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El investigador misionero que tiñe de colorado la Base Marambio

jueves 21 de noviembre de 2019 | 7:00hs.
El investigador misionero que tiñe de colorado la Base Marambio
El investigador misionero que tiñe de colorado la Base Marambio
María Elena Hipólito

Por María Elena Hipólito sociedad@elterritorio.com.ar

Seguramente uno de los lugares más hostiles sobre la faz de la tierra sea la Antártida, territorio que en parte pertenece a la Argentina y donde las temperaturas bajo cero y la lejanía con el resto de la civilización la vuelven un lugar complicado. Allí se sitúa la Base Marambio, la principal estación científica y militar permanente del país que se encuentra bajo la dependencia de la Fuerza Aérea Argentina.

Quien habita en ese lugar por estos días es el joven misionero Matías Motta, que con 26 años se sigue perfeccionando en sus estudios y llenando de experiencias su currículum profesional. Matías, oriundo de Oberá, es licenciado en Biología con orientación en Paleontología de la Universidad Nacional de La Plata y actualmente está haciendo un doctorado, gracias a una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), en el Museo Argentino de Ciencias Naturales ‘Bernardino Rivadavia’, de Capital Federal. Su doctorado es en paleontología en un grupo particular de raptores.

Si bien los dinosaurios y todo lo referido a ello son su pasión y su formación específica, este viaje a uno de los puntos más fríos del mundo se debe al estudio de los pingüinos que habitan allí. Llegó a principios de noviembre y se quedará junto al grupo de investigadores hasta el 15 de diciembre.

“Perdón por la hora. Acá se me confunde todo porque son las 22 y recién está atardeciendo, te cambia todo el ciclo el tema de la luz”, se disculpó Matías cuando por fin pudo atender a El Territorio después de una larga jornada de trabajo de campo estudiando a los simpáticos animalitos.

“No vine a realizar trabajos de paleontología sino como personal de apoyo en el grupo de trabajo que viene desde hace añares a distintas bases para estudiar a los pingüinos, es un proyecto a gran escala que está dirigido por la doctora Mercedes Santos del Instituto Antártico Argentino (directora del Proyecto de Monitoreo de Ecosistemas) y es la que comanda varios grupos de investigación que estudian distintas colonias de pingüinos”, contó sobre el trabajo que realiza en la base.
Matías fue invitado por su amigo y colega Pablo Perchiavale, al que le da una mano en la toma de datos de una colonia de pingüinos de Adelia. La labor consiste en la medición de distintos parámetros de la colonia como el éxito reproductivo, de la cantidad de huevos que ponen, el peso de los animales, la dieta, entre otras cuestiones.

El joven obereño lleva la tierra roja a todas partes. Ya preparó mate, chipa y prometió reviro a sus compañeros de la base y así los va de a poco impregnando del colorado de su tierra misionera, de la que se siente orgulloso.

Temperatura extrema

“Sufrir el invierno acá debe ser terrible, en esta época las temperaturas van de -15º a 5º, es muy frío. También es un clima muy cambiante: hoy nevó y está todo blanco, pero mañana puede haber un sol radiante y derretir toda la nieve; pueden venir de repente tormentas de neblina donde no se puede ver nada”, contó sobre el clima y agregó: “Es muy duro también el tema del viento, hay ráfagas de hasta 60 o 70 nudos, que es más o menos 120 kilómetros por hora. Es un clima muy hostil y trabajar en el campo también lo es. Hay que tener mucho cuidado, no hay que olvidarse de que estamos en la Antártida, lastimarse acá es complicadísimo”.
Matías es un amante de los viajes y si hay algo que su profesión le permite es hacerlo y acceder a lugares a los que el común de la gente no puede. Es por ello que sus aspiraciones están puestas en continuar formándose y perfeccionándose.

A nivel profesional, en primera instancia, le gustaría terminar el doctorado y poder ingresar en carrera al Conicet, “que es algo que está últimamente muy complicado. Te diría que es como un sueño porque las condiciones del país no están de lo mejor para un investigador”.

“Sin duda espero poder viajar a otras partes del mundo, a otros países no sólo a buscar dinosaurios, que es lo que mí me apasiona, sino visitar otras colecciones, otros museos, otros investigadores y poder nutrirme de todas las experiencias y todos los saberes de distintas partes del mundo”, concluyó respecto a su futuro.