A dos años del crimen en Villa Gesell, Buenos Aires

Caso Fernando Báez Sosa: el salvaje homicidio tendrá su fallo el 31 de enero

El miércoles arrancan los alegatos de la Fiscalía y de Fernando Burlando, del lado de la familia de la víctima. Además, Hugo Tomei debe presentar su defensa el 26
domingo 22 de enero de 2023 | 6:03hs.
Caso Fernando Báez Sosa: el salvaje homicidio tendrá su fallo el 31 de enero
Caso Fernando Báez Sosa: el salvaje homicidio tendrá su fallo el 31 de enero

Faltan pocos días para que se conozca el veredicto por el caso en el que se acusa a un grupo de ocho rugbiers de asesinar a golpes y patadas a Fernando Báez Sosa, de 18 años, a la salida del boliche Le Brique en Villa Gesell el 18 de enero de 2020. Por el momento, se sabe que la sentencia sería el 31 de enero, pero no se descarta que pueda demorarse unos días más.

Lo que si está definido es que el próximo miércoles arranquen los alegatos de la Fiscalía y de Fernando Burlando, del lado de la familia de la víctima, además de que Hugo Tomei presente su defensa, el jueves 26, luego del largo enjuiciamiento, el cual contó con 13 jornadas de audiencias en el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores.

En las primeras cinco jornadas del juicio contra los ocho jóvenes acusados de asesinar a golpes a Báez Sosa declararon 47 testigos.

Sus testimonios sirvieron para ubicar a la mayoría de los imputados en la escena de la despiadada golpiza, fijar los horarios y las acciones de cada uno, y reconstruir las horas anteriores y posteriores a la muerte de Fernando.

Para la fiscalía se mostró evidencia suficiente para sostener que los rugbiers son coautores del homicidio. Los abogados de los padres de la víctima apelaron a la narrativa de la emboscada y aseguraron que cuentan con prueba de sobra y contundente. La defensa de los rugbiers estuvo especialmente interesada en que los testigos confeccionen croquis a mano alzada y expliquen las maniobras de resucitación.

¿Crimen planeado?

En los primeros días del juicio, se pudo saber que el hecho ocurrido frente al boliche se dio, en principio, en tiempos reducidos.

La pelea dentro del establecimiento bailable fue a las 4.30, la salida del boliche fue registrada cerca de las 4.40 y a las 4.44 el domo municipal filmó a los agentes de Infantería acercándose, cuando la agresión había terminado. De acuerdo a la investigación preliminar el ataque y la fuga fue entre las 4.41 y las 5. La recepcionista del hotel Inti Huasi declaró que vio pasar a los imputados entre las 4.50 y las 5. Así, la ventana de tiempo para distribuirse los roles habría sido mínima, y la hipótesis sobre un crimen organizado debía ser explicada por la fiscalía y la defensa de los padres de Fernando. A eso apunta la defensa, a probar que no hubo una premeditación y que fue un homicidio en riña, lo que evitaría la pena máxima.

El rol de cada imputado

 El delito que se les imputa es “homicidio agravado por alevosía y premeditación de dos o más personas”, por el que los agresores podrían recibir una condena a prisión perpetua.

También los juzgan por “lesiones leves” de haber lastimado a los amigos de la víctima que al momento del ataque intentaron defenderlo. Este es otro cuestionamiento desde la defensa de los rugbiers, y un desafío para los fiscales y representantes de los Báez Sosa: determinar qué hizo cada uno de los acusados.

En las jornadas iniciales, al único acusado que no lo mencionaron ni identificaron ninguno de los testigos presentes en el hecho fue a Blas Cinalli, salvo por Tatiana Cano, empleada en el bar cercano al boliche, que dijo mal el apellido y lo describió como rubio aunque es morocho.

Las pericias que se hicieron durante la investigación preliminar indicaron que el ADN de Cinalli coincide con las muestras encontradas en el dedo meñique de Fernando, que al intentar defenderse, lo lastimó.

Por otro lado, Máximo Thomsen fue el más comprometido y el más mediatizado. Lo nombraron casi todos los testigos. Además, existe una pericia contundente: la suela de su zapatilla coincide con una marca que quedó en la cara de Fernando. Pero aún no es posible afirmar que haya sido la patada mortal, ya que la víctima tenía varias huellas en la cara y el material no alcanzó para peritar si se trataba sólo de esa zapatilla o de las zapatillas de otros.

