Ambas son docentes en Exactas
La educación como formadora de legados entre generaciones
El legado de la universidad pública trasciende generaciones familiares brindando igualdad de oportunidades para la población y fortaleciendo el tejido social de una sociedad. Tal es el caso de Amada Beatriz Pucciarelli Roman y su hija Natasha Schvezov, docentes de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Misiones (Unam). Ambas se formaron en la universidad pública y decidieron continuar sus carreras dentro de este ámbito, con la firme aspiración de aportar su granito de arena a la educación superior misionera.
Si bien Natasha estudió Licenciatura en Química en la Universidad Nacional de Córdoba, la decisión tuvo que ver no sólo con la especificidad de la carrera, que no se dicta en Misiones, sino también con que sus hermanos ya estudiaban fuera de la provincia. Su trayectoria académica comenzó en 2003 y, cinco años más tarde, se encontraba realizando un Doctorado en Biología de la misma casa de altos estudios.
“Me fui a Ushuaia con una beca de agencia y después tuve una beca del Conicet. Estuve ahí hasta 2015 y cuando terminé el doctorado, volví para la tierra colorada”, comentó, en conversación con El Territorio.
Al volver a Posadas, supo que la Facultad de Exactas buscaba cubrir puestos en Química por la jubilación de una docente. “Entré a trabajar ad honorem, seguí como docente interina y concursé por el cargo. Ahora soy docente de las carreras de Bioquímica, Farmacia, Licenciatura en Análisis Químicos y Bromatológicos, Ingeniería Química e Ingeniería en Alimentos”, describió.
Además, señaló que tanto la elección de su carrera universitaria como de su puesto de trabajo se debieron a su vínculo con la universidad desde pequeña.
“Vengo de una familia de docentes universitarios públicos y gracias a ellos, mis tres hermanos y yo pudimos optar por estudiar las carreras que queríamos. La universidad pública nos dio la oportunidad. Si hubiese sido en otro país, no hubiese sido posible la carrera ni el doctorado”, manifestó.
“Fue importantísimo formarme en la universidad pública”, afirmó la doctora en Biología, quien también reconoció que su trayectoria fue muy influenciada por su papá y su mamá, ambos docentes universitarios.
“De chiquita iba a hacer tiempo en la oficina de mi mamá o de mi papá. Ahí veía todo lo que ocurría, lo que hacían y aprendía. En la decisión de la carrera y en el ser docente hubo mucha influencia suya”, aseguró.
En este marco, Natasha contó entre risas que actualmente trabaja como investigadora del Conicet en el mismo espacio físico que utilizaba su mamá, el laboratorio de genética evolutiva de la Facultad de Exactas. “Mi mamá todavía es docente de las áreas de Microbiología, aunque presentó los papeles para jubilarse, y mi padre está jubilado. Él estaba en la parte de Matemática”, agregó.
Asimismo, recordó que a finales de 2016 tuvo la oportunidad de coincidir con su madre, Amada Beatríz Pucciarelli Roman, en un proyecto relacionado a la miel de yateí. “El objetivo era caracterizar la miel de yateí desde lo fisicoquímico y lo microbiológico para ingresarla al Código Alimentario Argentino. Ahí se encuentran los parámetros y límites según la miel de apis, pero la de yateí no es para nada igual. Es muy diferente en propiedades y características a la miel común”, explicó.
Por otra parte, consideró que su vocación a la docencia se debió a la necesidad de devolver a la comunidad la oportunidad de haberse formado en la universidad pública. “Uno estudia y después devuelve algo al enseñar ahí”, dijo. “Ser docente en la universidad pública, como toda docencia, tiene sus cosas buenas y sus desafíos, pero me dio algunos beneficios para poder desarrollarme tranquilamente en mi carrera”, destacó sobre su experiencia.
“Se comparte mucho con los estudiantes, y es una experiencia muy buena tanto para los estudiantes como para los docentes. No es solamente ir al aula y sentarse a dar clase, sino que hay mucho más detrás. Vale la pena vivir la experiencia de la universidad pública”, concluyó.