Fue pionera y abrió caminos a los más jóvenes
Falleció Chiqui Poujade, baluarte de la arqueología regional
La arqueóloga de 84 años fue referente en la conservación y protección del patrimonio misionero y defensora de los derechos de los pueblos originarios

Faro cultural en materia de protección y conservación del patrimonio misionero, falleció ayer a los 84 años la arqueóloga Ruth Adela ‘Chiqui’ Poujade. Sus restos serán velados hoy de 10 a 13 en Casa Cuneo (Francisco de Haro y Félix Aguirre) y su cuerpo será cremado.
A pulso de trabajo y tesón supo convertirse en una de las personalidades más destacadas de la tierra colorada por su aporte a la cultura y a la arqueología de la región. Fue pionera en esa profesión en la provincia y una guía para los nuevos profesionales que llegaron, fue docente e investigadora de la carrera de Antropología de la Universidad Nacional de Misiones (Unam) y trabajó de cerca con las comunidades aborígenes. Además, tiene en su haber la fundación del Museo Provincial, Histórico y Arqueológico Andrés Guacurarí en Posadas y el San Ignacio de Loyola, en San José.
Según contó en la última entrevista pública que dio a El Territorio hace casi tres años, apenas terminó la escuela secundaria egresada como maestra decidió migrar a Buenos Aires para estudiar Historia en la Universidad Nacional de La Plata y al poco tiempo notó que eso no iba con ella.
“Cuando llego al final del primer año de la carrera me doy cuenta de que no me gustaba, que lo que a mí me gustaba era la arqueología y dentro del campo de las Ciencias Sociales. Cuando me di cuenta de esas cosas me cambié de facultad y me fui a estudiar al Museo de Ciencias Naturales de La Plata porque allí están de alguna manera reflejadas todas las actividades socioculturales que se hicieron en el país; eso me atrajo. Cuando me cambié de carrera no dije nada, volví a mi casa y les mostré a mis padres todas las materias del primer año rendidas y les dije que me cambié de carrera”, recordó.
Eran tiempos en que en Misiones no había centros de formación superior y quien deseaba una carrera universitaria debía irse. “A mi padre y a mi madre les debo la libertad de hacer lo que quería cuando tenía apenas 20 años”, sostuvo.
En la misma entrevista reconoció el poco interés por la conservación del patrimonio por parte de los gobernantes. “Aunque parezca mentira el que más me facilitó fue Bayón (Juan Manuel, gobernador de facto de Misiones entre 1981 y 1983). Él me abrió las puertas, hacía cartas de recomendación para que me reciban los intendentes sino nadie me miraba porque no querían saber nada con los indios. Nuestro problema es la cultura antiindígena, que es lo más nefasto para la provincia. Yo era un ser solitario, mujer y que fuera mujer también les molestaba”, dijo.
Chiqui creció en el seno de una familia típica de Posadas. Hija de Andrés y Ruth -segunda generación de pioneros, emprendedores y boticarios- y nieta de Lindolfo Monzón, precursor farmacéutico. Su madre recibió como herencia la farmacia y casona de la esquina de calles Buenos Aires y Sarmiento, la famosa Farmacia del Pueblo.
Formó su propia familia, tuvo dos hijas -Raquel y Alejandra- y a finales de la década de 1960 regresó a Misiones definitivamente.
Así la recordó la historiadora Silvia Gómez hace algunos meses en las páginas de este medio.
“Pocos se dieron cuenta, pero Chiqui abrió la segunda puerta de la arqueología en la región guaranítica misionera, las primeras incursiones fueron llevadas adelante por Friedrich Christian Mayntzhusen; ella fue la única profesional por décadas y la principal herramienta de trabajo que tuvo en sus manos fue el tesón, con paciencia frente a funcionarios que poco y nada entendían sobre la importancia de conocer el pasado ancestral de la zona, poco a poco logró disipar las respuestas negativas, a partir de ese momento encabezó incontables equipos de trabajo regionales. Algunos con resultados memorables: el Mapa Arqueológico de la Provincia de Misiones -con reseña explicativa-, el Proyecto Integral para la Recuperación del Patrimonio Cultural Prehistórico e Histórico del Área afectada por Yacyretá -que entre otros descubrimientos permitió recuperar cientos de piedras de la Trinchera de San José, en Posadas-, el Relevamiento y Rescate Prehistórico e Histórico del Aprovechamiento Hidroeléctrico del Arroyo Urugua-í -en el Departamento Iguazú- y las intervenciones arqueológicas en casi todas las reducciones jesuíticas de la provincia -con especial énfasis en Santa Ana-”, detalló.
Ocupó diversos cargos en el área de Cultura de la Provincia, colaboró con numerosos anteproyectos en pos de legislación referente a los pueblos originarios y a la defensa, promoción y desarrollo del Patrimonio Cultural de la Provincia.
En los 80 se sumó como docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y la de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales.
Su experiencia siempre estuvo a disposición y a mano de quien lo necesitara, personalmente o mediante los aportes que realizara a la Comisión Nacional de Monumentos y Sitios Históricos, al Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, a la Junta de Estudios Históricos de Misiones, a la Asociación Argentina de Profesionales de la Arqueología y al Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio.
Antes de empezar a tener achaques de la edad, era común verla caminar por el centro posadeño con una sonrisa y la amabilidad de quien está siempre dispuesto a dar.
Así, vivió gran parte de su vida en la casona de siempre, entre tesoros familiares de más de 200 años, enciclopedias y algunas piezas arqueológicas que esperaban ser trasladadas a algún museo de la provincia. Sabiendo que lo dio todo, partió ayer a la tierra sin mal.
Chiquí
El 10 de enero de 1939 nació Ruth Adela Poujade, Andrés y Ruth -los padres- enseguida notaron que la niña era muy menudita, pequeña, chiquita y surgió en apodo que se transformó en marca registrada de la región Chiqui -varios de los que tuvimos la posibilidad de acompañar tramos de su vida académica acentuamos la última i, tal vez para resaltar el cariño y destacar el respeto-. Chiquí tenía 17 años cuando egresó como maestra, tenía el título de profesora de música y deseaba continuar sus estudios, no era tan habitual entonces que una “niña de su casa” accediera a semejante formación, sin embargo sus padres eran “libres” y a pesar de las dudas de la madre, la responsabilidad de Chiquí, la marcada pasión que volcaba en las clases de música que impartía en el Colegio Santa María y la insistencia sostenida abonaron el camino de la autorización. Reconocida, valorada y premiada en incontables ocasiones. Siempre ocupada y preocupada por su familia y familiares, siempre docente, siempre dispuesta, conocedora de la profunda esencia nativa, pasó más tiempo en el monte que en su casa y por allá, posiblemente tuvo alguna que otra charla con el Pombero o el Yacy Yateré, después de pedirles permiso para escarbar el suelo de la selva mágica y descubrir los secretos guardados para tiempos mejores, en la certeza que solo el conocimiento “abre cabezas”.
Muchos la extrañamos, la esperamos, la queremos, nos falta; hasta nos parece que la centenaria casona de la esquina de Buenos Aires y Sarmiento está apagada y solamente entre los recovecos del Museo Guacurarí, de vez en cuando, somos capaces de escuchar el típico sonido de sus pasos o imaginarnos ver pasar su figura.
Por Silvia Gómez (extracto)
Publicado originalmente el 30 de junio de 2023