Todo el verano es dulce Navidad

Desde aquel infantil juego con ínfulas de orientación vocacional (ojalá los melones se quedaran en lo lúdico) hasta el propio nombre de la fruta y la estación en la que comparte su dulzor con los acalorados viandantes, la sandía remite a buenos recuerdos y a otros por crear, garantiza un santo día aun en medio de jornadas de agobio y refresca el cuerpo y la mente. Si encima se compra a productores misioneros, concentrados mayormente en el imponente Valle del Cuña Pirú y que trabajan todo el año para que todo el verano (que en la provincia dura bastante más de tres meses) sea Navidad (verde arbolito, rojo Papá Noel, usted me entiende), idea redonda. Como una sandía.