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Luis Marinoni: “Bailar es lo más cercano a entender el amor”

El reconocido coreógrafo siente que está en un momento crítico, cree que hay que ver a los artistas como personas y reflexiona sobre emociones, egos y el amor
miércoles 13 de marzo de 2024 | 6:05hs.
Luis Marinoni: “Bailar es lo más cercano a entender el amor”
Luis Marinoni: “Bailar es lo más cercano a entender el amor”

La escena transcurre en el Teatro de Prosa del Centro del Conocimiento. Como si fuera una producción a punto de salir a escena, se levanta el telón y el protagonista se suelta. Analiza, reflexiona, compara y vive. Sí, vive el presente y suelta sus sensaciones de manera genuina, sin casete, sin rodeos y de manera frontal.

Luis Marinoni, director del Ballet del Centro del Conocimiento, acumula un amplio recorrido como bailarín y coreógrafo. Y sostiene en el diálogo con El Territorio que mantiene viva la llama de la intensidad, aunque acepta, y con gusto, que esta nueva generación se muestre inquieta, aporte, indague. Por ello el desafío es constante, en una etapa en la que está cerca de los 50 y llega algún replanteo. El amor, su presente y cómo se reinventa fueron otros aspectos abordados.

El coreógrafo y una sentencia: “El artista no tiene permitido el fracaso”.

La intensidad viene “porque trabajo con jóvenes, los tiempos de la juventud cambian de forma permanente, algunos con más ansiedad y de hecho se logran productos de excelencia gracias a cómo buscan los resultados; trabajé con generaciones de bailarines, desde lo amateur como profesionales y eso me hizo crecer como coreógrafo porque las búsquedas son otras”, puntualizó.

Analizó que el Ballet Folclórico del Parque es el resultado de las políticas culturales y que vino “a cubrir la necesidad de profesionalizar al bailarín folclórico. Fue mi sueño desde chico”, y recordó que en su caso debió formarse en Buenos Aires y cuando regresó a la tierra colorada, a modo de agradecimiento a la provincia, pensó en crear “un elenco de igual o mayor calidad a lo que yo interpretaba de la danza”.

¿Superó tus expectativas?

Completamente, hoy se trabaja de manera conjunta con el bailarín, ya no es sólo la visión del coreógrafo, sino que se trabaja sobre el cuerpo y la emocionalidad. El ida y vuelta que se da con el artista es una cuestión evolutiva para Misiones. Años atrás no podíamos hacer este lenguaje, hoy la preparación de ese bailarín y que el espectador entienda la danza desde otro lugar, lo hace crecer y entiende mejor el espectáculo. Y el bailarín se construye a partir de esa visión.

Tocaste un tema clave como la emoción, ¿es tan importante como la técnica?

Totalmente. Cuando hablamos de un artista, hablamos de talento, técnica, emocionalidad y disciplina. Hay factores determinantes en una puesta y lo mismo sucede con el bailarín cuando tiene que construir su escena, y es más completa cuando está parado sobre esos sostenes. No significa que antes no existía la técnica, carecíamos de cierta información y éramos autodidactas. Y había más pasión porque uno se entendía desde el desconocimiento. Hoy hay equilibrio intenso. La emoción siempre estuvo, a veces con más intensidad o menos, pero el bailarín siempre fue un apasionado. Todo lo que sucedió con la danza es el resultado de muchos caminos hechos desde hace mucho tiempo, gracias a un bailarín que pone su cuerpo desde la pasión y que se comprende.

¿Cómo se manejan los egos?

El ego es como que es necesario, pero cuando se abusa de ese espacio es dañino. Es necesario para poder comprenderse como tal, si uno no tiene una carga interesante de cuál es la responsabilidad que tiene no podemos actuar con humildad. Somos o no somos, la humildad viene debajo del escenario, cuando uno tiene que entender dónde superarse y sus debilidades. El artista íntegro es el que rompió sus miedos y debilidades, no el que ya se asumió como tal, porque no te reconocés a los miedos y vivís todo el tiempo con tu falla mas grande. Lo valioso es cuando el artista debajo de escena puede entender lo que el otro desea y necesita de uno. Lo traslado a todos los ámbitos, todo el tiempo.

Compenetrado en su mundo, Marinoni comparte: “Siento que soy seguro en mi terreno, en la parte laboral. En la parte personal capaz que claudico un montón, pero lo que considero que me sale mejor, trato de pararme en un lugar de entendimiento. La vida te va llevando por esas experiencias. Lo más importante es direccionar el camino y darle a tu equipo la seguridad de donde hay que ir”.

Hablás de liderazgo, suma para cualquier equipo…

Exactamente, las personas que fueron mis jefes y jefas me enseñaron eso. Lo que significa estar al frente de un espacio y un lugar en el que hay que cumplir objetivos, de hecho estoy feliz con el equipo que estoy al frente, el ballet del Parque, porque la gente que me acompaña visualiza eso y cundo nos ponemos un objetivo trabajamos arduamente para que suceda. Pasa de todo en la vida, a mí también y me trajo resultados interesantes.

O sea no tenés grises, ¿es blanco o negro?

