Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Palacio del Mate, reducto de la clase media posadeña

viernes 30 de julio de 2021 | 6:00hs.

E
n la década del 50, Misiones recorrió el último trayecto institucional como Territorio Nacional y estrenó la categoría de provincia argentina; el 14 de enero de 1950 asumió como comisionado municipal de Posadas -equivalente a intendente actual- Roberto Burgos Terán, un mendocino que dejó imborrables huellas en la historia local.

Un año más tarde, productores y empresarios yerbateros que habían impulsado la realización de la Segunda Muestra Nacional del Trabajo y Primera Muestra de la Yerba Mate devolvieron a la Municipalidad capitalina el subsidio que habían recibido en aquella oportunidad; ante un gesto tan sorpresivo como honroso, Burgos Terán lo destinó a la construcción de un edificio dedicado a las artes, en la planta alta del Museo de Bellas Artes Municipal, designó al maestro mayor de obras Oscar Gámez para realizar el proyecto y a Juan de Dios Mena para ocuparse de la ornamentación.

A mediados de año la obra marchaba según el cronograma; ante disidencias políticas, en julio, el comisionado presentó la renuncia al cargo.

El 18 de octubre de 1952 se inauguró el Palacio del Mate, y el nuevo comisionado municipal, Jorge Fedorischak, designó como primer director de la nueva institución a Roberto Burgos Terán, un justo reconocimiento para este “gestor cultural”.

El acceso sobre la calle Rivadavia estaba señalado por dos mates de grandes dimensiones, y al ascender por la señorial escalera de mármol, los murales que decoraban toda la edificación, corrían un telón imaginario hacia las entrañas mismas de la historia misionera; en la pared sobre la puerta de acceso Adolf Neunteufel plasmó ‘Pájaros de la región’; en la pared norte de la escalera, otro mural, de Nicolás Reviakin, resaltando los mitos regionales, marcaba un camino visual hasta otra obra titulada ‘Mercadito guaraní’,  de René Brussau –que se conserva hasta hoy–, homenaje a las villenas.

En el pequeño hall, una gran chimenea sobresalía y en la pared sur Osvaldo Leiva plasmó el ‘Mapa gráfico de Misiones’, con referencia a la flora y fauna misionera y algún detalle humorístico sobre el paso vecinal; en este punto, dos opciones eran –y son– posibles; a la izquierda el Salón Mayor, en la pared sur otra obra de René Brussau, ‘Proceso histórico de la yerba mate”, contaba el origen de la industria yerbatera en tiempos jesuíticos, los métodos primitivos de cosecha, molienda y secado y la mano de obra nativa; a continuación, en la pared oeste, otro mural mostraba el desarrollo del proceso de industrialización de la yerba mate, las plantaciones, la “familia tarefera” y el puerto, también de Brussau, y del mismo autor, el siguiente, ‘Los mensúes’; enseguida, el homenaje a la mitología regional en ‘El pombero’, y finalmente Brussau pintó ‘Paisaje misionero´,” coronando un recorrido visual subyugante.

A la derecha del hall, cuatro salas consecutivas fueron dedicadas a actividades específicas, la primera se llamó “Administración”, allí -también- René Brussau pintó ‘El tacuaral, obra que se extendió hasta el cielorraso, en la pared siguiente Adolfo Neunteufel concretó otro trabajo, similar al realizado en la escalera, completaba esta habitación un óleo de Raúl Prieto, titulado ‘Rincón del bosque’ y una escultura en terracota, titulada “Payaso”, realizada por Víctor Marchese.

La siguiente sala se conoció como “Sala de música”; en la pared oeste había un trabajo de René Brussau titulado ‘Composición’, en la pared norte Juan Mariano Areu Crespo realizó en témpera ‘Comparsa de carnaval posadeño’ o ‘Ensayo de carnaval’, donde se representó una típica murga local, Los Tenorios del Chaquito, cuya existencia data de los primeros años del siglo XX; en la pared este, René Brussau plasmó un nuevo mural titulado ‘Conjunto musical guaraní’.

La tercera habitación se designó como “Sala de Truco”; en sus paredes los murales hacían referencia al juego de cartas, su autor fue Osvaldo Leiva.

La última sala se llamó ‘La pulpería’, en alusión a los antiguos comercios de la zona bonaerense; en la pared este se podía observar otro mural de Brussau; ‘El Viejo Vizcacha’, en la pared Norte el mismo artista representó a ‘Segundo Sombra’, mientras que en la pared sur Lucas Braulio Areco realizó el mural ‘El mate’.

Desde su inauguración se desarrolló una intensa actividad artística, reuniones y peñas folclóricas, destacándose la peña El Lapacho, cuyas tertulias de los viernes convocaban a numerosos concurrentes, lugar obligado de músicos, bailarines y simpatizantes. A mediados de la década de 1960, los murales presentaban signos notables de deterioro, y entonces Areco incursionó en todos ellos, con tareas de restauración y preservación que demandaron más de tres meses de empeño.

De esta época data la adquisición de un piano de concierto, marca Ortiz & Cusso, fabricado en España y que fuera parte de la Sala de Conciertos de Barcelona, comprado en la ciudad de Buenos Aires a Casa de Pianos Kreimer, por sistema de compra directa, durante la gestión municipal de Marcos Bernardino Acuña. Instalado en el Salón Mayor en febrero de 1967, este piano de media cola renovó “el espíritu hacedor del Palacio del Mate”… Sin embargo, también fue afectado por las dictaduras militares, fue “olvidado” sobre el escenario del Anfiteatro durante meses hasta que manos piadosas lo reubicaron en el subsuelo; en su interior se podían leer las firmas Albeniz, Granados, Malats y Puignó, plasmadas entre 1905 y 1907.

Para 1980, la mayoría de los murales habían sido ocultados bajo capas de pintura y sólo las pinturas del Salón Mayor, cubiertas con machimbre. Se trasladó allí al Tribunal de Faltas Municipal y la Secretaría de Obras Públicas; en diciembre de 1983 se ordenó la restitución del edificio a la Dirección de Cultura Municipal, concretada en octubre de 1988.

Actualmente se puede disfrutar de varios de los murales y otros tantos esperan volver a ver la luz.

¡Hasta el próximo viernes!

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