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“Mediante el rugby encontramos una herramienta para construir objetivos a largo plazo”

El deporte y la educación en la cárcel, para transformar vidas

Mariano Hernando arrancó con el rugby en el penal de Eldorado. Logró, junto a los internos, formar un equipo. Apuesta a lo colectivo para cambiar los prejuicios para los que están del otro lado del muro
sábado 24 de febrero de 2024 | 10:30hs.
El deporte y la educación en la cárcel, para transformar vidas
El deporte y la educación en la cárcel, para transformar vidas

¿Qué le podía devolver a su comunidad una vez recibido? Una pregunta que se trató de contestar muchas veces cuando vivía aún en La Plata. Estudió, se recibió de profesor de educación física y pegó la vuelta a su Misiones natal, a su Eldorado natal. En 2015 comenzó con  un proyecto ambicioso. Ambicioso porque para hacerlo tenía, y tiene todavía hoy, que romper continuamente barreras. Propias y ajenas. Mariano Hernando consiguió, a través del rugby, la manera de llegar a una población muchas veces olvidada: los presos.

Entendió que con una pelota podía tratar de transformar la vida de esas personas privadas de su libertad, pero logró algo más. Cambiaron las lógicas dentro del Penal III de Eldorado. Fueron los internos los que empezaron a pedir más educación, armaron un equipo de rugby, Los Toros, que se convirtió en el primero del país en jugar a nivel federativo un torneo organizado por la Unión Argentina de Rugby (UAR).

Bajaron los niveles de violencia, entre ellos y con los agentes del Servicio Penitenciario. En ese contexto de encierro la palabra cobró valor y educación empezó a cumplir su real rol transformador.

La crisis económica amenaza hoy a lo que desde hace ocho años vienen construyendo Los Toros dentro del Penal III de Eldorado, pero redoblan la apuesta porque lo que generaron no se puede detener. Que los errores del pasado y un contexto de, en la mayoría de los casos gran pobreza, los llevaron a ese lugar, pero también tienen claro que pudieron cambiar y que quieren demostrarle a la sociedad que es posible devolver desde adentro de los muros hacia afuera.

¿Por qué alguien que no conoce la cárcel iría a ayudar, a pasar un tiempo ahí y conocer ese “otro mundo”?

La cárcel es parte de la sociedad y si bien es una institución que muchas veces encierra y oculta a las personas que cometieron un delito, hay mucho prejuicio en relación a lo que pasa ahí adentro. En primer lugar, la cárcel debe ser un lugar de cambio, donde alguien que cometió un delito pueda rehacer su vida de una manera diferente. Esa tarea sólo para el Servicio Penitenciario a veces es mucha, porque depende de un contexto, de la formación y de las posibilidades que tenga el Servicio y muchas veces no alcanza. Entonces, creo que como parte de la sociedad es una buena oportunidad involucrarse con la cárcel para ayudar a que esas personas cambien.

¿Por qué? Porque cuando las personas que cometieron un delito recuperen su libertad, van a volver a vincularse con la sociedad del otro lado del muro. Ahí es donde vamos a volver a convivir todos juntos. Por qué esperar a que esa persona salga y recupere su libertad si nosotros como comunidad, como organizaciones, como profesionales, podemos ir a dar una mano para que eso cambie.

¿Qué significó el deporte en general y el rugby particular para acercarte a la cárcel?

Yo conocí mediante el deporte y, específicamente mediante el rugby, la cárcel. Como profesor de educación física siempre me interesó ver cómo se ejercía el derecho a la educación en la cárcel y el deporte es muy importante para una persona. Para nosotros culturalmente es muy importante y ahí hay una herramienta. En el fútbol, en el rugby, en el boxeo en la cárcel, hay una herramienta para poder acercarse a la problemática que tienen todas las personas.

En la cárcel hay personas con diferentes problemáticas y son muy parecidas a las que nos pasan afuera. Cuando uno busca un objetivo en común o tratar de trabajar en equipo, el deporte te ayuda mucho.

Al llegar con el rugby a la cárcel nos propusimos enseñar. Jugar al rugby con una parte de la población que quizás no accedía a la educación física como nosotros, con algunos amigos, pensábamos que deberían acceder. Entendimos que había una herramienta fundamental para conseguir otros objetivos, más importantes y construidos con ellos.

Tratarnos con respeto, tener el compromiso de volver al otro día, que la palabra tome valor en el penal, donde quizás no era tan así. Yo les decía ‘mañana vengo y hago rugby con vos’ e iba. Entonces, al tipo que le habían mentido un montón, te esperaba y se encontraba con que podía jugar y hacerlo con la responsabilidad que eso implica. Acordamos ciertos valores. Empezaron a respetar, a que el otro se podía equivocar, a que había que tener compromiso para ayudar al que no sabía. Había que tener la honestidad y la intención de no lastimar a nadie. Cuando acordamos eso, empezamos a acordar otros objetivos, que primero eran impuestos desde afuera, como estudiar, y después nos dimos cuenta de que eso empezó a circular.

Cuando hay un ambiente de respeto, honestidad, compromiso, de superación, podés empezar a pensar en grande. El deporte lo que te da es hacerlo en equipo.

