Quedan los artistas

En lo más profundo de nuestras raíces parece alojarse una memoria ancestral de música y danzas, desde la noche de los tiempos, unido a lo mítico para algunos, a la vida y la muerte para otros, a la naturaleza para un tercer grupo, recientes hipótesis relacionan están expresiones con rituales de apareamiento y caza; básicamente fueron la genuina expresión del sentir más profundo e íntimo de las personas, una vía de expresión y socialización insuperable hasta la fecha.

A medida que las civilizaciones se formaron, desarrollaron, fagocitaron, desaparecieron y resurgieron, esas manifestaciones -llamadas artísticas- se fortalecieron y tomaron características particulares a punto tal, que cuando se aprecia el arte de algún artista, en alguno de estos rubros, fácilmente se puede ubicar el género, pertenencia y época.

En nuestra región, las expresiones musicales y las danzas vienen desde el genuino pasado nativo; en el siglo XVII, el proyecto jesuítico implementado aportó la vertiente religiosa europea, hacia el norte se fusionó con otras corrientes autóctonas más lo proporcionado por los conquistadores españoles; desde mediados del siglo XIX la música y la danza recibieron un aporte importante de los grupos migratorios de Paraguay y Brasil, en tanto a finales de la centuria la llegada de miles de inmigrantes procedentes del Viejo Mundo derramó sobre la Misiones de entonces, nuevas culturas y noveles conocimientos generando un nuevo tiempo artístico.

Con la formación del Territorio Nacional de Misiones y la preponderancia del transporte fluvial, los ritmos portuarios bonaerenses, especialmente el tango y la milonga, se abrieron camino, con preferencia en el puerto de Posadas y los similares aguas arriba del Paraná, mezclándose en las noches y “el éter” -como se denominaba a la radiofonía de entonces- con los ritmos regionales como el chotis, la polkita rural, la guarania y el chamamé, por citar a algunos.

A mediados del siglo XX estaban de moda las Bailantas, muy diferentes a las que conocemos actualmente bajo esa denominación, eran bailes populares en clubes como el de Villa Urquiza en Posadas, el Club Mitre o el Atlético, donde Ricardo Ojeda y su Orquesta Típica inspiraron a muchas parejas, compartiendo veladas con Panchito Dartois y la Montecarlo Jazz; en esas noches inició su carrera profesional Blas Martínez Riera y los Caballeros del Guarán, el público enloquecía con Los hijos del Lucero, integrado por Cutito Alvarenga y Ramón Cavia.

En Las Glorietas de Odilio Godoy se ofrecía un espectáculo único encabezado por el mencionado, Tito López, Juan Carlos Quintata y el vozarrón de un jovencito Orlando Ocampo; en la Terraza Provincia de Misiones, Pedro P. Rivero y Rafael Arévalos dejaban todo en cada actuación; competían con el Club Mariano Moreno donde eran número puesto Mario Benítez y Valle de Oro y Julio Posdeley y su conjunto.

Otras bailantas famosas por aquellos años fueron Nuevo Horizonte donde brillaron Guido Aquiles García y el conjunto Los Zorzales, el grupo Santa Lucía, también el Club 9 de Julio, donde solían actuar Ramón Méndez, Carlos Grismado, quien también alternaba con Ángel Godoy el Misionero en El Bohemio; en la Rotonda, Ipu Porá bajo la dirección de Verdún del Cerro ofrecía a la Jazz Cabrera; con el río como testigo la Bajada Vieja y sus incontables piringundines, las pistas El Diamante, El Condal, Itatí, El Descanso, Loma Clavel, La Picada, El Aguacero y la de Blanquita Chapay marcaron una época y fueron el semillero misionero por excelencia, no hay que dejar de lado a las recordadas veladas del Argentino del Norte con Chaloy Jara y Los Posadeños, Ruperto Ayala y Antolín Gómez.

El recuerdo de muchos músicos, cantantes y cantautores es un homenaje silencioso para los que dejaron la vida cada fin de semana, cada feriado, en cada fiesta, como Luis Benchimol, Juan Carlos Corrado, Pepe Chemes, Raúl Gros, Omar Guiacosa, Pedro Chamorro, Horacio Palmer, Tucho González, Vicente Olguín, Orlando Verri, Tuti Róttoli, Pepe Piró, Mario Capagli.

La lista es interminable Kiko Acosta, Paragüita Acuña Nani Aguirre, Tito Alvarenga, Tato Ayala, el Cordobés Andrada, Papi Barboza, Lolo, Britos César Caminos, Claudio Bustos, Chipita Benítez, José Daniel, Teodoro Cuenca,  Pepe Duarte, Laco Encina, Beto Encina, Fernando Berni, Flaco Expósito, Justino, Luis y Chiquito Fragueiro, Daniel Fiorino, Leo González, Ricardo González, Tuyuyú Grismado, Camba Gauna, Agapito Giménez, Odilio y Ángel Godoy, Carmelo, Chelo y Ariel López, Fermín Fierro, Daniel Larrea, Marcelo Martínez, José y Gregorio Molinas, Vicente Móttola, Pochito Méndez, Ignacio y Carlitos Morel, Orlando Ocampo, Silvio Orlando Romero, Miguel Ángel el Mochilero, Miguel Ángel Arce, Claudio Bustos, Silvio Rolón, Pachón Lira, Andrés Cavia y un sinfín de artistas más.

En la rama femenina, donde el desafío más duro era vencer prejuicios y mandatos, la rompieron Delia Vedoya, Diana Lagos, la Morenita de la Selva, Rosa del Cerro, Susy Morán, Susy Galli, Pamela Couette, Zunilda Silva, Rosa del Cerro, Josefina Nacimiento, Marina Moreno, Dorita Cendra, Nené Vignolles, Inesita Mondo, Gloria María, Margarita Fleitas, Olguita Pedoti, Rita Mabel, Eugenia Maidana, María Karabyn, Luz del Carmen, Rosana Lorenzo, Vera Tancredo, Amanda de Colombia, y muchísimas más que injustamente olvido.

Renglón destacado para los más difundidos, los más mediáticos: Lucas Braulio Areco, Vicente Cidade, Ramón Ayala, Pato García, Patricia Silvero, Vanesa Avellaneda, María Ofelia, Los Núñez, Chango Spasiuk…por citar a algunos.

La inspiración del genial Enrique Pinti sirva para todos ellos y para todos nosotros: “(…) Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, quedan los artistas. Pasan las crisis, pasan las guerras, pasa la prensa sensacionalista, las prohibiciones, las listas negras, quedan los artistas. Pasa la belleza, y la juventud, los optimistas y los pesimistas, pasan las pestes, pasa la salud. Quedan los artistas (…)”

¡Hasta el próximo viernes!