Qué está pasando con el peronismo

miércoles 28 de febrero de 2024 | 6:00hs.

Como peronista de hace más de 60 años, luchador incansable, militante con dirigentes firmemente honestos (Cooke, El Kadre, Ortega Peña, Hernández Arregui, Arturo Jauretche, Lorenzo Pepe, Saúl Ubaldini, Mempo Giardinelli y otros), creo ser un peronista honesto. Incluso durante mi gestión institucional en Misiones, como secretario de Industria de 1990 a 1993, recibí los primeros fondos por la Ley de Innovación Tecnológica y los asigné en subsidios y préstamos a empresarios, sin quedarme ni con un peso ajeno, como reconocen hasta hoy mis ex colegas institucionales y muchos actuales empleados provinciales de Industria.

Pasando a la actualidad, observo que hay dos documentos muy recientes generados por dos dirigentes de mi estima: Cristina Fernández y Mempo Giardinelli, así como análisis de otros militantes peronistas como Guillermo Moreno, Julio De Vido, Daddy Brieva o Juan Grabois, que me permiten reflexionar sobre la actualidad y el futuro del peronismo.

Desde el pasado 19 de noviembre, el peronismo quedó como “colapsado”, en estado invernadero, con un presidente del Partido Justicialista “en capilla”, más de dos meses sin acciones ni declaraciones institucionales de ningún tipo frente al gobierno más antipopular de la historia, y ante la enorme ampliación de la pobreza, la desocupación, la adhesión del mileismo al imperialismo yanqui-británico, y el desconcierto de grandes mayorías del sector de trabajo, las clases medias y sub o desocupados en general.

En primer término, creo que el peronismo va aceptando que la corrupción y la desidia venían reinando crecientemente en su gestión; que el anterior presidente y su ultimo ministro de Economía fueron absolutamente ineficaces en volver a equilibrar -como la noción de justicia social justicialista lo indica- la distribución del ingreso nacional; no se intervino la empresa agropecuaria Vicentín, no se avanzó seriamente con el dragado de la salida al mar del río Paraná, no se controló seriamente la escalada de los precios de los alimentos durante casi dos años, no se sancionó a empresas que hicieron especulación, remarcación especulativa y retaceo en la entrega de artículos de alimentación a supermercados y mayoristas.

Como agravante, numerosos funcionarios estatales de áreas de control aduanero, comercio, sanitarios, fluvial, portuario, comercio exterior, bancarios, etcétera fueron progresivamente cómplices de transgresiones y delitos empresariales y financieros, desdibujando la esperada gestión estatal de control firme, sanciones, clausuras y multas severas, que dieron por resultado que muchos ciudadanos peronistas e independientes votaran a Milei por creer que con él vendría un cambio radical (y quizás popular) de la gestión oficial.

Si bien van creciendo las expectativas que paros, el retiro de colaboración las movilizaciones, el reciente enfrentamiento -político o judicial- de muchos gobernadores contra Milei y otras medidas de fuerza legales serán crecientes e irán debilitando al gobierno nacional, como acaba de suceder con los trabajadores docentes, que finalmente serían “recibidos” por funcionarios oficiales, o posibles acciones institucionales o judiciales de un amplio grupo de gobernadores tras la declaración del gobernador de Chubut, y que probablemente otras medidas serán empleadas y sacudirán al país y al gobierno nacional, por más que la seguridad policial y gendarme tremendamente reforzada por la ministra Bullrich no logrará vencer.

Cada vez más sectores -y no precisamente peronistas- se están volcando a criticar a la gestión de Milei, que sigue actuando antipatrióticamente en todos los planos posibles: Malvinas, Antártida, Hidrovía, litio, comedores populares, enfermos y discapacitados, coparticipación provinciales, jubilados, pequeños comerciantes y empresarios pyme, investigadores y docentes universitarios, médicos y enfermeros y otros afines. Incluso Milei ha involucrado a Argentina en conflictos armados de otros continentes, como el enfrentamiento de Israel contra los palestinos o la guerra de Rusia y Ucrania.

Como bien manifestó Giardinelli hace pocos días: “La primera y más contundente precisión es que no existen libertarios en la Argentina. No, no existen y los que pretenden serlo no son otra cosa que cipayos traidores a la Patria (...) Por eso libertarios NO y SÍ Libertadores. Por eso deberemos rechazar la entrega de un solo milímetro territorial de nuestra Patria”.

Afortunadamente aún quedan varios medios de comunicación populares -diarios, radiales, redes virtuales y televisivos- que van revelando y explicando los múltiples aspectos en que la improvisación, el desequilibrio y el espíritu antipopular del gobierno, y van abriendo conciencia de que traicionó a sus propios votantes y a muchos ciudadanos que eran testigos esperanzados de un cambio favorable a las mayorías y no sólo a minúsculos grupos empresarios pro norteamericanos, israelíes y británicos que -día a día- vienen actuando tras sus intereses económicos y geopolíticos.

Como argentino esperanzado, confío en que la dirigencia peronista transparente se una, recupere el partido, unifique sus declaraciones, vaya consolidando una nueva conducción que, de frente al pueblo argentino, a sus trabajadores, a la clase media, desocupados, jóvenes y empresarios pequeños y medianos, desarrollen la esperanza de que una próxima gestión gubernamental enderezará al país hacia la justicia social, la independencia económica y el dominio sobre la tierra, el agua y nuestros recursos naturales.

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