé en aceptarla. Yo lo veo de dos maneras: como un acompañamiento a la persona y como una tarea que me genera un ingreso también. Algo que me sorprendió mucho en mi llegada al país tuvo que ver con el fenómeno de la soledad de los ancianos. Muchas personas mayores solas que no tienen la posibilidad de contar con alguien a su lado. Mujeres por ejemplo que están solas, que no tuvieron hijos y no tienen compañía. A mí me gusta este trabajo y me gusta relacionarme; te terminas encariñando con la persona.
Perfil
Meiby del Valle Pirela
Periodista venezolana
Nació en Maracaibo y tiene 58 años. Se graduó de periodista en su ciudad natal y luego se trasladó a Caracas, donde trabajó en Radio Caracas Televisisón, el segundo medio más importante del país. Maneja el inglés y cursa estudios de portugués e italiano. Posee cursos de gastronomía.