La digitalización y nuestra vida futura (segunda parte)

jueves 13 de mayo de 2021 | 6:00hs.

Continuando la nota del jueves pasado, y ampliando el primer grupo de fenómenos generados por el avance de la digitalización en nuestras vidas, la doctora Flavia Costa informa que hoy no sólo es posible verificar la identidad de una persona (responder la pregunta “¿es usted en verdad quien dice ser?”, sino incluso identificar a una persona (¿quién es usted?)  sin que uno haya dejado voluntariamente su información en un banco de datos.

Por ejemplo, es el caso de la aplicación Blippar, que combina reconocimiento facial: esta app escanea cualquier escena de la realidad y apunta la cámara a cosas, personas y muestra toda la información que tiene sobre ella.

Pero esto no es lo peor, la doctora Costa comenta que el investigador Michal Kosinski, siendo estudiante de un doctorado en psicometría en la Universidad de Cambridge  y por medio de un test psicométrico –integrante de su tesis– (y cuya investigación generó la empresa Cambridge Analytics), a través de Facebook, Kosinski obtuvo 60 mil respuestas, con las que, haciendo correlaciones, demostró que sobre la base de 60 “me gusta”, clicados por un mismo usuario, era posible predecir su color de piel (con 95% de precisión), su género (93%), su orientación sexual (88% en varones y 75% en mujeres) y su filiación política (con un 85% de precisión). También se determinaba su religión, si usaba drogas o si sus padres estaban separados.  

Por ejemplo, Kosinski comentó en su investigación predoctoral, que las personas con más alto coeficiente intelectual gustaban ver –hasta varias veces– la saga ‘El Padrino’; otro buen indicador de heterosexualidad en los varones era clicar “me gusta” en XGames, y en las mujeres a Adidas Originals; y Honda entre los no fumadores.

También afirmaba Kosinski que “dada la cantidad de rastros digitales en aumento, se hace casi imposible para esas personas descubrir cuáles atributos individuales están revelando inconscientemente.

Otro aspecto que la Dra. Costa plantea es que esta nueva vida digital presionará a nuestra subjetividad. En el año 2011, el escritor y especialista Nicholas Carr, en su libro “Qué hace Internet con nuestras mentes”, pregunta: “¿Google está volviéndonos estúpidos?”

El mes pasado (diez años después), en una entrevista, Carr confirmó ese diagnóstico: años de investigaciones con un argumento dramático: “cuando tenemos cerca el celular –!aunque esté apagado!– nuestra capacidad para resolver problemas, concentrarnos o simplemente tener conversaciones profundas, disminuye”.

Otro polémico investigador, Alessandro Baricco, en su libro “The Game”, afirma que con las “cajas negras” de la tecnología lo complejo, lo profundo desaparece de la vista. Pensamos que con cada mensaje o llamada estamos jugando, usamos aplicaciones para pavadas, y se vuelven fluidos los límites entre lo real y virtual; entre hombre (o mujer) y máquina; es la “postexperiencia”. En su libro Baricco enfatiza: “Creemos que la revolución mental es un efecto de la revolución tecnológica y en cambio deberíamos entender que lo contrario es la verdad”.

Como conclusión, la doctora Costa considera que en el centro de la distopía (sociedad imaginaria bajo un poder totalitario o una ideología determinada, que sería lo opuesto a la utopía) que recorre el mundo (“…si el mundo es una máquina, la vida es un algoritmo), está el espectro del transhumanismo. Para los transhumanistas, el cuerpo es un dispositivo obsoleto. “El desafío de esta época es saber qué significa tomarnos esa proposición en serio”, concluye.

Este informe integra los estudios sociológicos que se están desarrollando en el espacio “Lectura Mundi”, de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), con la participación de especialistas argentinos, latinoamericanos y europeos. 

Como aclaración final, algoritmo significa un procedimiento determinado, o la serie  de  pasos  que  se  deben  ejecutar  para  obtener  un  resultado  deseado, o sea que si nuestra futura vida será un algoritmo, realmente nos habremos vuelto unos estúpidos.

Como conclusión, debemos limitar las horas diarias dedicadas a la actividad digital, para nosotros o para nuestros hijos, que cuanto más pequeños sean, mayores limitaciones deben tener. Debemos leer libros, publicaciones o apuntes, escuchar música o pelis y nuestros hijos jugar, mirar pelis o –después de la pandemia– divertirse interactuando con amiguitos o amiguitas.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?