(Primera parte)

Relaciones entre el miedo y la política

jueves 10 de noviembre de 2022 | 6:00hs.

A cualquier persona común ni se le ocurre pensar que haya alguna relación entre una emoción como el miedo y la acción política. Sin embargo, a muchos estudiosos de las ciencias sociales esta cuestión sí les interesa y leen, escriben y dialogan cotidianamente sobre ella. Lamentablemente, el miedo como herramienta política se está progresivamente consolidando en América Latina, sobre todo el miedo a la muerte de algún dirigente conocido. Entonces, aunque pareciera que se trata de una cuestión puramente académica, creo que podríamos desarrollarla en esta columna, en forma didáctica.

Desde hace muchos años, se considera al miedo una de las seis emociones básicas del ser humano (que son el miedo, la sorpresa, el asco, la ira, la alegría y la tristeza). Estas emociones son expresiones innatas, cada una con una función adaptativa, ya que permiten que reaccionemos de un modo inmediato y concreto ante la aparición de ciertos estímulos, y además orientan nuestro comportamiento con el objetivo de aumentar nuestra probabilidad de supervivencia y de garantizarnos bienestar.

El miedo –en particular– tiene presencia constante en la historia de la humanidad. Así, sería la primera emoción experimentada por los personajes de la Biblia. Ni deseo, ni vergüenza, sino miedo; luego de comer del árbol prohibido, Adán se esconde de Dios y confiesa: “Tenía miedo porque estaba desnudo”. Antes de tener miedo, Adán y Eva existían y ya actuaban en el mundo, pero sin experiencia palpable de éste.

Al temor se lo define como una reacción fisiológica ante un peligro; reacción automática, involuntaria y demasiado profunda como para controlarla. Sin embargo, entendidos como experiencias individuales, el miedo o el terror no son analizados como instrumentos tradicionales de la política. Diferente de los miedos personales, como el miedo a la altura o a las arañas, producto de la propia experiencia psicológica y que poco inciden más allá de nosotros mismos, lo característico de los miedos políticos es que emanan de la sociedad o que tienen consecuencia para ésta.

Entonces podemos tratar el miedo desde dos puntos de vista: en esta primera parte, veremos la existencia del miedo como medio de protección personal, como puede ser una salvaguardia de nuestra vida o salud, de nuestra familia o de nuestras pertenencias.

En una segunda nota desarrollaremos el miedo como herramienta de ciertas ideologías políticas para orientar o determinar nuestras conductas sociales o políticas, o sea un medio extorsivo para ciertos sectores sociales.

El miedo –como otras formas de emoción– fue situado durante mu­cho tiempo del lado de las manifestaciones subjetivas y, por lo tanto, ocupó poco lugar en las ciencias sociales. El miedo está constituido por lo que no se sabe y en especial por la incertidumbre respecto a lo que puede pasar Es un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que va a suceder algo negativo, se trata de la angustia ante un peligro que –y eso es muy importante– puede ser real o imaginario. La relevancia de ese enfoque psicológico consiste en que, aunque el peligro no exista por ser imaginario, el miedo, por el contrario, sí puede ser muy real.

La respuesta del miedo es automática, es decir que no la activamos voluntaria o conscientemente. Los especialistas han caracterizado cuatro respuestas automáticas: huida, defensa agresiva, inmovilidad o sumisión. Además pueden aparecer otras respuestas fisiológicas, como el aumento de la presión cardíaca o la sudoración, mientras baja la temperatura corporal, se dilatan las pupilas y aumenta el tono muscular, pudiendo llegar al agarrotamiento.

Además, según su nivel, los miedos pueden ser normales o patológicos. Los primeros son aquellos que aparecen ante estímulos dañinos, tienen corta duración y no interfieren con la vida cotidiana. Los patológicos son los miedos que se activan aunque no haya peligro y que pueden prolongarse indefinidamente en el tiempo.

¿Como funciona nuestro cerebro ante las reacciones al miedo? Están grabadas en el cerebro desde el principio de los tiempos y de hecho, son muchas las partes de este órgano implicadas: el tálamo decide dónde enviar los datos percibidos sensorialmente, el córtex sensorial interpreta esos datos, el hipocampo los almacena y recupera los recuerdos conscientes estableciendo el contexto, la amígdala (donde están almacenados los recuerdos y las emociones del miedo) decodifica las emociones y determina la posible amenaza, ante lo cual el hipotálamo activa la respuesta de lucha o de huida. Un sistema cerebral y neurológico complejo pero real de cada uno de nosotros.

El miedo personal es una emoción muy útil para escapar o evitar los peligros, sin embargo, también es una barrera que puede interponerse en el disfrute de una persona, y en caso de que sea excesivo, puede llegar a bloquear y a impedir el transcurso de nuestra vida normal. De hecho, muchos de los trastornos emocionales habituales tienen como origen el miedo a una situación real o posible, como la ansiedad, las fobias o los ataques de pánico.

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