El hecho ocurrió en agosto de 2019 en Colonia Fortaleza, en San Pedro

Prisión perpetua para el asesino de Raquel Pereira y sus 2 hijos pequeños

Silvio Mogarte aceptó su culpabilidad en un juicio abreviado, pero nunca declaró sobre el hecho. El Tribunal Penal de Oberá lo halló culpable de femicidio y doble femicidio vinculado.
domingo 09 de julio de 2023 | 2:00hs.
Prisión perpetua para el asesino de Raquel Pereira y sus 2 hijos pequeños
Prisión perpetua para el asesino de Raquel Pereira y sus 2 hijos pequeños

Raquel Pereira (22) reconocía que no tenía fortuna en el amor de pareja -según comentaron después sus allegados-, pero al mismo tiempo decía que sus hijos compensaban cualquier otro aspecto y eran la prioridad de su vida.

Por eso, cuando Silvio Ariel Mogarte (hoy de 31 años) comenzó a evidenciar malos tratos hacia los pequeños Jefferson Aníbal (8) y Thiago Joaquín (3), la joven le puso las cosas en claro y le dijo que si no cambiaba, se tenía que ir.

Fue así que la pareja convivió apenas dos semanas y ella le pidió que se vaya. Pero Mogarte no aceptó que su ex haya priorizado el bienestar de sus hijos y pergeñó un plan siniestro cuyos ecos aún resuenan entre los habitantes de Colonia Fortaleza, municipio de San Pedro. 

El 7 de agosto del 2019, el hombre se dirigió a la chacra donde Pereira y sus hijos vivían solos y desató un baño de sangre. Días antes, según declaró luego un testigo, Mogarte le dijo a un vecino que si su ex no le abría la puerta, entraría por la ventana.

Aquella mañana llegó con un machete, un cuchillo y un rifle. No sé sabe qué sucedió dentro de la casa, ya que el implicado nunca declaró al respecto. 

En cambio, los restos de Pereira y sus hijos quedaron diseminados en el patio de tierra. La escena del crimen fue tan horrenda, que experimentados policías y profesionales de la salud no pudieron contener su conmoción y rompieron en llanto.

Luego del hecho Mogarte trató de suicidarse, pero lo salvaron. Las pruebas en su contra fueron tantas que desde un primer momento fue imputado por femicidio y doble femicidio vinculado.

Podrá salir en el 2054

Sin margen para atenuar la pena, finalmente el acusado reconoció su culpabilidad en juicio abreviado y el Tribunal Penal Uno de Oberá le impuso la pena de prisión perpetua. De esa forma evitó la exposición pública y mediática.

Según la sentencia impuesta, Mogarte cumplirá su pena el 10 de agosto de 2054, puesto que deberá pasar 35 años tras las rejas, considerando que el 10 de agosto de 2019 quedó formalmente detenido por el triple crimen.

El femicida cumplirá su condena el 10 de agosto de 2054 cuando tenga 62 años.

Es decir que si para entonces sigue vivo, el nacido el 6 de marzo de 1992 saldrá de la cárcel con 62 años, siempre y cuando el tratamiento penal evidencie resultados.

En diálogo con El Territorio, un vocero judicial precisó que el femicida contó con asesoramiento de un defensor oficial y a lo largo de todo el proceso guardó silencio.

"Es como que si quisiera llevarse a la tumba los detalles de un hecho tan horrible. Tal vez por eso, después de asesinar a la mujer y sus hijos, trató de quitarse la vida", opinó.

Precisamente, luego de perpetrar el atroz crimen el acusado se cortó la garganta con un cuchillo, pero no logró afectar ninguna arteria vital. Fue así que tomó su rifle calibre 22 y se disparó en la boca, aunque tampoco logró su cometido de suicidarse, ya que el proyectil ingresó por el mentón y salió por la mejilla.

Estuvo varios internado en grave estado, pero los médicos lo salvaron, opción que no tuvieron sus víctimas masacradas.

Premeditación y saña

Mogarte nació en San Vicente, no terminó la primaria y solía trabajar como jornalero. Se instaló en Colonia Paraíso y conoció a Pereira, quien era madre soltera.

El triple femicidio se registró en la chacra del abuelo de la joven, el cual le cedió un espacio a su nieta para que pueda reconstruir su vida luego de separarse del padre de Thiago, su hijo menor. Con ayuda de su familia, Pereira construyó su casita, comenzó a plantar y a criar animales, todo con mucho esfuerzo.

