Es director de la Escuela Rural N° 940 de El Soberbio
Lejos de la gran ciudad, encontró en el medio de la selva misionera un lugar para educar
Los cuentos de Horacio Quiroga hicieron volar su imaginación y, lo que comenzó con una lectura durante su niñez, se terminó transformando en un proyecto de vida. Un niño que nació en la gran ciudad a principios de los años 80 y que con el paso del tiempo se dio cuenta de que su lugar en el mundo era bien lejos del cemento, más bien todo lo contrario, en el medio de la selva misionera. Esa es la historia de Martín Cornell, el protagonista de Charlas con El Territorio en el Día del Maestro.
Nació en la Ciudad de Buenos Aires hace 43 años, pero desde 2007 está radicado en Misiones, donde llegó para trabajar como maestro en una escuela rural en la zona de El Soberbio. Desde principios de 2023, y luego de un arduo trabajo que requirió mucho esfuerzo personal y colectivo, es director de la Escuela Rural F.J.C. N° 940 “Educación para las Primaveras”, de El Soberbio. Para llegar al cargo que le toca ocupar hoy transitó un largo camino de mucho aprendizaje, empuje, voluntad y sobre todo, amor a la naturaleza y a la profesión docente.
Martín se enamoró de la tierra colorada a través de los cuentos de Horacio Quiroga cuando era sólo un niño y siempre soñó con materializar eso que hasta ese momento estaba en su imaginación. Finalmente conoció Misiones durante su adolescencia, cuando le tocó apadrinar una escuela rural de Almafuerte en la secundaria. Luego de esa primera experiencia, que lo marcó aún más después de la lectura de Quiroga, se estableció definitivamente en la provincia de Misiones en 2007 y puso en marcha el proyecto que hoy es la Escuela N° 940.
¿Cómo fue esa llegada a Misiones en 2007?
Mi llegada a la provincia de Misiones se produce cuando, durante mi infancia, con la imaginación, los cuentos de Horacio Quiroga marcaron en gran medida esa etapa de mi vida y mi adolescencia. Esos cuentos nos mostraban a los que vivíamos en la gran ciudad lo que era la selva misionera. Luego quise estudiar para guardaparques, pero me di cuenta de que sólo con cuidar la naturaleza no alcanzaba. Lo que hace falta es hacer un trabajo de educación con los niños y las comunidades para que esa naturaleza tan prodigiosa que tiene esta provincia sea protegida, entonces me incliné por la educación. Estudié historia y luego para ser docente, maestro de grado. Después vine a Misiones, pero antes, en la secundaria, teníamos un proyecto de padrinazgo de escuelas rurales del país. Ahí pude conocer escuelas de distintas provincias como Mendoza, Jujuy y Misiones, donde conocimos la Escuela N° 248 de Almafuerte. Gracias al maestro y director Ervin Reinhardt pudimos conocer cómo era trabajar en una escuela rural.
¿Con qué te encontraste cuando llegaste a la zona de El Soberbio?
Cuando llegué la escuela era un aula satélite de personal único. Fue creciendo gracias al impulso de la comunidad educativa, de las familias y de los docentes. Primero yo y después los colegas que se fueron sumando. El 8 de septiembre de 2014 pasamos a ser la Escuela Provincial N° 940, así que ahora cumplimos 10 años como una unidad escolar independiente. Nuestra escuela es de modalidad de frontera con jornada completa. Los chicos vienen de 8 a 16. Reciben desayuno, almuerzo y merienda. Por las mañanas tienen clases normalmente y por la tarde tienen distintos talleres como folclore, educación agraria, plástica, entre otros, esa es un poco la impronta de nuestra escuela.
¿Y qué te llevó a querer venir a trabajar a este lugar?
Una vez que me recibí de maestro trabajé un tiempo en Buenos Aires y después ya me vine definitivamente a Misiones. Tuve la suerte de que Elsa Pouch me ayudó a conseguir un cargo. Le dije que era docente, que tenía ganas y que estaba dispuesto a trabajar en cualquier lugar en el que haga falta. Y cuanto más en el monte, mejor. Así fue que a los dos días me derivó a esta escuela de Educación para las Primaveras. Yo era el único docente y el único adulto a cargo, tenía que llevar adelante no sólo la educación sino todos los quehaceres de la escuela a la que acudían aproximadamente 60 chicos de entre 6 y 13 años.