Con Los Toros lograron bajar el nivel de violencia y tener muchos jugadores estudiantes, pero ¿cambiaron los prejuicios de afuera hacia adentro?

Hay de todo. Hay gente que te dice ‘¿para qué vas al penal? Si el preso no cambia’ y cuando reincide está ahí para decirte ‘viste que no sirve’. Y está el otro que te dice ‘qué bueno’ porque ir a dar es un montón y te hace bien, te humaniza.

A veces vivimos en una burbuja entre el trabajo, la casa y no te das cuenta que con muy poco, yendo a un penal hacés un montón. Un montón es ir a jugar un partido de ajedrez con alguien. Ir a enseñar a leer a alguien es un montón y hay muchas personas que creen en eso y entiende el compromiso social que tiene esa persona. Nosotros lo hicimos con un grupo de gente, convencidos de que hay una cárcel diferente.

¿Hoy cómo es la cárcel en Argentina?

Es desigual como Argentina. Si vemos a la Argentina como un campo lleno de disputas, la cárcel es lo mismo. Así como hay mucha pobreza, en la cárcel también hay mucha gente humilde, que es pobre y que por no tener herramientas cometió un delito y está presa. Te das cuenta que la mayoría de las personas son analfabetas, que nunca pasaron por el sistema educativo. La mayoría de las personas que están presas no tuvieron las mismas posibilidades que tuvimos vos y yo.

Mediante el rugby encontramos una herramienta para construir objetivos que le sirvan a largo plazo. No es solamente para divertirnos, sino cómo podemos hacer para que cambie la vida de todos nosotros, sin tener que esperar a salir. La escuela fue una herramienta, porque cuando nos tuvimos que inscribir, no sabían poner su nombre. Imaginate estar preso, depender de la institución que te encierra y no poder tener la libertad ni siquiera de leer o escribir, de ejercer tu derecho como ciudadano de estar educado.

Le hicimos sentir el valor de la educación. Primero fue obligatorio y ahora te lo piden. ‘Profe quiero una carrera más, porque terminé la primaria en la cárcel, terminé el secundario y ahora quiero seguir estudiando, me queda un año y tengo un proyecto’.

También como la Argentina, la cárcel es muy violenta. Hay conflictos y la manera en la que se resuelven los conflictos en la cárcel, muchas veces define la vida de una persona. Hoy, mediante acuerdos, talleres, trabajo y el deporte, logramos que los conflictos se resuelvan por medio del uso de la palabra y no que alguien se termine matando por si tenía la razón o no.

¿Y qué cambió con Los Toros?

La lógica de poder cambió un poco en la cárcel, entre ellos y con el Servicio Penitenciario. En general en las cárceles el que manda es el que más homicidios cometió o el que tiene la causa más peligrosa, la condena más alta. A nosotros no nos servía para el grupo que queríamos armar y para los objetivos que ellos tenían, que eran poder transitar ese tiempo de condena de una manera mejor y tratando de ser útiles no sólo para el contexto en el que viven, sino también para el afuera. A partir de ahí pusimos en valor a cómo queremos que sea un Toro. Lo eligieron ellos. Qué tiene que tener un Toro para poder liderar realmente al grupo y ser un referente.

Nos dimos cuenta que tenían que estar escolarizados, porque nos dimos cuenta que la escuela te da una apertura. Muchos dejaron de jugar y se dedicaron a la escuela y eso está bárbaro. Un Toro tiene que resolver los problemas mediante el uso de la palabra; tiene que salir de los berretines, como le dicen en la cárcel; tiene que tratar de no consumir droga, porque eso después te hace entrar en una lógica muy compleja, es decir, tiene que ejecutar esos valores de los que hablamos como la solidaridad, el respeto, el compromiso, la honestidad y la lealtad. Entonces cambió el perfil de a quién se le presta atención. Quien ahora toma decisiones grupales suele ser el mejor estudiante o el mejor compañero en la escuela o el mejor carpintero o el que terminó una carrera terciaria o el tipo que más se esfuerza en el área emocional y, además, un gran jugador de rugby.

Nos solicitaron talleres de costura para arreglar sus zapatillas y ahora costuran todos los viernes en el penal. Nos solicitaron un taller espiritual para decir lo que estaba, muchas veces, prohibido en la cárcel. Que están tristes, que tienen ganas de llorar, que se sienten débiles, que no tienen ganas. Eso está prohibido porque hay un estereotipo de masculinidad en la cárcel inquebrantable, por así decirlo. Tratamos de que el Toro deje de ser un tipo que entrena, estudia y trabaja y pueda decir estoy mal por esto, me duele aquello, me costó esto, me equivoqué en esto.

En esta Argentina de crisis económica, ¿se puede seguir apostando a este proyecto?

Hoy lo que escasea es la solidaridad, el compromiso. Tenemos que salir de esa individualidad de que se salve el que pueda. En tiempos de crisis creo que lo mejor es armar buenos equipos y en la cárcel más que nunca.

