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Qué son y para qué sirven las neurociencias

jueves 07 de septiembre de 2023 | 6:00hs.

Soy un insistente lector, tanto de libros en papel como de libros o textos técnicos o académicos virtuales. Creo que cada texto que lea ‒o video interesante que escuche‒ me aportará algo en mi vida, sobre todo desde que me jubilé, ya que tendría muchas horas libres en el futuro…

Muchas de las notas que escribo para El Territorio son el encuentro de algo que viví y algo que leí; he sido 11 años profesional en la industria, 27 años docente, 6 años director de escuela, 10 años funcionario público, 70 años militante político y autor de cuatro libros (escribiendo mi quinto libro), pensador e ideólogo. Obviamente varios de mis trabajos fueron simultáneos, ya que apenas tengo 83 años.

Entre las cosas que aprendí es que no ‒como muchos creemos‒ que la cantidad de neuronas con las que nacemos, se mantienen toda nuestra vida y que a medida que envejecemos van muriendo; no, para nada. Se ha demostrado científicamente, y Carl Sagan lo publicaba hace casi 50 años en su afamado libro ‘Cosmos’, que el cerebro humano es capaz de crear nuevas neuronas, que se agregan a las anteriores originales nuestras, si a lo largo de nuestra vida somos curiosos, estudiamos, nos preguntamos, curioseamos (ahora con internet y la inteligencia artificial es más factible), y mejor aún si escribimos, y nos conectamos con colegas o amigos e intercambiamos ideas e hipótesis.

Ni que pensar las ideas que se pueden crear y desarrollar en estos momentos en nuestro país… sociales, económicas, geopolíticas, políticas, estratégicas, etcétera. Y, sorpresivamente, me acabo de topar con un texto en internet, del médico colombiano Alejandro Melo Florián M.D, titulado ‘Cerebro, mente y conciencia’, que fundamenta cómo usamos nuestro cerebro, cuya mente está integrada en él, para desarrollar nuestra conciencia humana y social.

Lo que impacta en la Introducción del citado libro es la referencia que se hace de un gran pensador y científico mundial, Don Santiago Ramón y Cajal, quien escribió: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. Efectivamente el conocimiento neurocientífico nos está abriendo las puertas a la maquinaria que rige el mundo de los pensamientos y la conducta humana. Y una vez dentro, si de veras conseguimos comprender el cerebro, podemos intentar influir, modular ‒o esculpir‒ aquellos procesos cuyo funcionamiento no consideremos óptimo, ¡frases que datan de los primeros años del siglo XX!

Claro, Santiago Ramón y Cajal, sabio español, fue el creador de las neurociencias humanas. El progresivo advenimiento de la concepción neuronal fue el remate definitivo de la teoría celular, que sustentó el premio Nobel de Fisiología y Medicina que ‒junto al doctor italiano Camilo Golgi‒ les fue otorgado en 1906.

Melo Florián afirma que el hombre debe ser plenamente consciente que del cerebro ‒y solamente de él‒ proceden nuestros sentimientos de alegría, placer, risa, así como la pena y el dolor, la aflicción y las lágrimas. Pensamos con el cerebro y gracias a él podemos ver y oír y somos capaces de establecer la diferencia entre fealdad y belleza, lo malo y lo bueno, y entre lo que es agradable y desagradable.

También, a medida que avanzo en el conocimiento del cerebro humano, reflexiono en el largo proceso evolutivo que fue generando un órgano tan exquisito y eficiente como nuestro cerebro. Obviamente, los militantes religiosos pensarán: “Qué genial es Dios, que nos ha creado con este cerebro”, pero, por otro lado, hoy es harto conocido que provenimos de un proceso evolutivo, de unos cientos de miles de años, en los que, separándonos de los animales, hemos alcanzado esta hermosa y eficiente fisiología humana, que quizás nos haga únicos en el Universo.

Continuo esta nota citando a Antonio Damasio, otro reconocido neurocientífico y médico neurólogo, de origen portugués, de 78 años de edad, cuando dice que “el conocimiento neurobiológico en particular ha de desempeñar un papel en el destino humano; de que sólo con que lo deseemos, un conocimiento más profundo del cerebro y la mente ayudará a conseguir la felicidad cuya ansia fue el trampolín para el progreso desde hace dos siglos y mantendrá la gloriosa libertad”.

También descubro que nuestra capacidad de razonar, está basada en la propiedad de las neuronas de transmitir energía a otras neuronas ‒fenómeno llamado “sinapsis”‒ creando una corriente energética dentro del cerebro, que se interpreta con la frase “estoy pensando”, en que neurona a neurona, se van armando nuevas ideas, nuevos razonamientos y posibles nuevos descubrimientos humanos.

La cantidad de neuronas que constituyen los aproximadamente 1.350 gramos del cerebro humano es del orden de 1011 (cien mil millones) *. Comparativamente, esta cifra se aproxima al número de estrellas que puede haber en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Toda esta población celular está rodeada, sostenida y alimentada por las células gliales (del griego glia: cola) y el total de las sinapsis en nuestro sistema nervioso puede llegar a la gigantesca cifra de 1014 (cien billones), afirma el doctor Melo Florián.

Finalmente, una pregunta que consulté en Inteligencia Artificial es porque las computadoras son más rápidas que el cerebro humano. La respuesta fue amplia y compleja por varias razones, entre las que se destacan: A) Las señales eléctricas en el cerebro humano viajan a una velocidad mucho más lenta que en las PC; B) Las computadoras pueden realizar múltiples tareas en paralelo ‒pueden ejecutar varias operaciones simultáneamente‒ y el cerebro humano es secuencial en su procesamiento, no pudiendo realizar varias tareas complejas al mismo tiempo; C) Las computadoras no cometen errores debido a la fatiga o la falta de concentración, a diferencia de los humanos; D) El cerebro humano está sujeto a limitaciones biológicas, como la necesidad de descanso, la fatiga y los requisitos de energía. Las computadoras pueden funcionar continuamente sin estos obstáculos, aunque el cerebro humano aun supera a las computadoras en actividades como el reconocimiento de patrones, el razonamiento abstracto y la comprensión del contexto.

Seguiré leyendo el libro y en próximas notas comentaré los rasgos más importantes del cerebro humano y cómo ‒o no‒ los usamos diariamente.

 

* Poner el número diez a una cierta potencia -por ejemplo 102- significa que hay dos ceros después del uno, o sea 100, así sucesivamente 103, con tres ceros, etcétera.

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