Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Adelantada

viernes 15 de septiembre de 2023 | 6:00hs.

espués de los viajes de Colón a América, la Corte Española entendió que estaba ante un nuevo Continente, y por ende con territorios desconocidos; la Corona anuló los términos acordados con el Almirante y dictaminó que las tierras, sus habitantes y riquezas quedaban bajo su única autoridad… aunque el reino carecía de los medios necesarios para la ocupación y explotación.

Se utilizó a una especie de “sistema de concesiones” mediante el cual el rey se reservó la propiedad de todo y todos,  a finales del siglo XVI América fue dividida en cinco áreas según los paralelos: “Nueva Granada” -desde el norte hasta la desembocadura del Amazonas-, “Nueva Castilla” -hasta la Bahía en Brasil, excluyendo la zona asignada a Portugal, “Nueva Toledo” -hasta el límite de la costa atlántica con la línea de Tordesillas-, “Nueva Andalucía” -hasta el paralelo del Río de la Plata- y “Nueva León” -hasta el sur del continente-.

Los exploradores eran autorizados mediante Capitulaciones -debían proveer buques equipados con víveres, armas, municiones y tripulación-; los interesados solían tener medios económicos y conocimientos náuticos, aunque muchos recurrieron a préstamos en pos de obtener grandes ganancias; se les otorgaba el título de “Adelantados” con potestad de tomar posesión de las tierras en nombre del rey, fundar asentamientos, fortalezas y guarniciones militares, llevar pobladores, ganado y explotar las riquezas mediante el trabajo de indígenas o esclavos africanos.

Para “Nueva Andalucía” o Río de la Plata fue designado Adelantado Pedro de Mendoza en 1535, falleció al regresar a España en 1537; luego ocuparon la función Juan de Ayolas y Domingo de Irala sin designación real, hasta el nombramiento de Álvar Núñez Cabeza de Vaca desde 1541 hasta 1544 cuando regresó, denunciado y detenido a España; en 1547 se nombró Adelantado a Juan de Sanabria “por dos vidas”, debía fundar dos asentamientos -uno en la isla Santa Catalina y el otro en el Río de la Plata-, trasladar cien parejas con hijos y “doncellas hidalgas para frenar el mestizaje”.

Irala era padre de un hijo, estaba casado en segundas nupcias con Mencía Calderón Ocampo y tenían tres hijas -María, Mencía y Francisca-; para cumplir con el contrato vendieron todos los bienes que poseían, viajaron a Sevilla y empezaron los preparativos para las seis naves del emprendimiento pero murió repentinamente, estaba todo listo para zarpar sin embargo Diego, hijo de Juan y heredero del cargo, era un adolescente; Mencía “tomó al toro por las astas”, solicitó al rey el cumplimiento de la Capitulación y ser designada como Co- Adelantada -podríamos decir-, Carlos I aceptó “mientras estuviera vivo el titular”.

Con poco más de treinta años, en enero de 1550 zarparon tres barcos comandados por Mencía Calderón, Diego de Irala y Juan de Zalazar, con trescientas personas contando las cincuenta señoritas -algunas ya estaban casadas-, tripulación, capitanes y un cronista; el viaje fue una desgracia, una tormenta separó las naves en inmediaciones del Golfo de Guinea; el “San Miguel” donde viajaba Mencía quedó solo, con heridos y escasas provisiones, fue atacado por piratas franceses, la Adelantada negoció con ellos enseres y pertenencias a cambio del respeto a las vidas de los viajeros y la honra de las mujeres; en diciembre llegaron a Santa Catalina donde se encontraron con uno de los barcos del inicio, ambas naves estaban muy dañadas y al intentar atracar en una bahía, éste último naufragó con la tripulación.

A esa altura cumplir con la orden del rey era casi una utopía, encima al entrar al puerto de Santa Catalina, el navío fue arrastrado hacia unos acantilados donde se destruyó y murieron más tripulantes, el recuento posterior acusó ochenta hombres y cuarenta mujeres; esperaron allí un par de años, rescatando lo posible del barco hundido, con esos materiales construyeron un bergantín; en ese lapso Mencía envió dos expediciones terrestres a Asunción considerando que Diego ya estaba instalado en la ciudad, sin embargo él nunca llegó, según algunos murió de regreso a España, para otros de regreso a América.

Mencía y su gente salieron al mar nuevamente, sufrieron un nuevo naufragio, fueron acogidos por los portugueses pero la “buena onda” no duró mucho, los apresaron por dos años -en su celda se enteró de que Diego había muerto y su título de Adelantada había caducado-; mediante la mediación de unos jesuitas lograron la liberación; apenas recobraron la libertad se prepararon y dividieron en dos grupos, al mando de Zalazar el primero partió en marzo de 1555 rumbo a Asunción, llegaron en octubre; el otro grupo comandado por Mencía se dirigió al sur, donde fundaron el fuerte San Francisco a unos doscientos kilómetros al norte de Santa Catalina, el continuo asedio y ataque de los carios los obligó a dejar el lugar.

Emprendieron una nueva marcha, con Mencía dirigiendo a los veintidós hombres y veintiún mujeres sobrevivientes rumbo a Paraguay, era agosto de 1555.

Se dice que un baqueano apellidado Díaz los guió, también se considera que fue esta expedición la que realmente “descubrió” las Cataratas del Iguazú, lo cierto es que caminaron mil seiscientos kilómetros y llegaron a Asunción en mayo de 1556.

Cuando se supo que los viajeros estaban cerca, varios vecinos fueron a recibirlos con caballos y carretas, Mencía se negó a utilizarlos y todo el grupo ingresó harapiento y triunfal a la ciudad; de las trescientas personas que habían partido sobrevivieron cuarenta y tres, de la tripulación la Adelantada y Zalazar, de las hijas de ella solamente dos; ya instalados se les otorgó permisos para encomiendas y parcelas; la señora cumplió todo lo que pudo con un contrato caducado, fundó un fuerte, llegó con unas pocas familias y menos doncellas, a las que casó “como se debía”.

Mencía gozó de gran respeto en la Gobernación del Paraguay -o del Guayrá, como se la conocía-, fue persona de consulta y matriarca de una gran familia, falleció en Santa Cruz de la Sierra (vieja) posiblemente en 1593; sin ninguna duda fue fundamental en la conquista y colonización de esta parte de América, como ejemplo sirva que su hija María se casó en segundas nupcias con Martín Suárez de Toledo II y Saavedra, fueron padres de ocho hijos, el segundo nació en 1561, fue bautizado como Hernando Suárez de Toledo Saavedra y Sanabria Calderón, conocido en la historia americana como Hernando Arias de Saavedra o Hernandarias.

Personas como Mencía Calderón, cuyas historias la historiografía tradicional desestimó, han hecho mucho por todos nosotros, desde parir hasta morir.

¡Hasta el próximo viernes!

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