Referente del desarrollo y difusión de energías renovables

“Con la crisis que se viene, a los colonos tenemos que darles más herramientas”

A poco de cumplir 83 años, Eric Barney sigue trabajando y proyectando su futuro con una pasión envidiable. Hoy lo moviliza la creación del Centro Demostrativo de Energías Renovables de Misiones para capacitar a los colonos
miércoles 10 de abril de 2024 | 10:00hs.
“Con la crisis que se viene, a los colonos tenemos que darles más herramientas”
“Con la crisis que se viene, a los colonos tenemos que darles más herramientas”

Se entusiasma tanto al mencionar sus grandes obras, como el proyecto Arroyo Tigre que durante años abasteció de energía eléctrica a la Facultad de Ingeniería de Oberá, al igual que aquellas más humildes pero trascendentales para el entorno para el cual fueron pensadas, como una cocina a leña con múltiples aplicaciones que diseñó para la comunidad mapuche.

Camina, se agacha, alza una pesada tapa de hierro. Ágil, lúcido, inquieto. Y claro, para él se aplica esa teoría que dice que “el músculo tiene memoria”, lo que en su caso sería hasta lógico por tratarse de un exatleta olímpico.

A exactamente un mes de cumplir 83 años, Eric Barney sigue proyectando, haciendo y soñando.

Su historia es amplia y heterogénea, imposible de encasillar. Fue deportista de elite internacional y docente e investigador universitario, como también referente del desarrollo y difusión de energías renovables en la provincia, defensor a ultranza del medioambiente, activista social y productor de yerba mate orgánica, entre otras facetas de su rica vida.

Hace rato que está jubilado, pero sigue trabajando en su chacra de Oberá, donde guarda sus trabajos, al tiempo que alterna su residencia con la ciudad de Posadas.

Hoy lo moviliza el proyecto del Centro Demostrativo de Energías Renovables de Misiones (CDERM), un espacio pensado para desarrollar y promocionar el uso de energías renovables que contribuyan al progreso socioeconómico de la región.

También apuntala la idea de fabricar alcohol para el uso de motores, algo que en Brasil está muy extendido, por ejemplo.

“Con media hectárea de caña de azúcar podés preparar 4.000 litros de alcohol, lo que al colono le alcanzaría para todo y le sobraría. Con la crisis que se viene, tenemos que darles herramientas a los colonos”, subrayó en diálogo con El Territorio.

¿Cómo nace su interés por las energías renovables?

De chicos íbamos a una chacra de un sueco que tenía una turbinita hecha por él, todo de madera y chapas, y tuvo luz 20 años. Siempre miraba eso y me quedaba azorado porque el arroyito le daba la luz. Así entendí la importancia que tienen estos recursos y me interesó el tema. Y siempre apunté al pequeño colono con cosas que le ayudan a mejorar su vida. Hace un tiempo reactivamos una microturbina en un salto en Colonia Guaraní y ahora los chicos pueden mirar tele en la casa, pero antes tenían que caminar dos kilómetros; y la señora puede usar el lavarropas. Esas cosas me inspiran para seguir.

Cuénteme del proyecto del Centro Demostrativo de Energías Renovables…

Es un espacio para abordar lo que es energía hidráulica, energía solar, biomasa y energía eólica. Es importante contar que el ahorro y el mejor uso de la energía implican una disminución del impacto sobre el medioambiente local y global, y una menor presión sobre los recursos energéticos no renovables. Pero por ahora es un proyecto y falta la financiación. Si aparece alguien que le interesa va a salir; si no, seguirá como un proyecto. Lo único que puedo hacer es difundir mi conocimiento y mis ideas. Pensaba hablarle al gobernador Passalacqua. Fijate que esa placa solar que tengo ahí (en el techo de su casa) me regaló Passalacqua, creo que cuando era ministro de Educación. Yo volaba en Bonpland con mi ala delta y pasaba por arriba de una escuelita que tenía el panel solar en desuso, pero cuando fui a pedirla la directora me corrió (contó riendo). Bueno, un día lo veo a Passalacqua, le conté y al tiempito él mismo le trajo con una camioneta. Y sigue funcionando. Sale el sol y me da 7 amperes, y si corta la luz por red, en casa tengo luz por esa placa.