Antes la familia tenía otros recursos para ir a visitarlos. En una visita te llega comida, esa contención emocional necesaria. Te dan herramientas para subsistir mejor. ¿Y si la visita no tiene para pagar el colectivo? Porque la verdad es que la mayoría de las personas presas son pobres y el que no tiene recursos para mantenerse adentro se le hace más difícil. Armando un equipo, por lo menos tenemos una herramienta más.

Si nos olvidamos de la cárcel va a pasar lo de siempre. Si la persona que sale de la cárcel no tiene laburo, no tiene contención, atravesó su condena consumiendo cualquier tipo de estupefacientes y resolviendo todo de modo violento, va a salir y el primer conflicto lo va a resolver como lo resolvía en la cárcel.

Lo que tenemos que hacer en este contexto de crisis es mirar a la comunidad y tratar de resolver en comunidad los problemas de todos. Creo que en la cárcel hay buenos ejemplos. La cárcel nos demostró que vale mucho más un abrazo que un par de zapatillas. Vale más escuchar a alguien que tiene problemas, que pasarse la pelota de rugby. En la cárcel nos encontramos con gente buena, que se equivocó en el pasado, pero que hoy encuentra en el deporte, en la escuela y en los espacios que se crean una nueva oportunidad para rehacer su vida.

¿Cómo revertís la idea del que piensa que el preso no cambia?

Hay estadísticas que ayudan a que lo que se cree se pueda cambiar. El 80 por ciento de las personas que comenten crímenes en Argentina o no tenían trabajo o habían abandonado la escuela. Entonces, volviendo al tema de la escuela, es importante que una persona tenga trabajo y que se pueda sostener en el sistema educativo y que el sistema educativo sea de calidad.

Ahora, si no puedo pagar el colectivo para ir a la escuela; me cobrás 400 pesos para ir a la escuela y somos cuatro hermanos ¿quién va a ir a la escuela?

Con tener trabajo y garantizada la educación, estadísticamente es muy probable que una persona no cometa un delito. Lo mismo con la reincidencia. La mayor cantidad de reincidencias son porque las personas salen en libertad, no tienen laburo y para subsistir encuentran en el delito la forma que conoció siempre. Volvemos a lo mismo, para laburar la problemática de la cárcel y la inclusión social, hay que poner a la educación como el primer eje en que habría que invertir.

La educación en todo sentido. La formal en la escuela, para que toda persona pueda estudiar, sea niño, joven, adulto, adulto mayor o estar en contexto de encierro, como la ley lo establece y también la educación informal, que se da en los clubes, en las instituciones barriales. Es decir, contener para que las personas puedan transformar su vida mediante la educación y no mediante el delito.

¿Y realmente se puede cambiar?

Soy un convencido de que se puede. Por eso trabajo de lo que trabajo. La educación física tiene un rol transformador, para poder cambiar la vida de las personas con la herramienta que nos da el deporte, pero no es la única manera. Tanto dentro como fuera de la cárcel, los programas que se pueden ejecutar para transformar la vida de alguien pueden ser a través del arte, de la música, de los talleres de oficio, que permitan que haya mano de obra calificada.

En el contexto de crisis creo que es una buena forma de involucrarse con la cárcel ¿qué sabes hacer y qué podés enseñar en el penal? Todo ayuda y si querés ir más allá, las instituciones que se animen a la educación en contexto de encierro.

La lógica cambió. Llevamos un taller de costura, ellos redoblaron la apuesta y empezaron a arreglar su ropa. Vieron que podían a ayudar a sus familias desde adentro y a la comunidad. Nació la iniciativa de por hacer cartucheras para el inicio de clases, para los chicos que no tienen.

De una universidad nació la oportunidad de llevar un taller de costura adentro y de ese taller surgió la idea de volver a la comunidad de una manera mucho más productiva. Me parece que es por ahí. Y eso, con cada institución que se quiera involucrar, se puede dar.

Más educación o más seguridad…

La educación como herramienta de prevención en la seguridad. El Servicio Penitenciario lo entendió. Es invertir en deporte, en educación, en talleres, en trabajo, para después estar más tranquilos a la hora de controlar a las personas privadas de su libertad.

Afuera pasa lo mismo, mejor calidad educativa nos va a garantizar que podamos, entre todos, hacer una Argentina nueva, transformada y de la cual todos nos sintamos representados.

El discurso de la seguridad, la represión y de apuntar al que comente un delito enaltece la del ‘sálvense quién pueda’. Pero después habrá más personas que comentan delitos. A mí la educación pública y gratuita me salvó la vida. Desde el nivel inicial hasta la universidad y si no ¿quién dice que no hubiese cometido un delito?

Me parece que la solución es con mejor educación, de mejor calidad, para todos y en todos los contextos. Que sea transformadora. Para eso hay que ir hacia abajo y que represente a quienes van a asistir a esa educación.


Perfil

Mariano Hernando
Profesor de educación física
Mariano Hernando nació el 9 de junio de 1989 en Eldorado. Forma parte de Carayá de esa misma localidad y desde 2015 está al frente del proyecto Tackleando Muros, del que nacieron Los Toros.

Estudió educación física en la Universidad Nacional de La Plata y a su regreso a Eldorado decidió ejercer en el Penal III.

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