Cinco de los ocho imputados, rompieron el pacto de silencio. Foto: tn

 Por otra parte, antes de la elevación a juicio, los motivos de odio fueron descartados como agravante. Pero los abogados que representan a los padres de la víctima hicieron hincapié en las frases que pronunciaron los agresores durante la golpiza. “Negro de mierda” y “me lo voy a llevar como trofeo” es la que se repitió entre los días 2 y 6 de enero, sobre todo entre los amigos de Fernando, todos testigos presenciales.

El intento de reanimación

Según lo relatado, al menos tres personas le practicaron maniobras de RCP a Báez Sosa hasta que llegaron los bomberos, que intentaron con un desfibrilador. El primero en asistirlo fue el suboficial de Infantería Maximiliano Rosso, de custodia en la zona.

Hasta que apareció Virginia Pérez Antonelli, una turista de entonces 17 años que vio la escena y se acercó a asistir a Fernando con una técnica aprendida durante un curso que dio la Cruz Roja en su escuela.

Pérez Antonelli declaró que se ofreció porque le pareció que Rosso “estaba siendo un poco bruto”, algo que la defensa utilizó para poner en duda si la reanimación se dio de forma correcta y fue uno de los motivos de que Fernando no reaccione.

Asimismo, una declaración que se destacó fue la del remero Pablo Ventura, acusado por los propios rugbiers de haber participado del hecho, aunque después se demostró que no fue así.

Cuando declaró, en la segunda jornada, dijo que al único que conocía era a Máximo Thomsen y que al resto no, pero que sabía de ellos porque viven en su misma ciudad, Zárate. Insistió en que no había relación previa. Una foto lo desmentiría.

Objetivos

En esa semana se pudo dejar en claro los objetivos de cada parte. Del lado de los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García buscaron acreditar en el juicio el rol de cada acusado, declarando que Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Blas Cinalli se pusieron de acuerdo para atacar por la espalda a Fernando Báez Sosa y golpearlo a trompadas y patadas hasta matarlo. Esta hipotesis traza que  Ayrton Viollaz y los primos Lucas y Luciano Pertossi impidieron que los amigos de la víctima pudieran defenderlo. Y que huyeron cuando notaron que la víctima no reaccionaba.

Aseguraron también que probarán que Fernando falleció de un paro cardíaco producto de una hemorragia en el cráneo.

Los abogados que representan a los padres de Báez Sosa fueron en la misma línea. En palabras de Fernando Burlando: “Vamos a demostrar que el asesinato de Fernando Báez Sosa fue una asalto por ambos flancos luego de esperar que el personal policial se retirara del lugar para facilitar más la tarea y garantizar la impunidad y matar sin ningún tipo de riesgo. Demostraremos que fue una ejecución y que los acusados no estuvieron dispuestos a detener la acción. Cada golpe tenía un destino y un fin: matarlo”.

Los padres de Fernando marcharon con una gran multitud, pidiendo justicia.

En tanto, Hugo Tomei, abogado defensor de los ocho incriminados, pidió anular el juicio, considerando que, sospechosamente, la fiscal de instrucción se tomó muy poco tiempo para tomar las indagatorias a sus defendidos, sin la compañía de la defensora oficial que les habían asignado.

Como el Tribunal rechazó el pedido, Tomei volvió a la carga: cuestionó la imputación colectiva y apuntó que a sus defendidos les habían explicado en “lenguaje técnico” la imputación y era probable que no lo entendieran. El Tribunal también rechazó ese argumento.

Segunda semana

Luego del descanso de dos días, se regresó el lunes 9 al TOC 1 para continuar con la indagatoria a los diferentes testigos del hecho.

Ese día, en la sexta jornada se conoció  el relato de Diego Duarte, médico forense que le practicó la autopsia a Fernando. En su declaración se mostraron las fotografías del análisis y explicó que “murió producto de un traumatismo grave de cráneo producto de múltiples golpes. No fue solo un golpe, es una sumatoria de todas las lesiones que tuvo en diversos órganos”.

Uno de los días más claves se dio el martes 10, cuando un perito de la PFA mostró los chats que hubo entre los rugbiers antes y después del crimen. Entre ellos se destacan los mensajes que se sustrajeron de los celulares de: Matías Benicelli, Juan Pedro Guarino, Ciro y Lucas Pertossi y Blas Cinalli.

Entre las conversaciones los más elocuentes y que ponen en jaque el ataque son: “Nos peleamos, ganamos contra unos chetos, los rompimos. Nos vamos al centro a premiar”, “chicos no se cuenta nada de esto a nadie”.

