Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El Palomar y San Vladimiro

viernes 07 de julio de 2023 | 6:00hs.

A finales del siglo XIX funcionaba en los terrenos que actualmente limitan con la avenida Mitre, López Torres y Trinchera de San José la “Carrería de Barthe”, una especie de playa de estacionamiento de carretas de la empresa de Domingo y Juan Barthe, los vehículos de tracción a sangre eran fundamentales para cargar y descargar las mercaderías transportadas por las embarcaciones de la firma y también su distribución posterior.

Por la misma época, Blas Gutiérrez adquirió unas hectáreas en las inmediaciones, esta “chacra” abasteció a la numerosa familia del propietario.

El barrio El Palomar de la capital provincial nació a partir del loteo, en las primeras décadas del siglo pasado, de una parte de esa propiedad; el resto de la superficie- también subdividida y vendida se transformó en el barrio Villa Urquiza.

El peculiar nombre de Palomar parece resultado de la presencia de una gran pajarera o jaula de extraordinarias dimensiones que el dueño hizo construir para contener un número impreciso de aves nativas, para deleite de la familia, visitantes y curiosos, dicen que se podía apreciar su figura desde la plaza 9 de Julio.

En la década de 1930 y principios de 1940 familias ucranianas se instalaron en Posadas, buscando mejores oportunidades después de frustrados intentos en las colonias Azara, Apóstoles, San José y Las Tunas, en los primeros tiempos la Capilla San Vicente de Paul los contuvo espiritualmente, dado que respondían al rito bizantino ucraniano, mediante los oficios de los sacerdotes basilianos que viajaban desde Apóstoles.

El Padre Orestes Karpluk tuvo la iniciativa de construir la “capilla propia”, en el año 1942 Nicolás Plawucki transfirió el lote 3 de la Chacra 5 al Obispado de Corrientes -del cual dependía Posadas- el trámite, que quedó concluido en febrero del año siguiente; en junio de 1948 se conformó la Primera Comisión Directiva Pro Construcción del Templo y Casa Parroquial con Pedro Karabyn en la presidencia, Vladomyro Stefaniuk como secretario, y el Padre Stefan Orestes Karpluk como tesorero, meses más tarde se consagró la capilla.

La vida, que no sabe de trámites ni de permisos, tampoco espera, mientras estas diligencias recorrían los circuitos burocráticos, el 23 de enero de aquel año nació Rosa María Yagusechka y fue bautizada en la iglesia de San Vladimiro, inauguró el Libro de Bautismos, registro que en los siguientes diez años totalizó ciento sesenta y tres sacramentados.

También en junio de 1949 se celebró el primer matrimonio, Francisco Rottschyn y María Pichak recibieron el sacramento, hasta 1965 catorce parejas juraron su amor ante Dios; también se formó la primera Congregación Mariana de la Iglesia de San Wolodimiro de El Palomar y se recibió a las primeras religiosas de la Orden de San Basilio Magno

En el trascurso de 1951 se organizó una nueva Comisión Pro Templo, en esa oportunidad Vladimiro Stefaniuk, Demetrio Muzzi, Miguel Balanda, el Padre Turkovych, Pedro Moroz, Emilia Stefaniuk, las esposas de Pedro y Juan Moroz y la Sra. de Melnechuk llevaron adelante el desafío.

Un año más tarde, se recaudaron fondos para colocar una Cruz Misional al frente de iglesia como recordatorio de la visita del Padre Makcen Muxac Mapkiw; en tanto Posadas seguía creciendo, Misiones continuaba expandiéndose, se nos había reconocido como provincia argentina y las dependencias ya no tenían razón de ser; en ese contexto se creó la Diócesis de Posadas el 13 de marzo de 1957 y cuatro meses después asumió como primer Obispo Monseñor Jorge Kemerer.

Esto significó un proceso de transición y reacomodamiento pastoral, en su transcurso se creó el Ordinariato Oriental en nuestro país, fue designado como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Buenos Aires el Padre Fermín Lafitte, es decir Ordinario para todos los Orientales; haciendo uso de sus atribuciones nombró al Padre José Halabarda a cargo del rito ucraniano.

En el mes de junio de 1965 el Visitador Apostólico Andrés Sapelak solicitó la creación de la parroquia de San Vladimiro y su independencia de la parroquia de la Santísima Trinidad de Apóstoles, que se concretó el 10 de agosto de 1966; poco tiempo después se inauguró el Centro Cultural Recreativo Ucraniano San Vladimiro y el Arzobispo Cardenal José Sliplyj visitó a los fieles locales, en tanto abrió sus puertas el Colegio san Basilio Magno.

Por fin en septiembre de 1977 se concertó la bendición de los cimientos de la obra del templo y cuatro años más tarde se colocó la piedra fundamental.

Desde entonces las actividades se sucedieron sin pausas, el edificio debería ser visitado, la ornamentación, la simbología y en especial la iconografía dan cuenta de una riqueza cultural y religiosa poco conocida; la Iglesia de San Vladimiro fue decorada por las Hermanas Basilianas Celina Makarchuk y Mónica Fechova, siguiendo los criterios teológicos, litúrgicos y artísticos de la tradición religiosa bizantina ucraniana; se puede apreciar en la parte superior del Santuario, al Espíritu Santo envuelto en siete llamas que representan los siete dones del Espíritu que, a su vez, desciende sobre la Virgen María, cuyo fruto Jesús es el alimento de la Iglesia, representada en los doce apóstoles.

Completan el conjunto pictórico dos ángeles arrodillados que veneran a la Virgen Orante, otros cuatro en movimiento invitan a la humanidad a imitar la acción de los primeros; en la parte inferior las guardas con siete cruces remiten a los siete sacramentos y destacan la profundidad del mensaje pictórico.

El exterior del templo resalta por la sobriedad de su arquitectura rematada con  las tres cúpulas de forma acebollada realizadas en bronce laqueado que representan a la Santísima Trinidad, sobre cada una se destaca una cruz, la primera corresponde a San Andrés, la segunda es la cruz de Kyiv y la tercera es una cruz latina, la primera se colocó el 29 de mayo de 2001 y la última y de mayor tamaño en 2005.

Hay mucho más para contar de esta iglesia y su importancia, una de las últimas intervenciones realizadas fue el mosaico de importantes dimensiones en honor al Cristo Transfigurado, resultado de un trabajo en equipo del Padre Héctor Zimmer, del docente y artista Roberto Germán Playuk, la iconógrafa Lucía Makarchuk, la mosaiquista Lorena Costantini, el arquitecto Luis Barchuk y su equipo de colaboradores, Luis Olinuck y Carmen Cus, cuatro años necesitó el proyecto, nueve meses el armado, el 2 de noviembre de 2021 se lo colocó en su sitio.

Es un lugar único y poco conocido, guarda una parte de nuestra historia que espera darse a conocer.

Un agradecimiento al Padre Héctor Zimmer por la disponibilidad y generosidad; a Ramón Delgado Cano por la sugerencia y el material para esta columna y a los descendientes de aquellos que dieron vida a esta parte de la ciudad.

¡Hasta el próximo viernes!

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