En definitiva, el Centro Demostrativo contaría con todas las máquinas y proyectos en los cuales trabajó por décadas y hoy están en su chacra, pero en un lugar acondicionado para la enseñanza…

Claro, que permita que al colono que quiera hacer alcohol vaya y observe el funcionamiento de un motor con el que puede sacar 10 kilowatts con alcohol. Le voy a enseñar cómo hacer el alcohol y cómo puedo hacer andar el motor ese con gas pobre, con leña. Le puedo mostrar los molinos de viento. En 1985 fui director nacional de Microturbinas y mandé al Sur un molino de 7 metros de diámetro, cuando no había molinos. Un molino oleohidráulico, para hacer un pozo y bombear agua para 5 hectáreas. Acá en Misiones el viento norte sopla dos veces al mes y a ese mismo molino le saqué 4 kilowatts con viento norte. Entonces, cuando hay viento norte se prepara y se usa. Y cuando no hay viento, podés tener 3, 4 kilowatts de placas solares. Porque se entiende que si vos tenés energía eólica, tenés que compensarla con la otra, que es la solar.

En los años 80 también estuvo viviendo en Canadá, ¿qué experiencias trajo de allá?

A través de la Comisión Nacional de Energía hicimos un convenio para ir mi señora y yo, ella como antropóloga y yo como ingeniero, para aprender con los canadienses que iban a África a enseñarles a los africanos a trabajar con chatarra, que es lo que tenían. Con esa experiencia, por ejemplo, hicimos una cocina a leña que se implementó en los comedores populares en Posadas con los relocalizados de Yacyretá. Antes las cocineras laburaban a partir de las 6 de la mañana para servir la comida a las 12, pero con nuestro sistema arrancaban a las 9 porque se optimizó todo el proceso a partir del uso de la leña. Por eso hay muchos aspectos para capacitar y enseñar, desde lo simple que parece hacer fuego, pero de manera que sea más eficiente. Lo mismo con la energía eléctrica, hoy que aumentaron tanto las tarifas, una alternativa son las placas solares.

También estuvo tres décadas enseñando en la Facultad de Ingeniería, donde es muy reconocido…

Fueron 30 años instalando microturbinas. Nosotros éramos responsables de 80 familias rurales en Tarumá, a las cuales les dábamos 40 kilowatios, donde la facultad era la responsable si se quemaba o le pasaba algo. Y esa experiencia se perdió todo. O sea, existe todavía toda la posibilidad, los informes, pero no se implementa. Y lo que pasó cuando yo me fui es que no hubo continuidad. Entonces me llamaban los chicos de la facultad y me avisaban “los gitanos se están por llevar tu gasificador”, por ejemplo. Entonces lo buscaba y traía a la chacra. Y así fui trayendo todos los fierros y acá tengo todos los elementos de energía renovable que pueden mejorar la vida de un colono.

El 10 de mayo cumplirá 83 años y se lo ve con muchas ganas de seguir haciendo. ¿Qué lo motiva a esta altura de su vida?

Pienso que la vida me dio la chance de estar bien a esta edad y tengo que aprovechar y hacer las cosas que están pendientes. Para mí es importante compartir la información y aportar a la sociedad, ayudar a los pequeños productores, porque para los grandes está todo servido. Por ahora me siento útil y bien, pero por ahí a los 90 voy a empezar a hablar pavada y será hora de parar (dijo en tono de broma). Me llegaron a decir que soy un genio, pero no lo soy. Sí toda mi vida aprendí y compartí información con grandes maestros y eso es muy bueno. También a mi edad es importante tener una actividad mental, un trabajo, una actividad tuya que ocupe la mente. El trabajo mental es salud, como aprender cosas. Leí por ahí que aprender un idioma retrasa cinco años la aparición de los síntomas del alzheimer. Y sobre todo hacer lo que a uno le gusta. Si fuera por mí seguiría volando, pero no me dejan. Hace un tiempo tuve un accidente doméstico y ahora me cuidan mucho.

