Malvinas, a 37 años: La historia de José Guillen, integrante de la fuerza especial del Ejército

martes 02 de abril de 2019 | 15:00hs.
Malvinas, a 37 años: La historia de José Guillen, integrante de la fuerza especial del Ejército
Malvinas, a 37 años: La historia de José Guillen, integrante de la fuerza especial del Ejército
Un nuevo aniversario del conflicto armado con Reino Unido en el Atlántico Sur es una oportunidad de repensar lo vivido en el triste otoño de 1982.
José Rubén Guillen es formoseño. Con 28 años, fue con el grado de sargento a la Guerra de Malvinas e integró la fuerza especial en la compañía de comando 601 del Ejército, que llegó a Malvinas el 25 de abril de 1982.

Formados físicamente, los integrantes de las fuerzas especiales se preparaban en la Patagonia y en zonas desérticas pero nunca en una isla como Malvinas, no había experiencia. 

Sobre la labor del equipo al que pertenecía, Guillen sostuvo en diálogo con El Territorio: “La fuerza especial o comando se emplea en la profundidad del campo enemigo. Nosotros hacíamos infiltraciones y nos acercábamos a los ingleses, ellos tenían tecnología para detectarnos y cuando salíamos de la base ellos nos veían por satélite. Tenían radares que detectaban personas. Se cree que la tecnología no supera al ser humano por eso se prepara a las fuerzas especiales”.

“Como toda tecnología tiene su día de falla, cuando había tormenta con viento, nieve o neblina, los radares no detectaban a las personas. Y si había tormenta, ellos no ocupaban posiciones de combate y se resguardaban en los depósitos. Esos momentos los aprovechábamos para acercarnos al enemigo”, explicó.  

Una mochila en el Museo Imperial de Londres
“Me tocó infiltrarme en San Carlos cuando los ingleses ya estaban instalados, esperamos varios días hasta que pudimos hacer la misión encomendada, en plena madrugada instalamos explosivos en lanza mísil, en el radar y el grupo electrógeno, colocamos la carga y nos fuimos, cuando explotó se encontraron con la sorpresa que voló todo, creyeron que el ataque había sido vía aérea pero les sorprendimos por tierra”, relató.

“Al otro día amaneció y encontraron mi mochila que tenía mi nombre y mi boina verde, hoy ese material está en el Museo Imperial de Guerra en Londres”, reveló.

En 1994 un francés ubicó a Guillen y le comentó que su mochila estaba en el aula del Colegio Militar de la Nación, donde los ingleses ponderaban la actividad que realizaban los comandos argentinos.

“Me genera una satisfacción enorme, me gustaría ir cuando vuelva a ser exhibida”, afirmó.

Efecto rendición
“Argentina era consciente que iba a perder la guerra, el objetivo era ir a ocupar las Malvinas, hacer el reclamo correspondiente e izar la bandera”, apuntó.

“Desde el punto de vista de guerra, creo que Argentina le pegó una paliza a la OTAN, no se la esperaban y es reconocido por ellos”, consideró.

“Antes de ir la guerra sabíamos que íbamos a perder por eso no me tocó tanto la rendición, pero me dolió la pérdida de compañeros, un camarada que muere en combate es como un familiar”, sostuvo.

Y remarcó: “Es algo difícil de superar, pero en mi caso particular tomé conciencia de que hicimos más de lo que pudimos, nosotros nos jugábamos la vida y el enemigo la cuidaba, fui testigo que nuestros soldados luchaban más que ellos”.

Ni lástima, ni superhéroes  
“En la guerra se vive momentos extremos, hambre, frío, sueño, cansancio y miedo, por más que estés preparado físicamente desde el punto de vista de instrucción militar, pero psicológicamente es imposible estar preparado”, resaltó. 

Asimismo hizo referencia que “la desmalvinización me afectó más que la guerra, de cómo hablaban de los soldados jóvenes, los trataban como idiotas útiles”.

“A los veteranos de guerra no nos gusta que nos tengan lástima ni queremos ser superhéroes. Ojalá no haya más guerra porque nadie odia más la guerra que un soldado”, concluyó. 

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