Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Pensar la Independencia

viernes 23 de junio de 2023 | 6:05hs.

Se acerca un nuevo aniversario de la declaración de la independencia argentina, doscientos siete años, un montón… cuando llega esta fecha, se mezcla la expectativa con la ansiedad porque, a lo mejor, este sea el año.

La ocasión de contar, difundir, publicitar, viralizar como vivió Misiones julio de 1816, el proceso político-militar que desembocó en la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata -dicho sea de paso, provincias eran pocas y de unidas tenían casi nada- mediante las reuniones regulares del Congreso de Tucumán.

Este Congreso había sido convocado a raíz de un acuerdo plasmado en el “Estatuto Provisional para la Dirección y Administración del Estado”, firmado en 1815 debido a una crisis de poder entre las provincias, se le dio atribuciones constituyentes, legislativas y casi judiciales; la primera sesión de materializó el 24 de marzo de 1816, en San Miguel de Tucumán, la idea era generar una especie de imagen más inclusiva y sacarlo de Buenos Aires, en el “jardín de la república” la última reunión se realizó el 16 de enero de 1817, se lo trasladó a la ciudad de Buenos Aires, se retomaron las sesiones el 12 de mayo de 1817 hasta el 11 de febrero de 1820 cuando se lo clausuró.

Treinta y tres diputados lo conformaron, representaban a Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Charcas, Chichas, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Mizque, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán, demás está decir que todos eran miembros de la casta dominante de entonces - nueve sacerdotes, dieciocho abogados, cuatro militares y dos frailes -, no tuvieron representación La Paz, Potosí, Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba porque habían sido reconquistadas por los realistas , el representante de Tarija no llegó a tiempo y las provincias que conformaban la Liga Federal no participaron.

Conocida también como la Liga de los Pueblos Libres, gestada por José Gervasio Artigas, estaba compuesta por las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones -todavía no era provincia-, Santa Fe, la Banda Oriental y parte de Córdoba  -la facción afín a los porteños envió cuatro diputados al Congreso-, en ese año ‘16 la Liga y Buenos Aires tenían un conflicto armado feroz.

La alianza del litoral empezó a tomar cuerpo a partir de 1811, después que Artigas fuera acusado de “traidor de la patria” y denostado por los funcionarios de Buenos Aires que poco tiempo antes lo habían ensalzado.

Dos años más tarde el Teniente de Gobernador de Misiones Bernardo Pérez Planes se encolumnó con Buenos Aires, la reacción de Domingo Manduré no se hizo esperar, con las milicias de guaraníes que comandaba dirigió sublevaciones que pusieron en jaque al mandamás, sitiado en Mandisoví, mientras las insurrecciones se extendieron hasta Yapeyú; Vicente Mantiauda desde Candelaria se asoció con Blas Basualdo de Curuzú -ambos subdelegados- apoyaron a Artigas, en La Cruz acorralaron a Pérez Planes, lo tomaron prisionero, se lo enviaron al oriental al cuartel de Belén donde fue fusilado. Era el año 1814.

El curuzucuateño fue nombrado Teniente Gobernador de Misiones, mientras que su socio tuvo que huir de Paraguay donde tenía orden de captura; tanto embrollo llevó a Mantiauda a sucederlo poco después; casi al mismo tiempo con el apoyo de un Congreso correntino, Perugorría -quien lo presidía- se sublevó contra el gobernador Méndez, confeso artiguista, lo derrocó y ocupó su sillón, se adhirió a los porteños y Gervasio de Posadas -Director Supremo del Río de la Plata- firmó un decreto por el que separó a Corrientes de Buenos Aires, la erigió como provincia y fijó los límites geográficos, Las Misiones quedaron dentro de ese territorio.

La distancia, el atraso en la recepción de las novedades o la imperiosa necesidad de sobrevivir -vaya uno a saber realmente- hizo que Mantiauda se identificara con Posadas, lo nombraron Teniente Gobernador de Misiones y el decreto firmado quedó cajoneado por ahí.

La confusión reinaba en esta parte del litoral, algún subdelegado no se sometía a la “autoridad”, el caos era grande, casi una acefalía en la práctica; tanto escaló la desprolijidad que Mantiauda renunció, huyó a Entre Ríos, una misión paraguaya lo tomó prisionero y lo llevaron a Asunción; en tanto el gobierno de ese Estado invadió el Departamento de Concepción.

Y entra Andrés Guacurarí en esta parte de la historia, era marzo de 1815; Artigas lo nombró Comandante General de Misiones, con potestad sobre los Departamentos de Yapeyú, Concepción y parte de Candelaria, tomó posesión con casi un centenar de soldados y el sacerdote José Acevedo, ya no hubo más subdelegados y los cabildos recuperaron su importancia.

Para todos los contendientes el límite entre Paraguay y Misiones era el río Paraná, la disputa era por la jurisdicción; al mes de asumir Guacurarí se abocó al intento de recuperación del Departamento de Candelaria -de este lado del río-, logró tomar Concepción, Santa María La Mayor, San Javier, Mártires, San Carlos, San José y Apóstoles, mientras Artigas negociaba con Paraguay la entrega de Candelaria pero las pruebas de una posible traición definieron el ataque.

Guacurarí recuperó el pueblo en septiembre, luego sumó Santa Ana, Loreto, San Ignacio, Corpus hasta la Tranquera de Loreto -actual Ituzaingó, Corrientes-; en enero de 1816 se le ordenó regresar a Santo Tomé, dejó en Candelaria al Capitán Miño con un destacamento pobre; en septiembre cruzó el río Uruguay y por poco tiempo recuperó las Misiones Orientales.

Los diputados artiguistas enviados para la Asamblea de 1813 fueron “desestimados”, al Congreso de Tucumán la Liga Federal -obviamente- no fue invitada a participar; sin mucho pensar queda claro que en esta parte del continente coexistían -por lo menos- dos realidades y agrego algo más, la mayor parte de las tierras del ex virreinato estaban en manos nativas, es decir fuera de juego.

En el Acta del 9 de julio de 1816, se escribió “Nos, los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general (…): declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli (…)”.

Muchos condimentos para resumirlos en la “casita de Tucumán”, que por cierto la actual es una reconstrucción de la verdadera y el acta original de la independencia fue robada, dicen, entonces se la duplicó incluyendo las firmas “copiadas” de los diputados.

A lo mejor este sea el año de empezar a reconocernos en la historia misionera.

¡Hasta el próximo viernes!

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