Se lo ve muy entusiasmado con el proyecto para la elaboración de alcohol para motores…

La verdad que sí porque es algo muy positivo para los colonos. Recuerdo que una vez me dijeron “te van a meter preso por fabricar alcohol porque está prohibido”, pero lo que yo propongo es para el autoconsumo de los colonos. Yo no vendo un litro. Yo lo uso para cocinar, caliento mi casa, hago andar el tractor, la camioneta y la motosierra. Fijate que pongo un poco de alcohol en una latita de picadillo y caliento al agua para el mate, por ejemplo. En Brasil hace mucho que usan alcohol y tienen el famoso motor flex, que es lo que yo propongo. Entonces en paralelo a la fabricación de alcohol hagamos una pequeña industria de motores flex, donde se puede usar nafta, alcohol, alcohol mezcla o alcohol puro.

Y para fabricar alcohol se puede usar caña de azúcar, maíz o mandioca. Yo puedo moler esa mandioca que tengo en la entrada de mí chacra, la fermento, la destilo y es lo mismo que la caña. En Colombia hacen alcohol sólo con mandioca. Pero en nuestra zona la caña de azúcar es lo más rentable y te da 8.000 litros de alcohol por hectárea. Es decir que con media hectárea el colono obtiene 4.000 litros, mucho más de lo que necesita en un año para sus motores.

Con toda una carrera como docente e investigador, ¿cómo ve la situación nacional actual con recortes como al Conicet?

Yo creo que si te detenés en todo lo malo nunca vas a hacer nada. Acá hay que prepararse para la crisis que viene y pienso que muchas cosas que planteo pueden ser una solución a la crisis.

Entonces, pienso que por más que todo esté podrido, hay que pensar que algún día el sol volverá a salir. En mi caso aporto ideas y conocimiento, y si mis proyectos ahora no salen, por lo menos ya dejé todo preparado para alguien que en el futuro se interese. Yo me quedo tranquilo porque hice mi aporte para que siga saliendo el sol.


Ícono del deporte de Misiones

En 1965, los hermanos mellizos Eric y Ian Barney protagonizaron una de las mejores páginas del atletismo nacional al consagrarse campeones de salto con garrocha y lanzamiento de la jabalina, respectivamente, en el Sudamericano de Río de Janeiro, Brasil.

Tres años más tarde y a pocos días de recibirse de ingeniero, Eric inscribió su nombre en los Juegos Olímpicos de México 1968 y entró para siempre en la historia grande del deporte de la tierra colorada,

ya que fue el primer misionero en competir en dicho evento.

Llegó un mes antes a la Ciudad de México para aclimatarse a los más de 2.200 metros de altura sobre el nivel del mar.

Eran tiempos de amateurismo en serio, al punto que tuvo que comprarse sus propias garrochas para competir en la máxima cita del deporte mundial.

“Las garrochas no entraban en la bodega del avión, que era bastante chico, y tuvimos que abrir una ventana. Hoy eso suena una locura, pero fue el propio piloto quien sugirió sacar la ventana del frente para poner las garrochas. Después la cerraron”, aclaró.

En diálogo con El Territorio, destacó que “competir en las Olimpíadas fue y sigue siendo un premio al sacrificio. Con mi hermano empezamos tarde, a los 21 años. Pensar que mi primer salto de tres metros lo hice acá, en la chacra, con una tacuara”.

Y volvió a recordar a Ian: “En los últimos años de universidad ya no teníamos guita porque acá la yerba no andaba. Entonces mi hermano empezó a trabajar en Eveready y me daba la mitad del sueldo. ‘Vos entrenate’, me decía. Faltaba poco para México y yo tenía que entrenar mucho; por eso él trabajaba y yo entrenaba”.

Ian, que también se recibió de ingeniero y fue un gran atleta, falleció en un accidente automovilístico en 1969.

 


Eric Ricardo Barney

Exatleta, docente e investigador. Eric Ricardo Barney nació en Oberá el 10 de mayo de 1941. Está casado y tiene cuatro hijos.

Estudió ingeniería en la Universidad de Berkeley, Estados Unidos.

Durante 30 años fue investigador y docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), donde también fue decano (entre 1990 y 1994).

En la actualidad, alterna su residencia en Posadas y en la chacra que posee en Oberá.

Allí, en el municipio de la zona centro, es donde produce yerba mate orgánica que se comercializa bajo la marca Anna Park.

En su juventud compatibilizó como pocos el estudio y el deporte, al punto que fue varias veces campeón Sudamericano de la salto con garrocha y compitió en los Juegos Olímpicos de México 68.

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