El asedio autoritario, peligro dentro de la democracia

jueves 28 de enero de 2021 | 6:00hs.

Múltiples hechos vinculados con conductas autoritarias, en Argentina, Europa, América Latina o Estados Unidos han generado inquietud en sectores académicos y politológicos a cuyos integrantes les llama la atención que muchos de dichos hechos o fenómenos se generen desde dentro de la propia democracia.

Podemos considerar “natural” que existan en la sociedad pequeños grupos o sectores sociales misóginos, racistas, antiinmigrantes, antivacunas, antiestatismo, con xenofobia, antifeminismo, antipopulismo, etcétera; aunque lo preocupante es el comportamiento y la actitud del resto de los ciudadanos comunes: empleados, estudiantes, periodistas, comerciantes, funcionarios medios públicos y privados, docentes, gente del agro, colonos y otros, frente a acciones, discursos, mensajes, actos, movilizaciones de estos grupos autoritarios.

Como este fenómeno está apareciendo en nuestro país, en Estados Unidos o Europa, intelectuales de esas regiones están participando de una novedosa institución denominada Grupos de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia (Gecid), desde hace varios años, existe dentro de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), y que suelen difundir notas y trabajos en una publicación trimestral dirigida por el prestigioso periodista y politólogo José Natanson, de venta libre en kioscos y librerías de la provincia.

El título de esta nota, “El asedio autoritario”, es justamente el tema central de deliberaciones y notas de trabajos y exposiciones de este mes del citado Grupo, que lectores de El Territorio curiosos e inquietos pueden ubicar en Internet por Lectura Mundi. Además, comprobar que la universidad pública puede hacer actividades de extensión cultural hacia la población en general, por fuera de su público interior, estudiantes, docentes e investigadores.

Como demócrata y antiguo activista político que me considero, y asombrado por los hechos acontecidos en los Estados Unidos por partidarios del ex presidente Trump, la casi bochornosa actitud del presidente de Brasil, Bolsonaro, ante la pandemia de Covid-19, así como el hostigamiento mediático local y por varias redes sociales hacia cuanto gobierno popular haya en América Latina, pienso, en sucesivas notas, analizar y reflexionar sobre hipótesis y planteos de este equipo de la Unsam sobre esta seria amenaza a la democracia, tal como la concebimos en Occidente.  

Este grupo de la Unsam está integrado por varios profesionales e investigadores de diversas nacionalidades (argentinos, italianos, brasileños, españoles, mexicanos, franceses), que además son autores de libros y exposiciones; sociólogos, antropólogos, economistas, comunicadores profesionales, expertos en ciencias políticas, sociales, etcétera; o sea, un calificado equipo profesional, investigador, elaborador de hipótesis sociales y políticas, y fundamentalmente analistas y críticos sociales.

Opina el sociólogo Ernesto Ipar que “algo está cambiando para mal en las democracias actuales, aun cuando no tengamos los conocimientos necesarios ni los conceptos adecuados para nombrar este cambio, (…) a lo que estamos asistiendo a nivel político es una gran rebelión contra el principio inclusivo de la democracia”.

A través de declaraciones antidemocráticas, crece el autoritarismo social, vuelve a tener vigencia el lema “ley y orden”, el supremacismo de clase (tenemos más, podemos más) o un tipo de liberalismo basado en denigrar los derechos “de los otros”.

El filósofo Feinmann piensa que, en la reciente invasión al Capitolio en Estados Unidos, hay fotos que lo dicen todo. Por ejemplo: un tipo entra en el Capitolio portando una bandera del Sur confederado. ¡La guerra de secesión terminó hace 155 años! El país del Norte está lleno de banderas confederadas. Tienen estados que les responden fiel y ferozmente: Mississippi (ver el film ‘Arde Mississippi’), Texas, Indiana, Tennessee y otros. El Sur siempre quiso seguir peleando. Y ahora lo hace por medio de estas bandas que retoman la tradición violenta. Odian a los indios, a los negros, a los judíos y a todos los hispánicos, los detestados inmigrantes.

Por todo esto, hay varias cuestiones a estudiar y evaluar sobre este asedio autoritario; una, relevante, es la conexión que ha aparecido entre las nuevas tecnologías de comunicación digital (redes, plataformas de contenidos, portales de noticias), el surgimiento de etiquetas prejuiciosas y el uso del discurso público como medio de descarga de violencia verbal, escrita o graficada.

Sería interesante que si se pudiera comprobar que las empresas que dominan la comunicación lucran con los mensajes de odio, la exacerbación de los prejuicios y las reacciones violentas obteniendo de ese caldero lingüístico mayores beneficios económicos que con otros contenidos en sus plataformas, podría ser objeto de regulación democrática de los espacios virtuales que controlan.

Esta y otras cuestiones dan para más, pero lo desarrollaré en próximas notas; ésta es apenas una introducción al complejo pero actual tema “violencia en democracia”, quizás tan relevante como la pandemia de Covid-19 o la actual legión de enfermedades de transmisión sexual, característica de una población -la especialmente joven- con escasa formación en educación sexual.

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