El arco iris

miércoles 14 de diciembre de 2022 | 6:00hs.

Los últimos en llegar para la celebración de la Navidad, en el mismo momento en que el sol del mediodía empalidecía por unos cúmulos que se formaron en un abrir y cerrar de ojos fueron los avá representantes de los pueblos de la margen occidental del río Paraná. No mostraban signos de cansancio a pesar del largo y dificultoso viaje debido al ritmo que impusieron a la marcha: no sobrepasar los treinta y cinco kilómetros por jornada y parar a descansar con la finalidad de alimentarse, dar sosiego al cuerpo, y que la caballada pastoree a su antojo.

Cuando apenas arribaron a las caballerizas del pueblo de San Javier, se desató un terrible temporal acompañado de rimbombantes truenos y electrizantes rayos, como si las fuerzas de la naturaleza tuvieran el propósito de aniquilar el mundo. Sin embargo, el diluvio no duró más de media hora por lo que no alcanzó a atemperar el veranillo y apenas si regó el reseco suelo cubierto de varias capas de polvo rojo, a cambio del suave e indefinido aroma de la tierra mojada, incomparable cuando se mezcla a los variados olores de la selva. ¡Los aromas de la selva! No hay chamán o brujo que pueda crear los perfumes de las flores en exposición de fragancias, ni del simple jazmín ni del exótico mburucuyá.

Y ya los chamanes en sus enseñanzas repetían: “La selva es la obra maestra de Tupá en la tierra y nos eligió para que la habitemos con gozo, permitiéndonos percibir el estallido de los colores vegetales, los variados plumajes de las aves, el pelaje de los animales y de los variopintos insectos que bien representados están en las miles de mariposas revoloteando por doquier. Cerrando los ojos escucharán diferentes sonidos de seres grandes y pequeños haciéndose oír en distintos decibeles. La selva es la obra maestra de Tupá en la tierra y nos eligió para que la habitemos con gozo. Al tener hijos y multiplicarnos somos parte de ella, por eso todo invasor que la destruya, nos destruye a nosotros”.

Los vapores calientes se levantaban aumentando la temperatura del ambiente, presagiando inciertos chaparrones, mientras el sol volvía a reaparecer mezclándose con el remanente de lluvia que iba mermando su intensidad al tiempo que se alejaba hacia el horizonte opuesto.

En sus costumbres atávicas, las curanderas daban la nota de color al afirmar convencidas, que cuando el sol y la lluvia se manifiestan simultáneamente, es indicio de que algún añá se está casando. 

 Hacia el horizonte, el espectáculo del arco iris sobre el limpísimo cielo azul adornaba y embellecía el firmamento, y según aprecian los mortales, es una señal de que la reconciliación de los hombres con Dios era posible; por eso, los originarios decían es el “Arco de Paz”.

En la Biblia,el significado del arco íris es el Pacto de Dios con el hombre de no volver a inundar la tierra con agua. Por tanto, para los cristianos, es un símbolo que se debe recordar como promesa de pacto de Dios y lo mejor es que constantemente Él nos lo recuerda en el cielo.

En Génesis 9:16 se señala que, cada vez que aparezca el arco iris entre las nubes, yo lo veré y me acordaré del pacto que establecí para siempre con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra.

Poéticamente se describe que a Dios un arco iris le rodeaba su cabeza; su rostro era como el sol, y sus piernas parecían columnas de fuego. En todos estos casos, el arco íris está vinculado a su presencia y al cumplimiento de sus promesas.

En física bilógica se estudia que el arco iris es un fenómeno óptico y meteorológico que consiste en la aparición en el cielo de un arco de luz multicolor, originado por la descomposición de la luz solar en el espectro visible, la cual se produce por refracción cuando los rayos del sol atraviesan pequeñas gotas.

La primera persona que estudió el arco iris fue Aristóteles, quien planteó una teoría sobre las leyes que regían el fenómeno óptico. Decía que las tonalidades cálidas como el rojo o amarillo se originaban por la luz, y los colores sombríos como el azul o púrpura, surgían cuando predominaba la oscuridad.

Isaac Newton fue el primero en entender lo que era el arco iris: refractó la luz blanca con un prisma y la descompuso en colores básicos: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta. Se denominó la magia de Newton, pues en su habitación, y a partir de una luz solar que pasa por un orificio atravesando un prisma, se descompone produciendo la maravilla de varios colores. 

Después del gran diluvio, Noé mandó palomas para que observaran si las aguas bajaron y se había formado tierra firme; pero antes encerró a su familia y a todos los animales de la tierra en el arca que construyera.  No obstante, la promiscuidad, el cajón flotante se convertiría en el símbolo de la convivencia universal y Noé en el primer filántropo protector de animales. De ahí se comprende el pacto que hizo Dios con el hombre enviando la señal del arco iris.

Pienso y divago si al buen Dios se le ocurre enviar a la Argentina y a los argentinos el arco iris de la paz y la reconciliación. El arco iris que cierre esa grieta que nos desune generando odios y rencores. El arco iris que ilumine a los ecónomos a vencer la tremenda inflación de años que nos vuelve más pobres generando miserias y miserables. Por sobre todo, que ilumine a los políticos y resuelvan realizar un pacto tipo La Moncloa de cumplimiento efectivo para quien asuma el gobierno. De lo contrario, seguirá nuestra triste decadencia.

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