¿Costó mucho la adaptación de pasar de la gran ciudad al monte?
Fue amor a primera vista con la escuela. En ese momento era una escuela rancho, construida con madera por los papás. Tenía la letrina afuera, los techos de cartón. Ahí llegué yo sin conocer mucho, sobre todo esta parte de la provincia que es diferente a la zona de Alem, que es donde había trabajado como padrino en Almafuerte. Aquí uno se acerca a Brasil y siente que está en el país hermano, sobre todo en esa época que no había tanto acceso a internet y la televisión era la antena parabólica que transmitía el canal O Globo. Fue todo un aprendizaje trabajar con grados acoplados. Enseñar la lectoescritura en español para chicos que recién conocían el idioma. Y hacerme cargo de una escuela con todo lo que eso implica: cortar el pasto, que haya leña, que haya alimentos para el comedor durante la semana, la limpieza. Todas tareas que hacíamos con los chicos y las familias.
¿Y cómo conseguiste hacer las transformaciones profundas a las que llegaron con el correr de los años?
Con el empuje de la comunidad y los grupos de padres pudimos avanzar en cuestiones de infraestructura. Se pudo construir un salón comedor con cocina, pudimos llevar adelante un proyecto de educación agraria con la construcción de una huerta. Para eso tuvimos el acompañamiento de un equipo técnico de Inta. Así, poco a poco, fuimos creciendo. También gestionamos para que la escuela cuente con mayor cantidad de docentes. Se incorporaron nuevos maestros y, siete años después de que yo llegué, en el 2014, logramos la independización y pasamos de ser un aula satélite a una unidad escolar independiente. No nos quedamos ahí, seguimos gestionando, trabajando, impulsando y hoy en el establecimiento trabajan 17 personas entre personal de servicio, docentes de primaria y nivel inicial, que empezó a funcionar hace dos años. En 2023 pudimos inaugurar el nuevo edificio escolar, que fue construido por el Ministerio de Educación gracias a una empresa que licitó la obra. Cuenta con todas las comodidades que se merecen los niños y los docentes que trabajamos en la escuela. En ese momento pasé a ser el director. Pasé de ser personal único en aquella escuela satélite a tener varios grados a mi cargo y ahora estoy en el cargo directivo.
¿Cuál es la impronta que tiene la escuela?
La escuela tiene una orientación relacionada a la educación agraria. Trabajamos con proyectos de huerta, vivero ecológico, granja. Tenemos conejos, gallinas, chanchos, una vaca. Y los chicos más grandes, de segundo ciclo, son quienes junto a la docente Alejandra Rossi vienen trabajando todos estos sectores en talleres que tienen dos veces por semana. También tenemos danzas folclóricas con la profesora Susana De Olivera, y tenemos Artes Plásticas con el profesor Alex Massa. El objetivo de la escuela es acercar a la comunidad todo lo que tiene que ver con la educación agraria porque acá estamos insertos en la ruralidad y muchas de las familias son de pequeños productores. Tomamos de la comunidad el saber que tienen en relación a la producción, la naturaleza y el trabajo en el campo. Acercamos nuevos conocimientos técnicos a través del Inta e instituciones cercanas al agro. Y por otro lado esa parte artística y cultural, que en esta zona tan distante, nosotros decimos ‘el interior del interior’, cuesta que los chicos tengan acceso a eso y es algo que nos interesa.
¿Te quedan desafíos por cumplir?
