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Alicia Rivas en la previa del 8M

Alicia Rivas: “Este ajuste es cruel y viene por los derechos”

Mientras la violencia y los femicidios recrudecen, las secretarías de género se desmantelan y el hambre busca disciplinar y mantener las bocas calladas. En este contexto las feministas buscan sostener la lucha y garantizar los derechos
miércoles 06 de marzo de 2024 | 6:07hs.
Alicia Rivas: “Este ajuste es cruel y viene por los derechos”
Alicia Rivas: “Este ajuste es cruel y viene por los derechos”

“El Ministerio de la Mujer dejó de existir y, al menos en este gobierno, no va a volver a existir jamás” anunció el vocero presidencial. En este marco de violencia cotidiana, además, se especificó que todas las mujeres que decidan parar este 8M en horario laboral -para pedir que dejen de matarnos simplemente por ser mujeres- le serán descontados los días como si se tratara de una medida de fuerza.

“Las laburantas, las jubiladas, las desempleadas, las jefas de familia monomarentales, las travas, las docentes, las piqueteras, las cocineras de las ollas populares, las víctimas de violencia, las discapacitadas, las que viven en la pobreza, las periodistas, las trabajadoras de los medios públicos, las artistas, las feministas, la casta éramos todas las personas que queremos un país en el que quepamos todes”, reza en parte uno de los posteos de Mujeres que no fueron tapa, anticipando las demandas de este particular 8M.

En este contexto está la Argentina hoy.  Porque más allá de lo simbólico, ideológico, político, semántico, el ajuste económico golpea fuerte todos los hogares y las mujeres le seguimos poniendo el cuerpo, también con hambre.

En la previa a la marcha, Alicia Rivas, periodista y militante sindical, adelanta que uno de los reclamos más fuertes de este año será un “basta de ajuste”.

¿Cómo se vive este 8M?

Este es un 8M que nos encuentra en una situación muy pero muy difícil. La crueldad del ajuste viene con un plus, este gobierno de Javier Milei viene abiertamente a combatir -y quiero usar ese término porque es un poco lo que él utiliza-, está en guerra contra los derechos que hemos conquistado mujeres y disidencias, de hecho dicen que están en contra de la perspectiva de género.

Un retroceso sobre los derechos adquiridos.

Las políticas públicas que  habíamos obtenido y que se habían logrado para que los derechos que se consiguieron formalmente pudieran ser materializados eran políticas todavía deficientes, precarias en muchos lugares con poco presupuesto, pero sentíamos que estábamos como en ese camino de profundizar la lucha para avanzar, no de retroceder.

Pareciera que hay una puja simbólica, que un poco nos quieren distraer con lo ideológico pero en realidad le estamos poniendo el cuerpo al hambre, no?...

Totalmente, le ponés el cuerpo, le ponés la cabeza... porque ahora estamos resolviendo cómo se cocina, resolviendo cómo se accede a la salud en una provincia que está con brote de dengue -y todos y todas las que hemos tenido dengue sabemos lo que eso implica- hay compañeras que nos dicen que no tienen para el analgésico siquiera, es decir que están atravesando procesos de dengue muy dolorosos. El hambre es algo con lo que se está conviviendo de manera brutal y donde vayas a buscar asistencia te encontrás con esto de que no llegaron las partidas, de que la gente está poniendo de su bolsillo, pidiendo colaboración, pero nada, nada, alcanza. En ese contexto, lo que venimos diciendo en las distintas asambleas es que necesitamos un basta al ajuste, un basta a las violencias, un basta a la crueldad. Que se escuche cada vez más fuerte.

El ajuste ¿busca también desgastar, debilitar un poco la lucha?

Yo trabajo en la Universidad Nacional de Misiones y la preocupación que se está planteando es cómo se garantiza que los estudiantes puedan llegar a Posadas. ¿Qué pasa con los alquileres? ¿Qué pasa con los comedores, con los albergues, con las cursadas? Es decir realmente es un panorama mucho peor del que se especulaba.

La crisis de la vida cotidiana de resolver el hambre, de resolver la plata para el transporte, de resolver pagar las tarifas, nos tiene a todos y todas ocupadas todo el tiempo que hasta terminamos como minimizando o relativizando o desplazando toda esa agresión simbólica política, ideológica. Tenemos un presidente que postea imágenes de adultos sometiéndose sexualmente a un niño, haciéndole pis a un gobernador o metiéndose con personas con discapacidad, todas situaciones que en otros contextos, ya estaríamos denunciando, ya estaríamos repudiando, pero hoy estamos esperando a ver con qué otro agravio va a aparecer. Mientras, lo estructural, que es este ajuste tan brutal sobre nuestros salarios sobre nuestra vida cotidiana, se sigue dando.

La violencia ¿es más palpable en lo cotidiano?

Ya hay un enero en el que los datos de todo el país son realmente alarmantes, no solo en femicidios  sino también en intentos de femicidios que por causas azarosas no se concretaron.