Sí, pero hay cosas que van mutando. Hay un ida y vuelta con el artista, pero lo importante es saber que vamos hacia ese lugar. Siento que fue un gran cambio porque cuando era joven mi línea era más directa, hoy me gusta que rompan el esquema con solvencia. Ahí cambio el paradigma cuando siento que eso pasa.

Y con el elogio, ¿cómo te llevás?

Con los elogios, el 80% no los creo y el otro, lo respeto. Igual tengo un criterio muy duro conmigo mismo, cuando hago una apuesta trato de ser sincero conmigo mismo, con esa fuerza que me dice dónde tengo que ir. Me pasa que cuando veo algo, la resolución de una obra hoy tiene que ver con todo lo que me sucedió en la vida y cuando veo que eso sucede me pongo en paz con las obras; si no siento que lo hice para cumplir. El trámite de la cultura no me gusta, me gusta la intensidad y el compromiso. Muchos elogios vienen de personas que me conocen, pero me sucede cuando estoy en el supermercado y me dicen ‘no me conocés, pero te quiero felicitar por el elenco y la obra’, eso me modifica la perspectiva.

Recordó que en el 92 realizó su primera obra y descubrió un mundo del mensú “más cercano al que yo pensaba y pude poner en práctica”, algo que le llenó de satisfacción. Ya inserto en el terreno del folclore, lo calificó como “popular” y subrayó que “observo el comportamiento de la gente porque ellos se tienen que ver reflejados, cuando no sucede me replanteo mi espacio de coreógrafo”. Crítico en su mirada, Marinoni recalcó que un coreógrafo “tiene que ver con una filosofía, un compromiso. Llegar a una conclusión con un vuelo extraordinario tiene que ver con el resultado de toda su vida. Ahora, si tomo porque me gustó me está faltando toda la vivencia que tuvo esa persona para interpretar su rol desde ese lugar. Pasé por muchas cosas y la vida me regaló momentos muy lindos… Hoy lo que estoy haciendo tiene que ver con interpretar la filosofía de las personas. Intento mostrar a las personas cuál es mi interpretación. O sea, ¿quién es el dueño de la verdad? Nunca intenté pararme desde ese lugar pero sí nutrirme para tener un sostén”.

¿Y el amor, qué rol ocupa en lo que uno hace?

Desde que me apareció eso en la cabeza quiero saber qué es el amor, todavía no lo entiendo. Lo que sí puedo decir que lo más cercano a entender el amor fue bailando. Creo que el amor es bailar. Cuando le preguntás a alguien qué es el amor, no te sabe explicar, lo siente. Te puede decir que es cuando abrazás a tu vieja, ves reír a tu hijo, cuando tu esposo te mira y te dice cosas en común que ya lo sabe. El amor es abrazar al amigo, pero no hay una definición concreta, lo mismo pasa cuando bailamos, no podemos explicar. Me respondí a mí mismo que mi momento de amor es cuando estoy delante del elenco y ellos sacan su arte. Pero no siempre ocurre, hay momentos que aparecen con una intensidad que no es humana, trasciende tiempos, espacios y disfruto de eso. Para mí, amor es entregarles por completo a los bailarines lo que pensé y tiene que ver con mi estricta soledad, desnudo, completamente. Y cuando ellos lo toman, le dan forma a mi amor.

Y hoy, ¿en qué momento estás?

En un momento crítico, que tiene que ver con las añoranzas, los recuerdos, ver el futuro. Cuando uno es joven ni ve, uno anda. Cuando pisa los 50, ve que hay que algo que te dice ‘lo que querés hacer, hacelo ya’. Entonces hay algo que tiene que ver con mi familia, trabajo, mi yo, mi espacio y que es propio de un artista. No todo es tan feliz, es bravo el camino, la demanda, uno no tiene permitido el fracaso. El artista no tiene permitido, es una tarea tediosa y estresante. Tenemos que educar a las personas del espacio del artista, que es una persona como todas. Estoy ahí, entre la realidad y ficción.

Si tuvieras que volver el tiempo atrás, ¿qué momento sería?

Volvería al Ballet Folclórico Nacional, cuando no me daba cuenta de que lo estaba haciendo era lo más importante de mi vida.

Jugabas con la inconsciencia…

Sí, totalmente. No me daba cuenta de que eso me iba a marcar toda mi vida, hasta hoy. Iba y bailaba, me cambiaba, nos reíamos y todo era lindo. No había lugar donde no viajábamos, conocí culturas, mi país y encima lo hacía bailando, me pagaban por eso, hacía lo que quería y aprendí una disciplina que hasta hoy me sostiene. Volvería ahí, un día. Siempre pienso.


Perfil

Luis Marinoni
Coreógrafo
Comenzó su formación en la Peña Itapúa y luego continuó en el Ballet Folclórico Nacional (estuvo 18 años).

Desde 2016 está al frente del Ballet Folclórico de Posadas, del Parque del Conocimiento. Es desde hace diez años director del ballet de la Fiesta del Chamamé (Corrientes) y además trabaja de forma periódica en Asunción, en la Academia de Susy Secco. Tuvo a su cargo, entre otras, las puestas para la asunción del presidente paraguayo Santiago Peña y para la visita del papa Francisco, también en el país vecino.

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