Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El cumandaí del bandoneón

viernes 08 de septiembre de 2023 | 6:00hs.

Plácido Ricardo nació en San Javier el 9 de junio de 1930, su padre Marcelino Ojeda y su madre Otalia Aparicio “cerraron la fábrica” con su llegada; Coco y Tatita, los hermanos mayores, lo guiaron en sus primeros años, de los que tenía recuerdos felices –según decía–  marcados por la ternura de la abuela Marica y los silencios cómplices del abuelo Manuel, siempre jugando, corriendo, disfrutando del río Uruguay que despertaba la curiosidad y disparaba su imaginación; aprendió a leer y a escribir en la escuela de frontera del pueblo, la señorita Ermelinda fue la primera maestra, un poco antes descubrió la magia de la música, en un baile del pueblo, mientras sus padres bailaban observó a las guitarras, los violines y sus ojos se posaron en un bandoneón, no entendía como esa caja negra con tantos botones, que se abría y se cerraba de manera extraña tenía un sonido tan hermoso entre las manos de Bernardino –como se llamaba el músico-.

Así empezó la historia y el instrumento fue su amigo y compañero hasta el último día.

Unos veranos más tarde, en unas vacaciones en casa de los abuelos que vivían en Gobernador López, descubrió que su hermano Coco lo tocaba, a las escondidas y sin permiso sacaba el instrumento de su estuche y lo ejecutaba toscamente durante horas, poco a poco algunas melodías logradas casi se parecían a la original.

Al año siguiente el pequeño músico intuitivo formó un dúo con el hermano y amenizaban eventos familiares y los actos de la escuela; tanto era el empeño y las condiciones del Negrito, que el Maestro Pedro Gómez, reconocido artista de la zona, lo tomó bajo su tutela y hasta lo incorporó a su orquesta; como otros niños de su época, tempranamente tuvo que despedirse de su familia, viajar a Posadas para continuar sus estudios, el tío Calistrato cuidó de él y de su vocación musical.

Tomó clases con Ramón A, Domínguez, en el barrio de Villa Urquiza, después estudió con Guillermo Rieckert y con las profesoras Inés y Pía Sebastiani donde alcanzó el título de profesor de teoría y solfeo; el doctor Ayrault le otorgó una beca para su perfeccionamiento en armonía, contrapunto y dirección orquestal, durante cinco largos años cursó en Buenos Aires con Pedro Aguilar.

En la esquina de las calles Colón y San Martín estaba, por entonces, “El Colmao de las flores”, un gran salón para bailes y espectáculos artísticos y deportivos, la estrella del lugar era la Orquesta de Oscar Dioverti, esa fue la meta que se fijó Ricardo; durante meses asistió a los ensayos “de rabona”, conocía todo el repertorio, en una ocasión faltó un bandoneonista, fue la oportunidad esperada; Ricardo insistió tanto a su tío que lo convenció para que hablara con el director y le tomaran una prueba; la superó con creces y consiguió su lugar de “profesional”… si lograba solucionar un detalle importante, tenía que usar pantalones largos y no tenía la edad necesaria aún; una vez más el tío Calistrato cedió y Ojeda debutó con la Orquesta en el Club Social de Apóstoles.

Cuatro años después pasó a la Orquesta de Paquito Bulotta y luego a la formación de Horacio Panicalli; afianzado en el medio a pesar de ser un adolescente formó su propia agrupación; con Gregorio Martínez y Guido Jara ejecutaban bandoneones, el tío Calistrato, Helliaser Solís y Raúl Duarte violines, Hart piano y su hermano Altamirano tocaba el contrabajo, a veces reemplazado por Leguiza, el vocalista fue Ato Bernal y el director Ramón Alarcón.

La leyenda había comenzado; cuando Panchito Dartois y la Montecarlo Jazz aparecieron en la escena misionera, se combinaban con Ojeda para las actuaciones en varios lugares; emblemáticas fueron las presentaciones en el Parque Japonés, compartiendo cartelera con afamados intérpretes nacionales e internacionales; cuando el establecimiento sufrió un incendio total, se puso de moda la Confitería Tropicana –frente a la biblioteca Popular, donde hoy funciona un reconocido supermercado-, allí Ricardo desplegó todo el arte y hasta grabó un disco simple con el tema “Lo que vos te merecés”.

Después de cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, donde pasó más tiempo ejecutando el bandoneón para los oficiales y sus familias que en el cuartel, regresó y contrajo enlace son Azucena Isabel Mendoza, formaron una hermosa familia con dos niños: Ricardo y Margarita; por si las actuaciones flaqueaban, tomó el curso de piloto en la Escuela de Aviación y obtuvo la licencia para comandar naves de pequeño porte, trabajo que realizó en numerosas ocasiones.

La década de 1960 fue fructífera para su accionar, en febrero de 1962 fue uno de los fundadores de la Orquesta Folklórica de la Provincia, al año siguiente fue parte del grupo que organizó el primer “Festival de la Música Litoraleña” –actualmente conocido como Festival Nacional de la Música del Litoral y del Mercosur-.

En 1981 lo convocaron para musicalizar el film “La conquista del paraíso” de Eliseo Subiela; en esta etapa grabó varios discos con el sello RCA Víctor, con la orquesta y como solista; en la década de 1990 compuso dos obras emblemáticas “Cantata del General Indio” inspirada en Andrés Guacurarí y la “Misa Misionera“; además es autor de más de un centenar de composiciones como “El Cumandaí”, “A las muchachitas del litoral”, “A orillas del Moconá”, “Bravo Mensú”, “Donde nació mi padre”, “Naranjales silvestres”, “Sangre misionera”, “Tierra brava”, “Virgencita de Itapé” y “Por las rutas de Misiones”, entre tantas.

Por muchos años llevó adelante lo que él denominaba “la Escuelita de Sadaic” y hasta se dio el gusto de fundar la Banda del Servicio Penitenciario Provincial, a la que dirigió en los inicios; en el año 2010 fue reconocido por su labor artística en el Senado de la Nación, fue declarado Ciudadano Ilustre de Posadas y entre los premios atesorados a lo largo de su trayectoria estaba el Mensú de Oro

Su última presentación en público fue en la 50ª edición del Festival Nacional de la Música del Litoral; casi hasta el final continuó con su labor docente y dedicado a componer la obra integral titulada “Cantata a la Batalla de Mbororé”.

El Maestro Ricardo Ojeda falleció en Posadas, el 3 de junio de 2020 y nos dejó en silencio el corazón.

¡Hasta el próximo viernes!

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