Sumado a un Estado ausente...

Claro, Argentina venía siendo en parte un ejemplo a seguir como país donde se discutían y se construían, de una manera creativa, políticas públicas para  poder materializar los derechos de mujeres y disidencias y contra todo eso viene la política de Javier Milei. Por eso estamos tan en el centro también las mujeres y las disidencias, por eso también ya estamos muy atentas a cómo las violencias van a ir recrudeciendo. Ahora no sabés a quién recurrir, mirás hacia el Estado, hacia las áreas de gobierno y no están o están absolutamente vaciadas, desmanteladas. Tenés a un presidente que yo lo caracterizo como un macho violento, es un tipo que se muestra con una motosierra encendida a los gritos faltando el respeto a todos. O sea ¿cómo seguimos trabajando con sobrevivientes de violencias, con víctimas de violencia, con quienes estamos tratando de fortalecer desde la autoestima, de recuperar la salud mental?...

Si desde lo más alto el mensaje es violento de alguna manera justifica el odio, no?. Y se siente esto también en las redes sociales, en el ánimo  diario? Hay más violencia?

Sí, se siente mucho y se mezcla también la cuestión de género, la cuestión de clases. A nosotras nos pasa que tenemos que sacarnos las remeras que nos identifican con nuestras organizaciones porque la gente está como habilitada a decirte cualquier cosa, inclusive hasta agredirte físicamente en algunos casos. Te tenés que bajar de los colectivos porque te dicen desde planero hasta lo que se te ocurra. Y muchas de quienes trabajan en esas organizaciones, para garantizar estos derechos como la alimentación, el cuidado, la salud, son mujeres, compañeras nuestras.

Por otro lado, en la calle también se siente. Antes veías adolescentes y jovencitos transitando nuestra ciudad, nuestras plazas con amorosidad, viviendo su identidad de género con libertad, con orgullo y hoy hasta tenés que estar atenta a que no se encuentren con la agresión, algo que yo con 50 años entiendo, porque en nuestra generación estábamos como más atentas, como con cuidado siempre.

Como que hay un estado de miedo

Claro, las pibitas y los pibitos no tenían ese registro y vos tenés que estar explicándole que hay que cuidarse, porque aunque el odio no tiene que pasar, no significa que no pueda pasar. A mí me da mucha vergüenza, me da mucha impotencia porque veníamos trabajando todos estos años para que nuestros hijos, hijas, hijes pudieran crecer con libertad, construir una forma de estar en este mundo con empatía, con amorosidad, que te importe lo que le pasa al de al lado y hoy está todo eso desplazado, en riesgo. Como que de repente llegó alguien con la motosierra encendida capaz de decir cualquier cosa y con él una banda de violentos y violentas habilitados a decir cualquier cosa.

Un poco revalida esta teoría de que cuanto más avanzamos y más peligra el statu quo, el freno que te ponen es más cruento.

Hay que contraponer con fuerza,  con violencia y rápido esto es lo que venimos escuchando estos meses, la doctrina del shock. Viene cargado con una cuestión de género y de clase muy fuerte porque hay un discurso de mucho odio hacia las mujeres y disidencias y en la práctica también hay mucho odio hacia los sectores más vulnerables que sobrevivieron en estos años a través de una asistencia, de un programa social, como si tuvieran la culpa, como si tuvieran ellos la opción de decir: ‘bueno, dejo el trabajo con derechos y me voy a quedar con un plan’ como si eso fuera la realidad, no? Entonces yo quiero creer que avanzamos un montón y que hay sectores conservadores anti derechos que dijeron: ‘bueno, para frenar esto hay que poner este nivel de irracionalidad este nivel de violencia’. Porque están buscando disciplinarnos, devolvernos a nuestros espacios privados, aislarnos, romper todos los lazos de solidaridad que fuimos construyendo, teñirlo de desconfianza. Hoy tenés que estar explicando que hay gente para la cual la solidaridad, el trabajo comunitario es una forma de vida. Hay mucha desinformación.

Similar a lo que pasa con la cultura, que se posicionó como un gasto, cuando en realidad organismos como el Inamu, el INT, el Incaa, la Conabip no sólo federalizan y democratizan recursos sino que también elevan el PBI nacional...

Sí, pero además pareciera que la única rentabilidad que importa es la económica y en base a la depredación y a la acumulación brutal. Por eso la cultura para ellos es un gasto innecesario, no entra dentro de los parámetros del mercado que son los que manejan. Los medios de comunicación tenemos una responsabilidad también muy fuerte ahí y nos cuesta muchísimo mirar nuestro propio accionar, entender el avance de la concentración en los medios de comunicación y que tenemos que volver a discutir qué rol tenemos dentro de las democracias. Por eso también este gobierno ataca tan fuertemente a los medios públicos. Es un ataque generalizado a todos esos espacios donde estamos construyendo ciudadanía.

