Schaerer, la pista misionera y los últimos indicios de su largo cautiverio

Domingo 10 de diciembre de 2017
Por algunos de sus protagonistas, Misiones apareció en la radiografía del caso Schaerer al poco tiempo de producirse el secuestro.
Es que cuando se supo que Lorhman y Maidana eran los rostros detrás del hecho, en esta provincia nadie se sorprendió. El dúo delictivo ya había estado en la mira de la Justicia misionera en varias oportunidades a fines de los 90, cuando en Posadas se registraron al menos tres asaltos comandos a distintas sucursales bancarias de la ciudad.
Es más, cuando ya el caso Schaerer había tomado repercusión nacional, se supo que Lorhman, Maidana e inclusive Carro Córdoba habían caído en marzo de 2002 en un hotel del barrio El Palomar de Posadas.
El peligroso trío delictivo fue detenido a manos de la Gendarmería porque la encargada del hospedaje notó actitudes sospechosas en sus huéspedes y cuando los uniformados acudieron encontraron un arma de fuego en el vehículo que era ocupado por uno de ellos.
Sin embargo, fieles a sus estilos, ninguno de ellos se había registrado con sus nombres reales. Todos tenían identificaciones apócrifas y a los pocos días recuperaron su libertad.
Todo esto se supo a partir de las declaraciones del abogado defensor de uno de los acusados en la televisión porteña, tras lo cual las autoridades judiciales intervinientes en Misiones revisaron sus archivos y terminaron confirmando la versión. En ese momento, los tres ya eran buscados intensamente por sus presuntas vinculaciones a los asaltos en Posadas, pero también por tendal de secuestros que dejaron en Paraguay.

El rol de Barzuck
Pero, el protagonismo de Misiones tomó mayor fuerza cuando a mediados de noviembre la Policía atrapó al misionero Héctor Horacio 'El Polaco' Barzuck.
El hombre fue detenido en San Javier, junto a su pareja y dos personas más, luego de que las autoridades brasileñas descubrieran que habían ingresado a ese país de forma ilegal y procedieran a su expulsión.
Barzuck era un hombre ya vinculado a la banda que secuestró a Schaerer, ya que había participado junto a Lorhman, Córdoba y Maidana en el rapto de varias mujeres de importancia en Paraguay.
Y su rol en el caso Schaerer fue determinante, tanto en el accionar del secuestro como en una parte de su esclarecimiento.
Barzuck fue uno de los encargados de custodiar al muchacho durante su cautiverio en Paso de los Libres y en Uruguayana, Brasil, y tras su detención aportó una importante cantidad de elementos a la causa.
Es más, se dice que gracias a su declaración la Policía estuvo a punto de recuperar a Schaerer de Paso de los Libres, pero el ex sargento de la Policía Federal Argentina (PFA), Miguel Ángel 'El Patrón' Ramírez, alertó de los allanamientos al clan Los Caniches y frustó el operativo.

La quinta y el aserradero
Y la denominada pista misionera se terminó de asentar en 2004. Cuando ya habían pasado más de seis meses del secuestro, en Posadas el caso dio un giro completamente inesperado.
Un joven de 18 años, conocido como 'Cepillo', había sido detenido en ese entonces por tenencia de arma de fuego y por su presunta vinculación a un hecho de robo. Hasta ahí nada relacionado al rapto que conmovía al país, pero todo viró cuando el muchacho fue a declarar y allí contó que en la quinta en la que él trabajaba como jardinero vio al chico que todos buscaban.
Según consta en los archivos de este matutino, el joven aseguró haber visto, alimentado e incluso intercambiado palabras con Christian Schaerer en febrero de ese año. Cepillo contó que el muchacho estaba en una pequeña habitación cubierto con un pasamontañas, lúcido pero decaído y que en marzo notó que lo habían trasladado.
El relato sonó creíble para todos los trabajadores judiciales que estaban en ese momento y de inmediato se puso en conocimiento del hecho a Oscar Resoagli, el fiscal federal correntino que estaba a cargo de la investigación del rapto.
Tiempo después, la palabra de Cepillo derivó en varios allanamientos en suelo misionero. Es que luego se supo que la casa donde el muchacho aseguró haber visto a Schaerer era una quinta ubicada en Villa Bonita, en el límite entre Posadas y Garupá, el cual estaba siendo alquilada por un paraguayo identificado como Carlino Rojas Morel, en cuyo poder también figuraba un aserradero en Santa Ana.
De inmediato, en ambos lugares se dispararon megaprocedimientos. Fueron al menos tres las veces que en 2004 las dos propiedades fueron intervenidas en el marco de la búsqueda y pesquisa por el rapto del correntino.
En uno de los primeros operativos los resultados habrían sido negativos, pero tiempo después el fiscal terminaría confirmando a El Territorio que se habían hallado un pasamontañas que pudo haber sido utilizado con Schaerer.
Sin embargo, no hubo nada más relevante en las propiedades. Incluso, en el aserradero se practicaron excavaciones, rastrillajes y se recorrió todo el perímetro intentando corrobaron la hipótesis de que Schaerer había sido enterrado allí.
Semanas después, en junio de 2004, la Policía Nacional de Paraguay detuvo a un ex militar identificado como Pastor Rojas Martínez, primo de Carlino Rojas.
Ante los uniformados de ese país, Rojas Martínez abonó la pista misionera. El hombre señaló que el 20 de mayo de 2004 cruzó a Schaerer desde la costa misionera al interior de Paraguay y que el muchacho aún seguía con vida.
“Yo le dije al chico que tenía que llevarlo a una chacra de por acá cerca, que no tuviese miedo porque no le iba a hacer ningún daño”, consta en la grabación de su declaración difundida en ese entonces por una radio correntina.
Su testimonio derivó en varios allanamientos y más detenciones en Paraguay, donde apareció otro testimonio clave. Una mujer aseguró que Schaerer había quedado en manos de una banda narcocriminal liderada por los Del Valle y Vergara, quienes pretendían pedir otro rescate, pero habrían desistido del plan y terminaron ejecutando al muchacho en Edelira, frente a Puerto Rico.
Rojas Martínez al poco tiempo fue extraditado y entregado a la Justicia correntina, pero ante los investigadores del caso Schaerer optó por el camino contrario a lo hecho en su país y se abstuvo de declarar.
Estas versiones son las últimas que quedaron en el tintero del caso Schaerer. No confirmadas al cien por ciento, pero son los últimos indicios existentes respectos al largo viaje en cautiverio que sufrió el estudiante correntino, aunque hay quienes creen que el chico en realidad nunca salió de Brasil.

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