Homenaje al gran artista, a las 20 en Palmeira Bonita

El pintor, sus trazos y camino

Hoy se inaugura la muestra “Kowalski: Espontáneo y sin filtros”, con pinturas inéditas de don Zygmunt, camino a su centenario
viernes 24 de febrero de 2023 | 5:30hs.
El pintor, sus trazos y camino
El pintor, sus trazos y camino

Un tipo tranquilo, curioso, de largos silencios contemplativos y una mirada clara que escrutaba el entorno para descubrir colores y formas, que a veces se le revelaban como un nuevo horizonte y en otras ocasiones él mismo creaba.

Con esas palabras, más o menos, describió Víctor Kowalski (59) a su padre, el gran pintor Zygmunt Kowalski, nacido en la Polonia del año 1923 y que llegó a Misiones en 1949 buscando la paz y un clima cálido, después de un largo periplo que incluyó encarcelaciones arbitrarias en el Viejo Continente y un fugaz paso por Paraguay.

En esta tierra colorada que halló del otro lado del Atlántico comenzó a trabajar, recibió una mano de compatriotas asentados en Posadas y un año después, en 1950, a sus 26 años tramitó su cédula de identidad.

Tiempo después retomó el dibujo y la pintura que tanto amaba,  y esa pasión que sentía por el arte  lo volvió un hijo dilecto de Misiones.  De su pincel brotaron paisajes de picadas y árboles en flor, humildes caseríos de la incipiente capital ribereña y la selva cerrada, en la que logró adentrarse como un descubiertero que no derrama la savia sino que siembra verdes que no existían hasta entonces sobre la misteriosa y verde iridiscencia del monte.

Víctor Kowalski pone en valor el legado artístico de su padre, el pintor Zygmunt Kowalski, y presenta hoy una muestra de sus obras. Fotos: Joaquín Galiano

Don Zygmunt, vecino popular de Posadas, buen amigo de sus amigos, esposo y padre de dos hijos, falleció en Oberá el 21 de diciembre de 2011 y este 20 de octubre se cumplirá el centenario de su nacimiento en la ciudad polaca de Torun.    

Muestra homenaje

Para recordar su figura y su obra y homenajearlo en este año especial, su familia realiza una serie de actividades con muestras pictóricas y de objetos personales y de trabajo y también con un acercamiento a su historia de vida, que será publicada próximamente como un libro.

Hoy a las 20 se inaugurará una nueva entrega de la muestra Kowalski: Espontáneo y sin filtros, que se podrá visitar además mañana y el domingo de 9 a 12 y de 19 a 23 en el espacio cultural Palmeira Bonita ubicado en calle Álvarez Jonte sin número a media cuadra de Cabo de Hornos.      

Se expondrán alrededor de 40 pinturas de Kowalski, de distintas etapas de su búsqueda creativa y de diferentes expediciones por Misiones, por provincias argentinas y del exterior. Esta exposición fue curada por Víctor y se propone como una ruta imaginaria por la obra del artista.

La muestra se inaugura hoy en el espacio Palmeira Bonita.

Víctor, el mayor de los hijos que Zygmunt tuvo con su esposa Helena, es ingeniero y reside con su familia en Oberá, y explicó que luego del reciente fallecimiento de su hermano, Alejandro ‘Ole’ Kowalski, el año pasado, está “haciendo este homenaje rumbo al centenario de papá, es mucho lo que tengo que procesar, seguramente esto hoy lo estaríamos preparando juntos con mi hermano, pero ya no está. Lo estoy haciendo con mi familia, me ayuda mi esposa enmarcando los cuadros, mis hijos rescatando la historia y difundiendo en redes”.

La puesta en valor de la obra y legado del pintor “es un trabajo titánico, que lo hacemos además de hacer nuestras tareas de todos los días, y lo que nos da mucha satisfacción y alegría es la respuesta de la gente, saber que mi padre está en la memoria de los misioneros y lo quieren y quieren su obra”.

La tarea de rescate e inventario de las pinturas de Zygmunt aún está en proceso, por eso su familia no tiene un número final de las obras a su cuidado y en estas primeras muestras -la que abre esta noche y la que tuvo lugar en diciembre del año pasado- se mostraron obras inéditas, en el sentido de que muy pocas personas las vieron antes.

“Mi padre pintaba para él, había muchas cosas que tenía para él, sé cómo era su sistema de trabajo porque yo era chico y lo acompañaba en sus expediciones a la selva misionera, a Jujuy, al Sur, también pintó en Brasil, después de muchos años volvió a Polonia y pintó sus montañas, a la Polinesia, entre muchos otros lugares”.

El recuerdo de Zygmunt en su taller. Foto: Archivo/ Natalia Guerrero

Don Zygmunt se internaba en el universo que quería pintar, si hacía frío o el lugar era muy agreste, si se hacía de noche en la selva y se escuchaba al yaguareté, “a él no le asustaba nada, él iba al paisaje y hacia sus pinturas. Eran como sus bosquejos, pero eran obras en sí mismas, que después traía al taller y las componía y les daba los colores. Y no eran copias porque él siempre contaba lo que él quería contar, su obra era quizás una síntesis de lo que le hablaba el paisaje y lo que él había visto y vivido y quería relatar con sus propios colores”.

Épocas e intereses

Víctor trazó una línea del tiempo “muy personal mía y muy general” -aclaró- acerca de la producción artística de su padre, que pintó por seis décadas.

En su narración rememoró los ejercicios de experimentación en una casa a orillas del arroyo Zaimán, “se pasaba el tiempo estudiando sobre la formación de las nubes y los colores del cielo a cada momento del día”.

Además de los paisajes misioneros y los famosos lapachos rosa que echaron raíces en el lienzo, también realizó retratos, luego vinieron expediciones por semanas a la selva, campamentos a otras provincias, un viaje a Ushuaia, Brasil, Polonia, la Polinesia...

“Hizo muy buenos retratos, pero por lo que recuerdo de chico, cuando le encargaban un retrato tuvo experiencias donde el retratado quería algo que no coincidía con su mirada, con su manera de expresar el arte, y se dedicó más al paisaje, un tiempo estaba interesado en las marinas, fue una etapa muy loca, donde estudiaba el movimiento de las olas, el color, cómo salpicaba el agua y pegaba sobre una roca, una vez se fue con los pescadores mar adentro”.

Sacar a la luz una vieja pintura es traer al presente un montón de vivencias. “Sé que es mi padre y no puedo ser objetivo, pero fue un gran artista, tuvo el reconocimiento de la gente, quizás no tanto de la academia, y eso en un punto le dolía aunque no decía nada, pero la gente lo amaba y sus pinturas están por el mundo. Fue un hombre muy sabio, si le gustaba la conversación era hablador, si no prefería el silencio. Era un hombre de familia, muy presente, que quería la educación para sus hijos, sabía muchos idiomas y siempre estaba estudiando algo”, expresó.

Luego de esta muestra, la familia Kowalski espera poder presentar otras propuestas que cuenten desde otras perspectivas la vida y creación del pintor como sus cielos y aguas. Están el deseo de poder   llevar las muestras a la Colectividad Polaca, Puerto Iguazú y otras localidades de Misiones donde Zygmunt se inspiró, también a Paraguay.

El gran evento por el centenario sería en el mes de octubre, aún sin lugar a confirmar. Para saber más, en redes @centenariokowalski.

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