Los trenes les ganan a los drones

martes 02 de marzo de 2021 | 6:05hs.

Mi primer viaje a Misiones fue en el año 1992, viajamos con mi familia en vacaciones de invierno a conocer las Cataratas del Iguazú. En quel entonces -hace casi 30 años- tomamos el tren al final de la Avenida Corrientes, la misma de los famosos teatros. En la estación Lacroze, terminal del Ferrocarril Urquiza. Los andenes estaban dividos por los ocupados con los trenes que comunican el área metropolitana y el primer andén era el destindo al convoy conocido como “El gran capitán”.

Esta era la nave insignia del ferrocarril, un servicio diferenciado pero que aunque era especial tenía lugar para todos. Había vagones con asientos simples, vagones más confortables tipo pullman con aire acondicionado y un vagón de alta gama con camarotes, que ofrecían privacidad, un lavamanos y la posibilidad de convertir en cama su cómodo sillón. Las estrellas de la formación eran su vagón comedor y un vagón cantina, más parecido a un kiosco. Detrás de la locomotora diesel se enganchaban el furgón de correos y un vagón mosquito para aquellos que podían llevar su auto.

El tren salió de la cabecera cerca del mediodía, dejamos atrás Chacarita y cruzamos el puente Zárate-Brazo Largo para el final de la tarde. Muchas anécdotas me han contado aquellos que viajaron cuando el puente no existía y de lo aparatoso que era cruzar cada vagón en ferry por el Paraná, pero en los 90 ya eran sólo recuerdos y la única escala destacada fue en Villaguay, Entre Ríos, cerca de la medianoche cuando -en media hora- cambiamos de locomotora para luego seguir viaje. El tren llegó a la estación de Posadas al mediodía del otro día. Con mi familia nos subimos en la avenida del Obelisco y nos bajamos a una cuadra de las cuatro avenidas. Aquel tren era accesible, y sobre todo era acequible porque algún boleto que pudieras pagar siempre ibas a encontrar, no era sólo para turistas, ni sólo para trabajadores, todos viajaban en el tren.

Lo que vino después está en todos los libros de historia, y aún queriendo reciclarlo unos años después, el Gran Capitán dejó de funcionar. No es necesario que me extienda en lo federal que era la existencia de este servicio y la sola idea de imaginar que de la misma manera salían desde Retiro: El Zonda a San Juan, El Cóndor a Mendoza, El Norteño a Jujuy o El chaqueño a Resistencia, parece de ciencia ficción.

Para los que creen que los trenes se quedaron en el pasado, o que la única opción son los tren bala, la empresa estatal norteamericana de ferrocarriles AmTrak presentó la semana pasada su plan de expansión para 2035. Este plan no se trata de reciclar lo existente, ni de imitar a los japoneses, sino de la creación de nuevos tendidos ferroviarios que amplíen las posibilidades de comunicación. Los funcionarios aspiran a que las clásicas locomotoras diesel General Motors puedan llegar aún a más ciudades, con un nuevo servicio que conecte Detroit con Nueva York e inaugurar estaciones en Tennessee, Texas y Nevada.

Lo que proponen es una consolidación de sus corredores o ramales a traves de mejorar y ampliar la oferta actual. Es notable que el mensaje que nos llega desde países del primer mundo no es empezar a viajar en taxi-drones o que los autos serán voladores, sino que el futuro viaja sobre durmientes.

En definitiva, y trayendo esto de nuevo a nuestra realidad, es claramente imperioso que empecemos a planificar un plan que vuelva comunicar el territorio en toda su extensión, un sistema moderno que nos permita transportar mercaderías y pasajeros. Que uno pueda sacar un boleto Posadas-Asunción o Posadas-Buenos Aires, dándole a nuestra ciudad la posibilidad de convertirse en un nodo de transporte intermodal, un enclave protagonista para la economía y el desarrollo de la región.

El camino es largo, pero debe darse de a pequeños pasos, estación por estación y pensandolo siempre como una política de Estado. Pero no caben dudas que los trenes pueden -y deben- volver a ser una opción para viajar.

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