¿Desde dónde y cómo podemos seguir construyendo y deconstruyendo en este contexto, hoy?

Yo creo que en todos los lugares, en todos los espacios, en todos los terrenos... porque también somos muchos y muchas que fuimos aprendiendo desde que es necesario el lenguaje inclusivo -porque eso implica que estamos dando cuenta de que hay identidades diversas y que si yo uso el masculino sólo hay un montón de gente que queda excluida- hasta otros aspectos de micromachismos, por ejemplo. Hoy es un momento donde nuestras militancias tienen que ser colectivas, pero además tienen que ser situadas. Yo vivo en un barrio, bueno, tengo que poder salir de mi casa, de ese aislamiento que te proponen, para ver qué le está pasando a la persona de al lado, a ver cómo nos organizamos, a ver  cómo rompemos este proceso de mucha desconfianza, de mucho dolor al que te están empujando.

Hay una clase media, entre comillas, que hoy la está pasando muy mal y que tal vez no tiene esas redes comunitarias, ni familiares, para poder pedir ayuda. Hay gente que va con vergüenza a pedir un plato de comida. Otros que estaban acostumbrados llegar así a fin de mes con la tarjeta y ya no están pudiendo pagar las tarjetas, entonces este mes comer va a ser muy difícil. Hay lugares de trabajo que también están en riesgo. Entonces hoy es romper ese aislamiento, escucharnos, estar atentos y seguir reclamando. Todo esto de cómo resolvemos, cómo ayudamos, como acompañamos es mientras nos fortalecemos para decir BASTA porque sino, nos van a tener acá gestionando la miseria y gestionando la muerte de nuestros vecinos y de nuestras vecinas. No nos puede dar lo mismo ver que al lado se te está muriendo alguien de hambre, de dengue o con problemas graves de salud mental. Para nosotros la marcha del 8 va a hacer eso: va a ser un gran basta.

¿Cómo le hablamos hoy a los adolescentes que quizás compraron este modelo de rockstar anarquista, que venía a acabar con la casta y hoy le termina quitando derechos?

Hay pibes que están en el mercado laboral hace más de 10 años y no tienen un trabajo formal que les permita vivir de ese trabajo , no tienen previsibilidad y eso también va degradando y generando resentimiento, bronca, descontento y tenemos que hacernos cargo de eso también. Tenían un Estado deficiente, tal vez una salud pública que no me está resolviendo, una educación que no me está resolviendo lo que yo necesito entonces ¿de qué de qué derecho me hablás? Creo que de todo eso también hay que hacerse cargo para no terminar responsabilizando a ese sector de la población que eligió un cambio. Creo que debe haber gente que eligió conscientemente de que lo que se venía iba a dañar a otros,  pero no creo que la mayoría lo haya hecho así, porque era un terreno totalmente desconocido. La idea del 8M y de las asambleas en las que nos encontramos es empezar a recuperar espacios y a organizarnos con más fuerza para poder ponerle límites y exigir que quienes tienen responsabilidades: nuestros legisladores, nuestros gobernadores,  los intendentes no son espectadores, acá no pueden esperar...

Toda lucha es política pero ¿cómo aportamos desde nuestros lugares?

Las feministas hacemos políticas así, dimensionando, poniendo en valor el cuidado, la vida, poniendo en valor también lo que hemos construido en este tiempo sabiendo las diferencias estructurales y las violencias estructurales que seguimos padeciendo. Lo mucho que hemos avanzado, lo mucho que falta. Pero a nosotros no nos regaló nada nadie y estamos pagando costos tal vez de haber avanzado un poco pero es con esta práctica política que seguimos y nos oponemos a tanto resentimiento, a tanta irracionalidad, a tanta muerte. Hay que estar juntas, juntos. Tendremos miles de diferencias en otros contextos pero en este momento me parece que escucharnos, salir a reclamar juntas. También invito a la gente que está ahí tal vez todavía con ese discurso de: ‘son planeros se robaron todo y ahora estamos pagando la fiesta de los que se robaron todo’ porque la gente que se está muriendo de hambre, ¿qué es lo que se robó? la gente que hoy está sin pagar el alquiler o quedándose sin trabajo, ¿qué parte de la fiesta se robó? ¿De qué estamos hablando? Entonces un poco correrse también de esos lugares de odio y ver qué es lo que nos está pasando y por qué nos está pasando. Hay como una apuesta muy fuerte a minar los lazos de solidaridad que la Argentina tiene. Somos un país mirado por toda Latinoamérica porque acá todavía hay restos de salud pública, hay restos de educación pública y digo restos porque estamos peleando para sostenerlos.


Misiones marcha

Bajo la consigna “Contra el ajuste, ni un derecho menos” organizaciones y mujeres autoconvocdas se darán cita el viernes desde las 16 en Junín y Santiago del Estero para marchar hacia la plaza 9 de Julio en el marco del paro y la movilización del 8M. En la plaza, además de las demandas que se exigen, habrá escenario con micrófono abierto.

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