Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Misiones, Malvinas, Medina

viernes 21 de julio de 2023 | 6:00hs.

En el sur del territorio americano, un archipiélago compuesto por dos islas grandes y casi doscientas pequeñas, aparecía en los primeros mapas conocidos con el nombre de “Islas de la Virgen” o “Islas Sansón”; apenas iniciado el siglo XVI, dicen que Américo Vespucio las divisó; dos décadas después, un marino de la expedición de Magallanes, Andrés de San Martín, confeccionó una carta naval de las islas; pasaron otros veinte años hasta que la tripulación de un barco español desembarcó  allí y acampó durante diez meses, en 1540.

A finales de ese siglo el Imperio Británico difundió que el archipiélago había sido “descubierto” por uno de sus exploradores… así comenzó la disputa.

Se considera que el nombre “Malvinas” surgió al castellanizar la denominación “malouins” o “malouines” aplicada a los habitantes franceses de las islas, luego de la creación del Fuerte “Puerto Luis” a mediados del siglo XVIII, habían zarpado de Saint Maló con permiso de la Corona Española, de allí el gentilicio.

El puerto pasó a llamarse “Puerto Soledad”; en 1823 se designó como Comandante Militar de las Islas  a Pablo Areguatí, un veterano soldado guaraní de 43 años, nacido en San Miguel Arcángel, hijo de un cacique; estudió becado en el Real Colegio de San Carlos, abandonó su formación para desempeñarse como comerciante en Entre Ríos; integró la Expedición a Paraguay comandada por Belgrano, fue el primer Alcalde y Comandante de Mandisoví, fue Capitán de Milicias, participó en el Regimiento de Patricios y granadero también, cayó prisionero de los lusitanos varios años y se instaló en Buenos Aires como comerciante; allí se asoció con otros pares para explotar los recursos de ganado vacuno, carne y cueros de las islas, solicitó su nombramiento como Comandante y lo obtuvo dada su experiencia; desempeñó el cargo hasta 1828, en los papeles, había regresado a la ciudad de Buenos Aires cuatro años antes.

En 1829 se creó la Comandancia Militar y Política de las Islas Malvinas y se refundó el puerto existente.

En enero de 1833 los ingleses tomaron, nuevamente, las islas… hasta la actualidad; durante la Primera Guerra Mundial se libró la “batalla de Malvinas” entre escuadras alemanas e inglesas; en la Dictadura de Onganía, 1966, se ejecutó el  “Operativo Cóndor” una especie de comando civil que interceptó un  avión de Aerolíneas Argentinas, lo obligó a aterrizar en las Islas, allí izaron la bandera nacional, entregaron panfletos reivindicatorios de la soberanía argentina, tomaron rehenes, fueron detenidos durante dos años, repatriados, juzgados y condenados.

Así llegamos al año 1982, el gobierno de facto autodenominado de Reorganización Nacional estaba en su etapa final -aunque entonces no lo sabía-, despopularizado y cuestionado, apeló a un recurso nacionalista y ordenó el desembarco en Malvinas, la madrugada del 2 de abril, en Puerto Argentino.

Los datos son fríos: 23.500 combatientes compatriotas, 460 misioneros; 649 fallecieron en combate, 9 de ellos eran comprovincianos; a las secuelas físicas y psicológicas se sumaron las sociales -discriminación, dificultad para conseguir empleo genuino, inconvenientes en el acceso al sistema de salud, entre otros-, basadas en lo que se denominó posteriormente “desmalvinización”, es decir un ocultamiento deliberado de los ex combatientes, firma de un compromiso de confidencialidad sobre los hechos, prohibición a los medios de comunicación de entrevistar a veteranos, etcétera.

El Estado no estuvo a la altura de las circunstancias, aun luego del retorno de la democracia; entonces surgieron los Centros de Veteranos y organizaciones afines que desde diciembre de 1982 luchan por los derechos indispensables, los derechos humanos de los ex combatientes.

Misiones, una vez más, tuvo su propia dinámica con los ex combatientes, desde el año 1983 inició un proceso de reconocimiento, tímido pero concreto; plazas, calles, avenidas se bautizaron con los nombres de nuestros héroes, cada fecha patria, cada acto institucional tuvo un lugar destacado para las diversas agrupaciones de veteranos.

Hace poco conocí la historia de Carlos Hugo Medina, un suboficial de la Armada Argentina, caído en el Crucero Belgrano, olvidado por el pueblo que lo vio crecer y partir en busca de un futuro mejor.

Medina nació en Bella Vista, Corrientes, cuando su madre murió, el padre mudó la familia a Monte Caseros donde había sido trasladado como empleado de Obras Sanitarias; con sus hermanos Eduardo y Roberto -apodados Nene y Pino- transitaron la niñez, sumaron a la familia a Clara, segunda esposa del padre y a Inés, Lauro y Viviana.

Años después ingresó a la Escuela de Suboficiales de la Armada, previa selección, cuando egresó fue destinado al ARA Santa Cruz en Ushuaia, luego a las lanchas torpederas ARA Indómita y ARA Intrépida; en 1980 se desempeñó en Campo Sarmiento -cerca del Hospital Naval de Puerto Belgrano-, de allí pasó al ARA General Belgrano, al área de calderas puntualmente.

El 2 de mayo de 1982 estaba en su puesto cuando el ataque del submarino Conqueror comenzó, un compañero de apellido Benítez lo ayudó a llegar a la cubierta principal mientras Medina pedía por los que todavía estaban “abajo” -él había arrastrado a algunos, pero la gravedad de sus heridas se interpuso-; allí recibió los primeros auxilios.

El maquinista Lucas Guaymas fue el último en verlo vivo, desde la balsa observó al capitán y unos enfermeros atar sábanas para bajar a los heridos, a Medina lo envolvieron en una de ellas y cuando lo bajaban a la balsa, una ola cortó la tela y Medina desapareció en el mar.

En Punta Alta quedaron esperando su regreso, Mirta Isabel Rodríguez, su esposa, y la pequeña Karina de 4 años.

En el cenotafio de Plaza Retiro se lo incluyó, también en la placa del Cementerio de Darwin, se bautizó un saco -ensenada profunda de boca estrecha- de la Isla de los Estados con su nombre pero en Monte Caseros ni una palabra; el recuerdo y la investigación de Jorge D. Follonier y Walter O. Aragor impulsaron tenazmente a la tozudez del olvido y a la censura de la ignorancia hasta que 40 años después, en abril de 2022 se colocó una placa en homenaje a Carlos Medina en la plaza Islas Malvinas de esa ciudad.

Frente a semejante historia, el cuestionamiento es inevitable, ¿estamos seguros que no pasamos por alto a alguno de los Veteranos de Malvinas en Misiones? ¿Existe un registro, listado o afín dónde se puedan consultar esos datos?

Malvinas siempre será una herida abierta, ojalá la historia de Medina no se repita. Dedicado a Pocho Ramírez, Héroe de Malvinas, compañero de este diario

¡Hasta el próximo viernes!

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