La lapidación pública de Assange

jueves 16 de diciembre de 2021 | 6:00hs.

La ilusión de la democracia occidental sufrió una caída temporal cuando se anunció que el Tribunal Supremo de Reino Unido extraditará a Julian Assange a Estados Unidos. Pero no se preocupen, solo duró unas horas, poco después los servidores fueron restablecidos y todo continuó con normalidad. Con la misma normalidad de siempre: Guantánamo en su sitio, los aliados occidentales que descuartizan periodistas tan campantes y el rey emérito Juan Carlos librándose de otro de sus múltiples delitos cometidos, ya nadie sabe muy bien ni cómo. Tampoco importa, la Estatua de la Libertad sigue en su sitio, para qué más.

Julian Assange, ya saben, ese terrorista para Joe Biden por haber publicado informaciones que demostraron los crímenes de guerra de Estados Unidos, incluidos asesinatos de periodistas como los que callan y de niños como los que ni saben ni les informan, permanece retenido en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en el Reino Unido, después de la petición de extradición presentada por Estados Unidos.

La decisión jurídica, en cualquier caso, resulta chocante si tenemos en cuenta que, según Stella Moris, la prometida de Assange, Julian sufrió el pasado 27 de octubre un derrame cerebral en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh mientras participaba en una videoconferencia con motivo del proceso del Tribunal Supremo de Reino Unido que finalmente ha concluido en la aceptación de la extradición de Julian Assange a Estados Unidos. Si pensamos en la no extradición de Pinochet, no es que la decisión sea más incomprensible todavía, sino todo lo contrario, demuestra hasta qué punto un dictador asesino y genocida como Pinochet tiene más derechos en Londres que el periodista que filtró una de las informaciones periodísticas más importante de las últimas décadas. De hecho, desde el derrame cerebral, Assange recibe medicación para paliar los daños causados. Así lo explicaba Moris: “Miren a los animales atrapados en jaulas en un zoológico. Les acortan la vida. Eso es lo que le está pasando a Julian. Los interminables casos judiciales son extremadamente estresantes mentalmente… le faltaba aire fresco y luz solar, una dieta adecuada y los estímulos que necesita”.

Por su parte, Nils Melzer, relator de la ONU para casos de tortura y castigos crueles o degradantes, se preguntaba cómo se puede discutir la extradición de Assange para un juicio ‘de espectáculo’ cuando los Estados Unidos se niegan a enjuiciar a sus torturadores y criminales de guerra o cuando el propio Assange no se encuentra ni siquiera en condiciones médicas para asistir a su propio juicio a través de un enlace de video. Es igual, no es un juicio, es una ejecución.

Para intentar remediar la situación, Amnistía Internacional ha comenzado una campaña para recabar firmas que impidan la extradición a Estados Unidos, ya que según la ONG, si Assange fuera trasladado a Estados Unidos, “estaría seriamente expuesto a sufrir violaciones de derechos humanos”. Además, WikiLeaks, por su parte, ha recordado que la información publicada por Assange demostró que Estados Unidos no solo cometió crímenes de guerra, sino que asesinó a niños y a dos periodistas de Reuters.

Para reforzar la posición de Assange, el Grupo de Puebla y del Consejo Latinoamericano de Justicia y Democracia (CLAJUD), formado, entre otros, por los expresidentes latinoamericanos Lula da Silva, Dilma Rousseff, Ernesto Samper o Fernando Lugo, ha intentado apoyar a Julian Assange con un comunicado en el que aseveran que “no solo es un grave error judicial que pone en peligro su vida, como lo afirman sus abogados defensores, sino que se trata de una decisión que sienta graves precedentes en la vulneración del derecho humano a la libre expresión y a la información”.

Seguramente, el destino de Assange, aun cuando saliera victorioso de este interminable calvario, ya está decidido. Porque, pase lo que pase, los norteamericanos, los occidentales y toda su parafernalia de la democracia ya han ganado, ya han amedrentado públicamente a potenciales periodistas y denunciantes de corrupción. Ya han conseguido su objetivo, porque desde que Assange publicara las revelaciones más importantes en décadas ha sido judicializado, desprestigiado, deslegitimado, apresado, maltratado, denigrado y humillado. Ejecutado socialmente delante de todo el planeta como forma de ejemplarizar, de avisar de lo que le espera al que se atreve a demostrar que la democracia occidental no es lo que aparenta ser. Por eso, Julian Assange es física y psicológicamente un despojo de lo que fue, un cadáver en vida.

Una demostración de hasta qué punto ha quedado estigmatizado para siempre Assange lo encontramos en las manifestaciones del vice primer ministro de Australia, Barnaby Joyce, que, en su intento de defensa, no ha tenido empacho en descalificar de forma gratuita al propio Assange. Y es que Joyce ha aseverado en una columna publicada en varios medios de comunicación —The Sydney Morninng Herald o The Age— que Julian Assange no debe ser extraditado a Estados Unidos, dado que no robó información en Estados Unidos, sino que, en el caso de cometer algún delito, lo habría cometido en Reino Unido. Por esta razón, considera Joyce que Assange debe ser juzgado en Reino Unido o enviado a Australia, donde es ciudadano: “Assange no robó documentos secretos estadounidenses, sino que lo hizo la ciudadana estadounidense Chelsea Manning. Assange los publicó, por lo que en Australia recibió el Premio Walkley”. Ante tal sinrazón jurídica, el vice primer ministro australiano cuestiona que si Assange va a ser extraditado en Estados Unidos, entonces un ciudadano que insultara el Corán, también debería ser extraditado a Arabia Saudí.

Pero lo sorprendente de la tesis de Joyce se encuentra cuando afirma que no conoce a Assange y que asume que “no me caerá bien”. ¿Por qué un héroe que ha desvelado los crímenes de guerra de Estados Unidos y Reino Unido en Irak o Australia no le caería bien? ¿Por ser honesto o por haber desvelado tamañas brutalidades? Lo triste del asunto es que seguro que el director de la CIA, que planificó el secuestro y asesinato de Assange cuando este se encontraba en la embajada de Ecuador en Londres, no le cae tan mal. Esa es la maldición de Assange, la demostración de la ausencia real de valores democráticos y la razón fundamental por la que su destino está decidido: jamás será el héroe que merece ser, sino el villano que Estados Unidos desearía que fuera.

Por Luis Gonzalo Segura
Para Actualidad.rt.com

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