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La siesta… ¿un vicio? ¿una costumbre? ¿una necesidad?

jueves 29 de junio de 2023 | 6:00hs.

La siesta sería una costumbre consistente en descansar algunos minutos –o un par de horas– después de haber almorzado, encarando este corto sueño a fin de reunir energías para el resto del día.

Según Wikipedia, este hábito existe en habitantes de regiones del sur de Europa y Latinoamérica, y también en China, Taiwán, Filipinas, India, Oriente Medio y África del Norte. Esta palabra viene de la hora sexta romana, que designaba a la hora solar sexta, hoy correspondiente a las 12 del mediodía.

La siesta también tiene una explicación biológica: es una consecuencia natural de la transferencia de sangre –después de la comida– desde el sistema nervioso al sistema digestivo, lo que provoca una consiguiente somnolencia.

Está demostrado científicamente que una siesta de no más de 30 minutos –más tiempo puede causar insomnio o falta de sueño por la noche– mejora la salud en general y la circulación sanguínea.

​La siesta mejora el estado de alerta en adultos, jóvenes y adolescentes durante las actividades de la tarde, lo que afecta positivamente su eficiencia. ​Además, los preadolescentes que toman siestas regularmente durante el día demuestran luego dormir mejor por la noche. En los niños más pequeños, la siesta reduce la somnolencia incluso al tiempo que mejora la recuperación de la memoria.

Para los estudiantes de todas las edades, las siestas durante el día escolar mostraron beneficios en el tiempo de reacción y el recuerdo de la memoria declarativa de nueva información, especialmente si las siestas duran menos de una hora.

Desde un punto de vista biológico, la siesta puede ser considerada una necesidad para algunas personas. Durante las primeras horas de la tarde, especialmente después del almuerzo, se produce naturalmente una disminución en el estado de alerta y una sensación de somnolencia.

Personajes como Albert Einstein cantaron sus alabanzas y Winston Churchill, que aprendió esta costumbre en Cuba, fue un entusiasta cultivador de la siesta, con la consecuencia inesperada de que sus colaboradores quedaban rendidos cuando lo veían a él tan fresco a las dos de la madrugada y con ganas de trabajar más durante los días de la Segunda Guerra Mundial.

Algunas recomendaciones desde la perspectiva de la neurociencia, según The Sleep Foundation, ​Psychology Today​ y Harvard Health Publishing, son:

1º) crear un ambiente propicio para dormir la siesta: es más fácil tomarla cuando el lugar está oscuro, tranquilo y fresco;

2º) Comprender las propias necesidades físicas y ponerse cómodo, no sintiéndose culpable por estar tomando una siesta y

3º) poner una alarma, para prevenir el impacto negativo de la inercia del sueño y la latencia del sueño; es importante despertarse a tiempo (por ejemplo, con el despertador del celular).

Aparte, es conveniente explicar la cuestión de la llamada “somnolencia postprandial”, por tratarse de una dolencia que tienen algunas personas: consiste en que sufren constantemente de somnolencia, lo que puede generar la conveniencia de consultar a un médico para descartar cualquier otro trastorno.

También hay algunas personas que tienen la posibilidad de echar una cabezadita justo antes de la hora de comer, siendo conocida comúnmente como “siesta del carnero”, aunque es común llamarla de otros modos como siesta del borrego o del burro… (y así con otros animales, ya que parece ser que estos suelen tener la costumbre de dormir antes de comer).

Parece ser que la más famosa es la “siesta del carnero” ya que era muy habitual hacerla entre los pastores cuando sacaban a pastar a sus carneros, quedando sentados a la sombra de un árbol y aprovechando para descansar un rato antes de ponerse a comer.

En general, socialmente, la siesta es bien vista; algunas personas, hiperdinámicas suelen criticarla por la exigencia de trabajar seguido de la mañana a la tarde. Obviamente, si la institución laboral tiene horario corrido, deberá respetárselo, pero si tiene horario cortado entre la mañana y la tarde, es altamente recomendable una corta siesta.  

En resumen, la siesta puede ser vista tanto como una necesidad biológica para recuperar energía durante el día, especialmente después del almuerzo, o como un hábito cultural arraigado en ciertas sociedades. En última instancia, su importancia y relevancia dependerán de las preferencias, la edad, el trabajo o el tipo de familia y las necesidades individuales de cada persona.

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