Uno de los acontecimienos más destacados que se dio en el Tribunal de Dolores en los segundos cinco días de juicio, ocurrió cuando el 12 de enero uno de los acusados, Luciano Pertossi, decidió declarar y de esa forma romper el pacto de silencio. Se constató que, en todo momento durante la proyección de los videos estaba nervioso. Por ese motivo, se paró y pidió la palabra.

“Quiero aclarar algo, yo no estaba ahí”, comenzó la defensa del joven. De forma inmediata el fiscal le preguntó: “¿Dónde estaba?” a lo que Luciano respondió “No voy a responder”.

Tercera semana

En la última semana del juicio por el homicidio en conjunto hacía Fernando Báez Sosa, fueron citados a declarar los rugbiers sobreseídos y los padres de los acusados.

En la undécima jornada fueron citados ocho testigos, entre ellos Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi, dos jóvenes que veraneaban en Villa Gesell junto a los ocho imputados, quienes en un primer momento también fueron detenidos y que luego quedaron liberados por falta de pruebas.

Además, el acusado Máximo Thomsen, principal apuntado por los testigos, se sumó a la fisura del pacto de silencio que había roto días antes Luciano Pertossi, y tomó la palabra el lunes, en el momento que su madre estaba declarando.

Cuando su madre, Rosalía Zárate estaba respondiendo las interrogaciones, irrumpió en llanto y dijo “quiero pedir disculpas, porque jamás en la vida se me hubiera ocurrido matar a alguien”.

Además, contó su versión alegando que “me pegan una patada, me pegan una piña y yo reaccioné pegando una, dos o tres patadas. Me metí porque vi que era uno contra muchos”.

Por otro lado, cuando estaba comenzando el día 12 del juicio, Tomei, abogado de los ocho acusados, le avisó a la jueza Castro que Ciro Pertossi quería hacer una aclaración sobre un video que fue reproducido durante las distintas audiencias.

En solo cinco minutos, y sin responder preguntas, Ciro Pertossi intentó socavar una prueba fílmica en su contra: un video donde parece pegarle una patada en la cabeza a la víctima, que estaba inerte en el piso.

“Este chico soy yo. Esa patada no la doy. Cuando me doy cuenta de que el chico está en el piso, me freno antes”, sostuvo mientras con un puntero de madera señalaba la pantalla de TV donde se reproducía la filmación.

Como su primo Luciano, quien había roto el pacto en primer lugar y como Thomsen, Ciro Pertossi, de 22 años, no se refirió a la víctima por su nombre. Ante los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari se refirió a Báez Sosa como “el chico”. Tampoco nombró a ninguno de sus complices.

Finalmente, en el día trece del juicio por el asesinato de Fernando, y, precisamente cuando se cumplían tres años del hecho, tanto Lucas Pertossi, como Blas Cinalli pidieron para hablar.

 Pertossi y Cinalli, declararon que “en ningún momento” le pegaron a la víctima y que no existió “un plan” para matarlo.

El primero en romper el silencio fue Lucas (23), quien en una breve declaración dijo: “Siento mucha pena por todo lo que pasó. Quiero aclarar que yo en ningún momento le pegué a Fernando Báez Sosa, ni lo toque, ni participé en un plan para asesinarlo”.

Tras esa declaración, pidió hablar ante el tribunal Cinalli (21), quien expresó: “Quiero empezar diciendo que lamento mucho todo lo que pasó, fue una tragedia terrible, falleció un chico de mi misma edad. No hubo ningún plan. No hubo planificación. No hubo ningún rol”

El acusado también manifestó que “estaba muy borracho” al momento del hecho y si bien dijo que no recordaba haber estado entre quienes rodearon a Fernando, a partir de los videos exhibidos a pedido de la fiscalía, aseguró finalmente: “Puede ser que estuve medianamente cerca”.

Con las declaraciones brindadas previamente por Máximo Thomsen (23) y Luciano (21) y Ciro Pertossi (22), los únicos acusados que no rompieron el silencio en el debate fueron Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23) y Ayrton Viollaz (23).

Tras esas declaraciones, la audiencia concluyó mientras se escuchaban en el interior del recinto los gritos de “asesinos” desde el exterior, donde numerosas personas durante los 13 días de juicio se congregaron para darle apoyo a los padres de la víctima, Graciela Sosa y Silvino Báez, quienes presenciaron las declaraciones de Pertossi y Cinalli.

Antes de finalizar la jornada, el tribunal informó que el 25 de enero serán los alegatos de la fiscalía y el particular damnificado, mientras que el 26, los del defensor Hugo Tomei. 

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