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Cestería, legado ancestral

María Acosta: cuando el ysypó y el güembé salen a volar por el mundo

Colibríes, mariposas y otros pequeños encantos son obras creadas con fibras naturales a partir de una técnica heredada

domingo 08 de noviembre de 2020 | 5:00hs.
María Acosta: cuando el ysypó y el güembé salen  a volar por el mundo
María y una técnica que perfecciona desde hace 60 años. Foto: Nicolás Oliynek
María y una técnica que perfecciona desde hace 60 años. Foto: Nicolás Oliynek

Técnica ancestral que conjuga creatividad moderna. Así es el trabajo de María Acosta, que hace más de 60 años crea formas con fibras naturales como el ysypó, la uña de gato y el güembé.

“Empecé muy chiquita”, cuenta María, sobre cómo aprendió el oficio de sus tías abuelas en Formosa y Paraguay.

Madre de siete hijos, la cestería no sólo fue parte de un legado familiar y entretiempo sino su mayor fuente de ingresos económicos.

Tanto su marido como sus hijos e incluso hoy sus nietos, aprendieron a tejer con ysypó.

Hoy, ya jubilada, María encontró más tiempo para dedicarse a lo que más le gusta: la cestería tan característica que le solicitan desde distintos puntos del país e incluso el exterior.

Pequeños colibríes de colores, aros y collares que parecen salidos de una pasarela de alta costura, son algunas de las creaciones más solicitadas. El detalle en la miniatura es uno de los distintivos de la obra de Acosta, que representando a Misiones ganó el premio mayor (Rueca de Plata) en la Fiesta Nacional de la Artesanía, en Colón, Entre Ríos.

Canastos, adornos para cortinas, lámparas son otros de los objetos que se destacan entre su lista.

Cuando empezó, la mayor tarea consistía en realizar grandes canastos para depositar la cosecha. Como esa destreza primigenia que tiene la cestería, primero en utilidad y luego como ornamento.

 “Uno ve en las películas, fotos o le parece increíble, pero así iban ellas en Itá, Paraguay, caminando con sus canastos gigantes todos atados a la espalda”, graficó Karina, una de las hijas de Acosta, sobre su ascendencia matriarcal.

La actual docente también resaltó el esfuerzo de su familia a la hora de sostener la tradición artesana. “Vivíamos en una casa que tenía las paredes dañadas, el piso de tierra y todo era taller. La cocina era taller, la sala era taller... porque esto nos dio de comer, nos permitió estudiar. Hasta mi papá, mis hermanos y hermanas todos aprendimos a hacer cestería”, subrayó.

“Mi hermana, por ejemplo, hace estos canastitos chiquitos, pero yo soy más de estas cosas, me encantan las lámparas”, explicó sobre las diferentes técnicas que fue potenciando cada integrante de la familia. Elena, otra de las hijas de María, que vive en Asunción, por ejemplo está aprovechando el impulso actual a la artesanía y se destaca con las miniaturas porque allá también resulta novedoso.

“En tiempos de clase, escasean los ayudantes”, postuló cómicamente María, que hoy comparte la magia de entrelazar fibras con sus nietos de entre 10 hasta 16 años.

Sus hijos, la mayoría instalados cerca, están siempre presentes y colaboran también en la búsqueda de la materia prima. Si bien María plantó en su casa ysypó y uña de gato... la raíz del güembé es una de las que más usa para sus pequeñas creaciones y recolectarla también tiene su ritual. “Se tiene que cosechar con buena luna”, detalló. Entre las anécdotas que rodean esas salidas en busca de raíces, contó que una vez en Garupá, arrancando uña de gato al ras del piso, se encontraron con un inesperado y gran nido de avispas y uno de sus hijos terminó “forrado” de los insectos.

“Ahora que estoy jubilada es un relax esto también para mí”, manifestó quien suele viajar a distintos puntos del país para presentar sus trabajos. Así, durante el confinamiento no sólo encontró ayudantes predispuestos nuevamente, sino que también se sumó a un grupo de artesanos del país que formó Mirta Presas, ex directora de artesanías del Fondo Nacional de las Artes.

“De ahí también surgieron muchos clientes nuevos”, reveló María, que tiene pedidos fijos en Calafate, Buenos Aires, Chubut y de “la embajadora de Gran Bretaña que suele llevar regalos para extranjeros”.

“Mi idea es tener un espacio para exhibir mis piezas únicas porque están todas guardadas por falta de lugar en casa”, expresó mientras halla inspiración en sueños y situaciones cotidianas para seguir innovando.

Haciendo carne la herencia, investigando para mejorar la técnica, transmitiendo a los suyos ese valor de labrar el futuro con las propias manos, y en definitiva evolucionando, María sigue disfrutando de crear. Sacando a los colibríes de sus ensueños y plasmándolos en obras de arte que finalmente vuelan por todo el mundo. 

 

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