Cumplimos muchas metas. Hemos logrado desarrollar y hacer crecer nuestra institución hasta transformarse en un polo educativo de esta zona en la que estamos. Llevamos desde la escuela una propuesta a la comunidad que excede los contenidos básicos que se enseñan en una escuela pública. Tratamos de generar una educación integral que abarque otros conocimientos. El desafío para el futuro es hacer que esto perdure en el tiempo, creo que es algo que hay que alimentar año a año, día a día. Tenemos que convencer a los colegas que se incorporan para que hagan propia esta propuesta. Los maestros son nuevos y vienen por concurso. Tienen que conocer y adaptarse a nuestra propuesta de trabajo, ese es el desafío.
¿Y cómo ves hoy el rol del docente y la educación en general?
Estamos pasando por una etapa compleja, bastante difícil. No es para nada sencillo llevar adelante hoy en día el trabajo educativo. Hay mucha información que viene con las nuevas tecnologías y creo que debemos lograr que los chicos salgan de séptimo grado teniendo las herramientas básicas para poder desenvolverse con un pensamiento crítico. Que puedan leer un texto e interpretarlo, saber sacar ideas principales. Saber qué ideas son relevantes y cuáles no tanto. Tener capacidad de análisis y de poder explicar con sus propias palabras los distintos temas. Creo que si logramos eso estamos bastante bien.
¿De qué contexto llegan los chicos que acuden a la escuela?
En su mayoría son estudiantes que vienen de familias de colonos. También hay un grupo de hijos de peones rurales. Sacando algún hijo de maestro son hijos de gente relacionada a la chacra. La presencia del portuñol es muy fuerte, pero antes lo era mucho más. Cuando llegamos en el año 2007 no había nivel inicial, es decir que los chicos tenían su primer contacto con el castellano cuando entraban en primer grado. Teníamos que enseñarle a escribir en castellano y eso nos dificultaba porque las familias tienen la costumbre de hablar en portugués o en portuñol. Los medios de comunicación tampoco ayudaban porque en esa época no había casi acceso a internet y las familias miraban canales de Brasil. Con el correr de los años pudimos poner internet en la escuela, fue la primera de la zona. Hoy la gran mayoría de las familias tiene internet en sus casas, entonces pueden elegir en qué idioma van a mirar la tele o escuchar la música. Hoy es mucho más sencillo para el maestro que diez años atrás.
¿Y cuál es tu relación con el cuidado de la naturaleza y la educación?
Misiones siempre estuvo presente en mi vida. Primero con la imaginación y después personalmente. Siempre me interesó la naturaleza y el cuidado del medioambiente y cuando conocí al maestro Ervin Reinhardt me di cuenta de que sólo la visión proteccionista no alcanza, falta una pata social, humanística, de ayudar a la comunidad. Fue él quien nos incentivó con su ejemplo a orientarnos hacia la educación. La educación es la mejor herramienta para generar conciencia, un cambio social. Desde la educación se puede orientar a nuevas formas de producir más amigables con el ambiente.
¿Qué te gustaría lograr con los estudiantes que pasan por tu escuela?
Ojalá todo este trabajo que venimos llevando a cabo sirva para aportar un granito de arena en nuestros estudiantes. Que una vez que egresen de nuestra escuela tengan una mirada crítica de la realidad, que sean solidarios con sus semejantes, con su entorno. Que puedan ser buenas personas con sus pares y con el mundo en el que nos toca vivir.
¿Tenés pensado volver a Buenos Aires o te vas a quedar en Misiones?
Extraño cosas de Buenos Aires que tienen que ver con lo cultural y lo artístico. Es una gran ciudad y tenés todo al alcance de la mano. Pero no volvería. Cuando voy disfruto porque veo a mi familia y amigos, pero estoy arraigado acá. Formé mi familia con mi compañera Alejandra y tenemos cuatro hijos. Tres de ellos en edad escolar y estudian en nuestra escuela.
Perfil
Martín Cornell
Docente
Nació en la Ciudad de Buenos Aires hace 43 años, pero desde 2007 está radicado en Misiones. Estudió Historia y Magisterio. En su niñez fue influenciado
por los cuentos de Horacio Quiroga y en su etapa de estudiante secundario apadrinó una escuela en Almafuerte, Misiones. Pasó por todas las etapas del rol docente y desde 2023 ostenta el cargo de director de la Escuela N° 940.