Tiempo después conoció a Mogarte y la relación duró unos tres meses, pero sólo convivieron alrededor de 15 días, hasta que la mujer le dijo que se fuera por los constantes roces con su nene más grande.

Vecinos de San Pedro realizaron varias marchas por Justicia en el caso.

Tras la ruptura, él se instaló en Colonia Paraíso y a los pocos días regresó para asesinar a las víctimas. Todos los indicios marcan que actuó con premeditación y saña.

El cadáver de Pereira presentaba lesiones en cabeza, rostro y ambas manos, evidencia que trató de defenderse. También padeció una puñalada que le atravesó el pulmón y el hígado. El estado de los cuerpos de los niños graficó una brutalidad indescriptible.

El femicida sabía que Pereira sus hijos residían solos, por lo que habría testigos. En consecuencia, no se estableció a quién asesinó primero. De lo único que hay certeza fue que se trató de una masacre.

Tras su frustrado intento de suicidio, Mogarte caminó alrededor de un kilómetro hasta la primera casa que encontró. Tenía un machete y alcanzó a balbucear que lo habían atacado. 

El dueño del lugar no imaginó lo que había hecho, por lo que lo subió a su camioneta y lo trasladó hasta la comisaría de San Pedro, desde donde fue derivado al Hospital local. Luego permaneció internado varios días con custodia policial.

Las pruebas

La misma mañana del 7 de agosto de 2019 la abuela de Pereira, entonces de 84 años, llegó hasta la casa de su nieta para acercarle un bizcochuelo y fue la primera en presenciar a la escena del crimen. La conmoción fue tal que se desmayó.

Intervino la Policía y el juez de Instrucción Tres de San Vicente, Gerardo Casco, supervisó el rastrillaje de la zona que derivó en la incautación de un rifle, un cuchillo y una prótesis dental, elemento que resultó clave para imputar a Mogarte, ya que se determinó que se trataba de su paladar, el cual perdió al pegarse un tiro en la boca al tratar de suicidarse.

También se encontraron restos de pólvora en sus manos, lo que descartó que fuera víctima de un ataque y ratificó que manipuló el arma. En ese contexto, desde un primer momento los familiares de las víctimas reclamaron la máxima pena para el acusado.

En diálogo con este diario, Viviana Pereira, hermana de Raquel, reconoció que "la última imagen que tengo es la peor. Haberlos visto muertos. Ese momento fue terrible, es una pesadilla hecha realidad. Recordarlos con todos esos cortes, yo recuerdo el color de la ropa y cómo estaban. No es fácil, esa imagen viene siempre a la mente", lamentó.

Desde el entorno de Pereira también manifestaron que la víctima había dado aviso a la comisaría local sobre la insistencia de su expareja en retomar la relación, por lo que Mogarte habría sido notificado de la prohibición de acercamiento, lo que no hizo más que acentuar su furia.

"Él le siguió buscando esos días. Me dijo que estaba nervioso y por eso discutieron, pero que se arrepintió, y seguía insistiendo", relató luego del hecho Rosa Figueira, madre de Pereira.


Características del femicidio vinculado

Según la legislación argentina, se considera femicidio vinculado al homicidio perpetrado contra una o varias personas a fin de causarle sufrimiento a una mujer.

Por ello, en el caso de la sentencia a Mogarte se consideró que cometió femicidio en perjuicio de su expareja y doble femicidio vinculado por el asesinato de los dos hijos de la mujer. 

El artículo 80 del Código Penal, cita que "se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua" al que matare "a su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia".

La misma pena alcanza a quien a cometiera homicidio "con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación en los términos".

Asimismo, en el "escalafón" carcelario, ámbito que tiene su propia jerga y leyes implícitas, la figura de Mogarte se vincula a lo peor de lo peor, apenas emparejado con los acusados por delitos sexuales en perjuicio de menores.

Fue por ello que durante su primer año dentro del régimen del Servicio Penitenciario Provincial (SPP), el reo tuvo que ser trasladado cuatro veces a diferentes dependencias para preservar su seguridad física, ya que era objeto de constantes agresiones por parte de otros presos.

El 14 de julio de 2020 ingresó a la UP III de Eldorado, luego pasó a la UP VII de Puerto Rico, más tarde lo trasladaron a la UP VI de Posadas y el 29 de julio de 2021 volvió a la UP VII, donde se halla actualmente.

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